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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La difícil ecuación que afronta la industria alimentaria

El esfuerzo de no seguir subiendo precios constituye un ejercicio de responsabilidad y una apuesta estratégica por mantener la demanda

CINCO DÍAS
Botellas de aceite de oliva en un supermercado.
Botellas de aceite de oliva en un supermercado.SOPA Images (SOPA Images/LightRocket via Gett)

La industria alimentaria se ha enfrentado en los últimos años a un entorno económico atípico, condicionado por el impacto de la crisis sanitaria, la persistencia de los cuellos de botella en las cadenas de suministro globales, el conflicto bélico en Ucrania y un entorno inflacionista focalizado en los precios de la energía, las materias primas y los alimentos básicos. Ese conjunto de elementos adversos, algunos de los cuales son comunes a otros sectores, ha complicado la gestión de un negocio caracterizado por márgenes no excesivamente altos y una fuerte competencia en el precio.

Como consecuencia de ello, los grandes fabricantes que operan en España han visto aumentar sus ingresos en 2022, algunos incluso con un crecimiento de doble dígito, pero también han recortado sus márgenes de explotación. Del análisis de las cuentas anuales de un total de 17 compañías del sector se desprende que todas, excepto una, elevaron el año pasado los ingresos frente a los registrados en 2021, pero 13 de ellas redujeron los márgenes y 14 empeoraron su resultado neto, en algunos casos hasta registrar pérdidas.

La explicación de esta aparente paradoja está en el aumento de los costes de fabricación del sector, que se han encarecido un 30% en el último año y medio. La inflación ha tensionado todos los eslabones de la cadena alimentaria, comenzando por los propios productores, cuyos costes aumentan por la volatilidad del precio de las materias primas, la energía y las condiciones meteorológicas, que han sido especialmente adversas por la sequía.

Aunque parte de las tensiones en los costes se han moderado en los últimos meses, el sector se enfrenta al reto de reconstruir los márgenes de explotación en un entorno que sigue condicionado por la inflación –sustancialmente más moderada, pero persistente–, los efectos de la sequía sobre los costes agrícolas, los rigores de una política monetaria que muerde la renta de muchos hogares y un contexto anémico de crecimiento que desaconseja apostar por aumentar los precios.

Aunque el precio de los suministros se ha moderado, la mayor parte de las compañías del sector asumen que tienen por delante una etapa de escasa alegría en los márgenes. Dado que nadie, empezando por el propio BCE, cuenta aparentemente con una receta magistral para meter en cintura los costes, el esfuerzo por mantener los precios constituye un ejercicio de responsabilidad y una apuesta estratégica por no debilitar la demanda.

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