La guerra de Israel exhibe la fragilidad de los nuevos pasillos comerciales
El corredor India-Oriente Próximo-Europa, apoyado por EE UU, queda en pausa por el nuevo episodio del conflicto
Un nuevo y mortífero capítulo del conflicto palestino-israelí supone un golpe de realidad para una ambiciosa ruta comercial. El Corredor Económico India-Oriente Próximo-Europa (IMEC, por sus siglas en inglés), defendido por Washington en septiembre al margen de la cumbre del G20 en Nueva Delhi y calificado de rival occidental de la Nueva Ruta de la Seda china, tenía mucho que demostrar de todos modos. El último conflicto pone en pausa cualquier gran visión financiera que implique a la vecindad.
Los principales promotores del IMEC se deshicieron en elogios sobre el potencial de la ruta comercial, que incluye ferrocarriles, puertos y energía verde. Joe Biden lo calificó de “gran negocio”, mientras que Ursula Von der Leyen, presumió de “puente verde y digital entre continentes y civilizaciones”. Por su parte, el primer ministro indio, Narendra Modi, lo describió como “la base del comercio mundial durante cientos de años”. Forma parte de los planes más generales del G7 para movilizar 600.000 millones de dólares de aquí a 2027 en inversiones mundiales en infraestructuras.
El IMEC ofrece un enorme potencial, entre otras cosas, porque reduciría el tiempo de transporte hasta en un 40%. La demanda existe: el comercio total de India con Arabia Saudí se ha duplicado con creces en dos años, alcanzando unos 53.000 millones de dólares en 2023. Pero el verdadero premio para Nueva Delhi sería forjar una relación más sólida con Europa, su tercer socio comercial.
Los lazos entre India y el Golfo se han estrechado considerablemente, pero el corredor requiere un enlace fiable entre Arabia Saudí e Israel antes de que puedan enviarse mercancías a Europa desde el puerto de Haifa, adquirido este año por el grupo indio Adani.
Sin embargo, ahora es más arriesgado para el príncipe heredero saudí, Mohammed Bin Salmán, normalizar las relaciones diplomáticas con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. El sentimiento popular en el mundo árabe está con Gaza, hacia donde Israel está lanzando ataques de represalia. La movilización récord de reservistas del ejército israelí sugiere que la vuelta al statu quo anterior está muy lejos, y la violencia general, que se ha cobrado más de 1.500 vidas, puede seguir aumentando.
El IMEC representa una visión a largo plazo, al igual que el giro de China hacia el capital de Oriente Próximo, a medida que los fondos de EE UU se retiran de la República Popular, cuyo propio proyecto de infraestructuras tuvo problemas de endeudamiento. Estos nuevos planes pueden quedar ahora en segundo plano. A corto plazo, el canal de Suez seguirá siendo la ruta principal para las mercancías que viajan a Europa desde India, mientras que Turquía puede impulsar su propia ruta comercial rival. La guerra es un recordatorio inoportuno de que reconfigurar el comercio mundial y las rutas financieras es un trabajo duro.
Un refugio imperfecto
El dólar y los bonos de EE UU están recuperando su papel más conocido. La guerra de Israel y Hamás se suma a una ya larga lista de puntos conflictivos geopolíticos. Los propios problemas de Washington podrían sugerir una huida hacia la seguridad en otros lugares. Pero la incertidumbre es relativa, y los conflictos del pasado indican que los activos de EE UU serán los refugios preferidos de los inversores. El retorno de los bonos a 10 años, que se mueve de forma inversa a los precios, cayó 25 puntos básicos en los dos días posteriores a que Rusia invadiera Ucrania en febrero de 2022, más de seis veces el movimiento medio diario de la última década. El dólar, mientras, se fortaleció casi un 1% frente a las principales divisas el día de la invasión.
La conexión se remonta mucho más atrás. El retorno del bono a 10 años cayó 8 puntos básicos después de que EE UU confirmara que había matado al general de división iraquí Qassem Soleimani, el 2 de enero de 2020. El dólar se fortaleció un 0,9% frente a las principales divisas tras la invasión estadounidense de Irak el 20 de marzo de 2003. Y aunque los mercados se cerraron inmediatamente después de los atentados del 11S, el retorno de la deuda a 10 años abrió 20 puntos básicos más abajo dos días después.
La huida hacia la seguridad también va a suponer un alivio para los bonistas. Los retornos de la deuda se han disparado a máximos de 16 años en los últimos meses, con los altos tipos de interés y la destitución del líder de la Cámara de Representantes de fondo. Pero los futuros del Tesoro de la Bolsa de Chicago indicaban el lunes que el retorno del bono a 10 años caería 17 puntos básicos ayer martes.
Ese alivio no borrará los numerosos vientos en contra a los que se enfrenta la deuda de EE UU. Los legisladores republicanos aún no han elegido un nuevo líder, lo que retrasa el trabajo necesario para aprobar un presupuesto federal antes del 17 de noviembre. Las presiones en torno a la solvencia acechan. Las elecciones presidenciales de 2024 traerán más incertidumbre a la senda fiscal del Gobierno.
Aun así, la fortaleza de los mercados estadounidenses es relativa: es difícil saber si el dólar, por ejemplo, tiene el favor de los inversores o simplemente es que otras divisas lo están perdiendo. Esa es un poco la cuestión: la seguridad de las inversiones es comparativa. EE UU, de nuevo, es el refugio imperfecto pero conocido.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días