Una superrica solidaria regala 25 millones de euros y así los va a repartir
La heredera de BASF delega a un consejo el reparto de parte de su fortuna para denunciar que no tributa por su herencia
Regalo 25 millones de euros, ¿cómo los reparto? Es superrica, pero Austria no le cobra impuestos por haber heredado una gran fortuna de su abuela. Se llama Marlene Engelhorn, tiene 31 años, es filóloga y se pregunta qué ha hecho ella para merecer tanta suerte por nacimiento: “No es fruto de la acción divina que unos pocos lo tengan casi todo”, titula Süddeutsche Zeitung una entrevista con la heredera de BASF.
Engelhorn ha heredado mucho dinero y quiere repartirlo porque considera una injusticia que no tribute por tanta riqueza. Es una iniciativa de la sucesora austroalemana de la familia del fundador de la multinacional BASF, Friedrich Engelhorn. Cada vez más superricos solidarios donan parte de su patrimonio para proyectos concretos. Jeff Bezos (Amazon), para el Amazonas; Bill Gates (Microsoft), para la salud global; Melinda Gates, para las mujeres; Mark Zuckerberg (Facebook/Meta), para la educación. Alemania cuenta también con una gran filántropa: Susanne Klatten (consorcio automovilístico BMW), quien a través de su fundación promueve el arte y la cultura.
Pero Marlene Engelhorn se sale del guion de los superricos solidarios. Quizás siguiendo la pauta del empresario del acero Andrew Carnegie, quien ya en su ensayo de 1889 sentenciaba: “Quien muere tan rico, muere en desgracia”, y en consonancia con Robert Reich, el catedrático de Stanford y exsecretario de Trabajo con Bill Clinton, que criticó al principal accionista de Amazon, Jeff Bezos, tras anunciar este que donaría la mayor parte de su dinero a actividades filantrópicas durante el resto de su vida. “No es caridad, sino lavado de su imagen pública”, apuntó Reich. Para él, la solución pasa por mejorar las condiciones laborales de los empleados y pagar más impuestos.
“He heredado un gran patrimonio y, en consecuencia, también mucho poder; pero el Estado no me cobra impuestos”, dice Engelhorn. Por otro lado, “mucha gente que trabaja a jornada completa apenas llega a finales de mes, pero paga tributos”. Es un fracaso político, opina la directiva de Tax me now, y apela al reparto de recursos frente a la desigualdad social. Engelhorn quería provocar y lo ha conseguido. “Somos capaces de ir a la luna, pero incapaces de crear un modelo impositivo justo”. La activista y autora reclama una reforma fiscal y un tributo de sucesiones en la Europa de habla alemana. Este impuesto se suprimió en Austria en 2008.
Engelhorn, quien ha heredado una parte de los 4.040 millones de euros que constituían la fortuna de su abuela Traudl Engelhorn, opina que tales activos cimentan estructuras de poder feudales en disonancia con la democracia. “En Alemania, el 10% cuenta con el 67,3% del patrimonio. El 50%, solo con el 1,2%”. Las cifras coinciden con las del Bundesbank en 2022. En Austria, la desigualdad es todavía mayor: el 10% tiene entre el 70% y el 75%. En Suiza, la situación es similar. Tax me now denuncia que la extrema desigualdad es también el resultado de una política fiscal que privilegia sistemáticamente a los ricos y apenas grava el patrimonio y la herencia.
Para repartir una parte de su patrimonio, la activista social de Viena ha creado un consejo de 50 personas elegidas al azar para decidir en un primer paso cómo repartir 25 millones de euros. Engelhorn no quiere redistribuir ella misma el dinero por considerar que las donaciones tienen un componente de poder que ella descarta.
En Alemania, las donaciones y las fundaciones sin ánimo de lucro están sujetas al derecho tributario y, por tanto, al secreto fiscal. El dilema es que mueven muchísimo dinero. Los filántropos de hoy determinan nuestra vida futura, critica el diario muniqués Süddeutsche Zeitung. Y ese poder de influencia se escapa del control ciudadano. Los 50 grandes filántropos estadounidenses donaron 16.000 millones de dólares en 2023 por sí solos.
En una entrevista radiofónica, Engelhorn explica que para ella la clave está en delegar esa decisión a un consejo que garantice un reparto lo más transparente y democráticamente posible. “Yo estoy influenciada por mis gafas de privilegiada.” El gremio está formado por 50 personas seleccionadas al azar entre las 1.424 que se presentaron a la oferta del instituto Foresight, que organiza el proceso. Tienen hasta junio para decidir cómo se repartirá el dinero. La única condición es que no sirva para financiar partidos políticos, ni proyectos antidemocráticos, anticonstituciones u orientados al lucro. En verano, el consejo presentará su plan de reparto, en el que se determinará quién recibe cuánto, cuándo y según qué criterios.
En cualquier caso, la activista ha conseguido ya su objetivo de llamar la atención pública al advertir de que la concentración de riqueza extrema tiene consecuencias negativas para la sociedad, el sistema político y los medios de comunicación. Y que supone un riesgo democrático por el poder desproporcionado de unos pocos ultrarricos. En su país, Austria, no existen ni el impuesto de sucesiones ni el de patrimonio.
Dice que no es la única heredera multimillonaria en el mundo que desea más impuestos a las grandes fortunas “por ser la respuesta democrática al reparto”. Opina que en el debate debería participar todo el mundo, no solo los extremadamente ricos, sino también los expertos, para buscar fórmulas de reparto justas. Engelhorn coincide con los críticos a la filantropía en que el Estado, en su función de reparto de recursos públicos, es más transparente y fiable a largo plazo que los ricos en sus eventuales proyectos caritativos. Mientras EE UU estimula la filantropía mediante ventajas fiscales, en Alemania no se puede desgravar sin límites el impuesto a la renta mediante donaciones, porque se entiende que quien dona decide a quién en un proceso privado. Pero en EE UU, donde el Estado invierte e interviene menos en escuelas, hospitales e infraestructuras públicas, se depende más de las donaciones y fundaciones privadas. En Alemania es Hacienda la responsable del control de las fundaciones, pero solo mira si se atienen al Derecho fiscal y no en qué se gastan el dinero.
Con el dinero que le va a quedar a Engelhorn, quiere autofinanciarse hasta que empiece a trabajar. Hasta ahora ha publicado un libro, Dinero, sobre un asunto que le preocupa hasta la obsesión. “Es que mi primer impuesto a la herencia no debería ser el IVA de mi nuevo yate.”
Lidia Conde es periodista y analista de economía alemana
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