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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El derrumbe del puente de Baltimore recuerda el valor de las infraestructuras físicas

Los bienes tangibles de la IA deben trasladarse en el mundo real

El barco Dali, tras chocar con el puente Francis Scott Key, de Baltimore (Maryland, EE UU), el día 27.
El barco Dali, tras chocar con el puente Francis Scott Key, de Baltimore (Maryland, EE UU), el día 27.Mike Segar (REUTERS)

Era solo cuestión de tiempo que Estados Unidos se convirtiera en otro eslabón debilitado de la cadena mundial de suministro. A primera hora del martes, un importante puente del puerto de Baltimore (Maryland) se derrumbó tras chocar contra él un buque portacontenedores. Este tipo de accidentes suelen tener un efecto dominó en las economías e incluso en las elecciones. Para los inversores, es un valioso recordatorio de cómo las infraestructuras abarcan desde los activos duros a los más blandos.

El desastre de Maryland, que arrojó a varias personas al río, tendrá repercusiones más amplias que la tragedia humana inmediata. Los envíos que entran y salen de Baltimore, que alcanzaron un récord el año pasado, representaron 52 millones de toneladas de carga extranjera, según la oficina del gobernador.

Sin embargo, es solo la vigésima instalación de carga más transitada del país, y representa menos del 3% de lo que pasa por el canal de Suez, paralizado recientemente por los ataques de militantes hutíes de Yemen. El canal de Panamá, bajo presión por problemas relacionados con el clima, también ayuda a mover volúmenes mucho mayores.

Aun así, Baltimore es el mayor puerto estadounidense para automóviles y camiones ligeros, y por él pasaron casi 850.000 vehículos el año pasado. Incluso las interrupciones menores pueden suponer una gran diferencia. Durante la pandemia, los atascos de los puertos estadounidenses del océano Pacífico se extendieron a los camiones y almacenes. En el punto álgido del bloqueo, las tarifas de transporte fueron casi un 700% superiores a la media anterior al Covid. Un informe elaborado para la Asociación Nacional de Fabricantes sugería que cada día de interrupción en Los Ángeles y Long Beach (California) se llevó 520 millones de dólares (480 millones de euros) del producto interior bruto del país.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, luchó por destinar 1 billón de dólares del Presupuesto federal a obras públicas desatendidas. Empresas de inversión privadas como BlackRock también han incrementado sus fondos para ayudar a sanear puentes, carreteras y túneles. Sin embargo, estos esfuerzos se pierden un poco en el amplio mundo de la inversión. Según Gartner, el gasto en inteligencia artificial alcanzará los 300.000 millones de dólares en 2027. El precio de las acciones de Microsoft ha subido un 53% en el último año; el ETF iShares US Infrastructure ha ganado solo un 17%.

En muchos sentidos, las prioridades están descolocadas. Aunque la IA promete aumentar la productividad y facilitar la invención, también requiere semiconductores, servidores y otros bienes tangibles que deben trasladarse de un lugar a otro a través de vías navegables y otros medios de transporte. Puede que Baltimore sea solo uno de muchos pequeños engranajes, pero a las máquinas económicas les cuesta funcionar sin ellos.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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