El retorno de la era dorada de los bonos
Regresa una época desaparecida hace más de diez años, cuando el inversor podía ganar dinero a cambio de un riesgo moderado o nulo
Se anuncia una nueva era de abundancia. Desafortunadamente, no en el plano político, social o medioambiental, ni siquiera económico, sino para los tenedores de bonos. Ha regresado una época que había desaparecido desde aquellos tiempos, hace más de diez años, en que los bonos hacían ganar dinero a cambio de un riesgo moderado, incluso nulo.
Esta ansiada búsqueda del Edén no ha sido un camino fácil para los inversores, que han tenido que hacer frente a numerosos obstáculos, como los tipos nulos e incluso tipos negativos. Así, en 2020 hubo que aceptar un exiguo 0,85 % por prestar dinero al Estado austriaco a 100 años. Después hubo que lidiar con 2022, un año en el que los bonos perdieron más de un 20%, incluso los de menor riesgo (como la deuda alemana a diez años). Al mismo tiempo, la inflación se desbocó hasta alcanzar casi un 10% interanual. Por lo tanto, la minusvalía real acumulada en estos bonos de alta calidad se cifró en nada menos que el 30%. Y en 2023 estas pérdidas continuaron.
Sin embargo, todos estos sinsabores han dado paso a una situación normalizada, casi ideal: prestar dinero a Alemania a diez años renta ahora casi un 3% anual y hacerlo a EE UU, casi un 5%. A eso hay que añadirle alrededor de un 2% si se presta a las empresas de alta calidad.
Lo cierto es que este nuevo mundo o, más bien, este retorno al antiguo, no es tan de color de rosa como parece. Por ejemplo, los bonos con vencimientos cortos de Estados considerados sólidos rentan más que los vencimientos largos, un desequilibrio que se corregirá antes o después. Los diferenciales entre la deuda de los Estados yde las empresas se sitúan en un nivel medio, no elevado, lo que deja margen para una eventual depreciación en caso de crisis económica que conlleve impagos. Además, la inflación todavía no está totalmente controlada, aunque estemos en vías de conseguirlo, y sigue restando todavía varios puntos porcentuales reales a los rendimientos nominales.
Por último, cabe preguntarse si los tipos de interés a semejantes niveles son realmente sostenibles para las empresas y los Estados con balances tensionados. Protegidos hasta ahora por un endeudamiento acumulado, en su mayor parte en un momento en el que los tipos eran bajos, la hora de refinanciar a tipos más altos se acerca inexorablemente. Y esto podría tener consecuencias fatales para los deudores más frágiles y sus acreedores.
Pero para los acreedores, el remedio se encuentra en el origen mismo de las penalidades de los deudores: mantener el bono hasta su vencimiento es suficiente para que un eventual incumplimiento de un reembolso en una cartera ampliamente diversificada se compense rápidamente con el rendimiento del resto de títulos. Además, una nueva subida de tipos que afecte al precio de los bonos en circulación se compensaría en un plazo razonable con una estrategia de mantenimiento hasta el vencimiento, que vuelve a tener todo el sentido. En todos los casos, la situación sería claramente más favorable de la que imperaba no hace mucho tiempo.
Naturalmente, una era favorable para los acreedores aflige a los deudores, que deben hacer todo lo posible por intentar compensar esta nueva carga. Deben mostrarse más exigentes o menos generosos con sus clientes, empleados, accionistas o administrados. De hecho, ya se observa una disminución de las recompras de acciones por parte de las empresas estadounidenses, unas prácticas que sostenían las cotizaciones.
No obstante, un mundo con acreedores demasiado prósperos encierra el germen de su propio fin, ya que tanto las empresas como los Estados verían amenazada su solidez financiera.
Afortunadamente, la amenaza es tolerable en estos momentos. El mercado espera tipos de referencia más bajos dentro de algunos trimestres. Por otro lado, los bancos centrales velarán para que no se debilite el sistema. Se pondrán en marcha temprano, para que ese tiempo de bonos reencontrado no se pierda.
Animados por las oportunidades que se presentan después de tantos años de carestía y tan exigentes como siempre en lo que respecta a la calidad de los emisores, los fondos y carteras de renta fija están ya beneficiándose de esta nueva era, ya que, si bien el viento sopla a favor, siempre habrá decepciones. Tanto en renta fija como en renta variable, es preciso seguir siendo selectivos.
Olivier de Berranger/Alexis Bienvenu son director de operaciones y director de inversiones / Gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier (LFDE)
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