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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alphabet tiene motivos para envidiar cómo explota Microsoft la IA

La firma de software se está moviendo con más rapidez y decisión para convertir sus grandes apuestas en oro

El CEO de Alphabet, Sundar Pichai.
El CEO de Alphabet, Sundar Pichai.Jose Luis Magana (AP)

Microsoft y Alphabet han invertido miles de millones de dólares en inteligencia artificial desde principios de 2023. Y las valoraciones de ambas se han beneficiado de promocionar estas iniciativas. Pero sus últimos resultados, presentados el martes, muestran que Microsoft se está moviendo con más rapidez y decisión para convertir esas grandes apuestas en oro.

Las dos están desplegando la tecnología gradualmente en varias partes de sus negocios. Alphabet presentó en diciembre un nuevo modelo muy potente y esperado, Gemini. Aunque todavía no está disponible de forma generalizada, el plan inicial consiste en añadir capacidades de IA a la unidad de computación en la nube, cuyos ingresos crecieron un 26% interanual en el último trimestre, para ayudar a los ingenieros a programar nuevas aplicaciones, entre otras cosas.

Estos usos son prometedores, pero la unidad de nube de Alphabet palidece en comparación con Azure, el negocio similar de Microsoft, en cuota de mercado. Y supuso poco más del 10% de los 86.000 millones de dólares de ingresos de Alphabet en el último trimestre.

La publicidad sigue siendo el principal motor de los ingresos de la matriz de Google: supone más de tres cuartos de ellos. Con un crecimiento interanual del 11% en el último trimestre, un retorno a los dos dígitos por primera vez desde mediados de 2022, sugiere que las nuevas herramientas impulsadas por IA podrían estar ayudando a orientar las campañas. El uso de Gemini para mejorar las búsquedas de Google, como dice Alphabet que planea hacer, podría ayudar a atraer más miradas hacia los anuncios. Pero por el momento, la creciente marea del mercado publicitario en general podría estar jugando un papel más importante: los analistas encuestados por LSEG esperan que Meta registre un crecimiento aún mayor en las ventas de anuncios online cuando presente hoy sus resultados.

Microsoft, por contra, puede desplegar la IA más ampliamente y con perspectivas más rentables. Además de vender hardware y servicios en la nube, obtiene en torno a un tercio de sus ingresos de productos de productividad en el lugar de trabajo como Excel y Teams. Su asistente Copilot, impulsado por IA, que Microsoft abrió a todas las empresas en enero, puede tomar notas durante las reuniones de vídeo e incluso sugerir acciones en tiempo real. Los beneficios son inmediatamente cuantificables, así que probablemente se les pueda poner precio.

Desde que Microsoft invirtió 10.000 millones en OpenAI (ChatGPT), hace un año, Alphabet ha intentado ponerse al día. La creciente diferencia entre las valoraciones de ambas parece reflejar esa sensación: Microsoft cotiza a 33 veces los beneficios del próximo año, frente a las 23 de Alphabet, según LSEG. Aunque ambas pasaron 2023 articulando una buena historia sobre la IA, solo una tiene una historia que brille.

Los riesgos de la IA

La IA está juntando a peces grandes y pequeños de la tecnología. Las operaciones de Microsoft, Amazon, Alphabet y Nvidia supusieron por sí solas un tercio de los cerca de 70.000 millones recaudados en 2023 por startups relacionadas con los datos y la IA. Apoyar a empresas incipientes como OpenAI y su rival Anthropic ofrece la promesa de ingresos futuros. La preo­cupación es que los crecientes riesgos regulatorios y financieros contrarresten las ganancias.

Para Microsoft, Amazon y Alphabet, una justificación clara es que las dianas de la financiación están hambrientas de la potencia informática que aportan los tres. A cambio de capital, los goliats tecnológicos suelen ofrecer una combinación de efectivo y servicios en la nube gratuitos o con descuento. Cuando Amazon desveló en septiembre sus planes de inyectar 4.000 millones en Anthropic, esta se comprometió a gastar la misma cantidad en Amazon Web Services. En teoría, Nvidia también se beneficia porque vende los chips de procesamiento de alto rendimiento que impulsan la IA.

Aunque los cuatro ayudaron a firmar 23.000 millones en cheques de financiación de IA en 2023, según Apoorv Agrawal, inversor de Altimeter Capital, que se basa en datos de PitchBook, el murmullo es generalizado. Salesforce creó el año pasado un fondo de 500 millones dedicado a empresas de IA. Incluso la firma de análisis de datos Databricks, que aún no ha salido a Bolsa, respaldó a seis empresas de IA, según Crunchbase.

El escrutinio se está intensificando deprisa desde múltiples ángulos. La Comisión Federal de Comercio de EE UU acaba de abrir una investigación sobre si los acuerdos de Microsoft, Amazon y Alphabet con OpenAI y Anthropic están obstaculizando la competencia. Además, Bill Gurley, que dirigió las primeras inversiones de Benchmark Capital en Uber, Zillow y otras, ha planteado cuestiones sobre si las empresas que reparten créditos por sus servicios web a las startups deberían poder reconocerlos como ingresos, argumentando que tal codependencia podría llevar a un “enorme lío”.

Para las propias startups, que incurren en elevados costes para entrenar y ejecutar modelos de IA, sus negocios podrían no resultar sostenibles una vez agotados los créditos. También puede haber facturas legales por infracción de derechos de autor y, a la inversa, el gasto de pagar por información para alimentar a los ordenadores que intentan replicar la inteligencia humana. Además, a diferencia de los inversores de capital riesgo tradicionales, las empresas más grandes suelen tener consideraciones no financieras, como los conocimientos estratégicos a los que pueden acceder. Estos aspectos podrían hacerles menos sensibles a los precios, lo que probablemente ayude a explicar por qué las valoraciones de las startups de IA no rentables son tan altas.

Está claro que hay cierta simbiosis por los acuerdos que se están alcanzando. La cuestión es saber cuánto pueden durar.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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