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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La difícil ecuación entre los salarios y la inflación

El hecho de que el crecimiento de España se nutra fundamentalmente de los servicios se ha convertido en una ventaja clave en la actual coyuntura

CINCO DÍAS
Fondo Monetario Internacional
Yuri Gripas (REUTERS)

El último informe de perspectivas económicas del FMI, en el que se prevé que las subidas de salario en Europa contribuirán a aumentar la inflación entre medio punto y un punto porcentual el año que viene, constituye un argumento a favor de una moderación salarial razonable en tiempos de incertidumbre, pero también de la existencia de un cierto margen de maniobra para subir retribuciones sin desbaratar la batalla contra la inflación. El organismo advierte de que el aumento de los ingresos reales y la fortaleza de los mercados laborales en Europa está frenando el ritmo de desaceleración de los precios, pero que ese efecto adverso será transitorio y no impedirá que las economías sigan avanzando en una senda progresiva de desinflación.

Para el FMI, el secreto para lograr ese equilibrio y no renunciar al objetivo del 2% de inflación está en mantener una política monetaria restrictiva y en apostar por intensificar la disciplina presupuestaria en las distintas economías de la zona euro. Una receta que no es una novedad y que coincide en líneas generales con la hoja de ruta que tanto Bruselas como Fráncfort han diseñado para los próximos años: una etapa prolongada de tipos de interés altos y unas nuevas reglas fiscales que saneen las finanzas públicas de los países europeos teniendo en cuenta las características de cada Estado miembro y el ritmo de consolidación que conviene a cada cual.

España es un ejemplo de una evolución al alza, aunque contenida, de los salarios, que se ha concentrado en las retribuciones más bajas y que no ha lastrado un ritmo de crecimiento que sitúa a la economía a la cabeza de la zona euro. Como señalaba recientemente el Banco de España, la capacidad de resistencia española frente a la de otras economías se explica por tres grandes factores: el tirón extraordinario del turismo internacional, la menor dependencia industrial del exterior y la baja exposición comercial a China.

El hecho de que el crecimiento de España se nutra fundamentalmente de los servicios y no de la actividad manufacturera, que constituye la vieja asignatura pendiente del modelo económico español, se ha convertido en una ventaja fundamental en la actual coyuntura económica, en el marco de una Europa cuya actividad industrial se ha visto penalizada por los precios de las materias primas y de la energía. Las previsiones del FMI apuntan a que tanto España como Francia e Italia se están viendo beneficiadas por esa circunstancia y por la apuesta por una política salarial razonablemente contenida.

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