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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los topes chinos al precio de la vivienda tienen dos afiladas aristas

Impiden a las promotoras en problemas vender su inventario, y si se eliminan, se reducirá la riqueza de los hogares

China
Pisos en construcción de Country Garden, en Tianjin (China).TINGSHU WANG (REUTERS)

Los promotores inmobiliarios chinos tienen problemas. ¿Por qué no bajan los precios y venden su abultado inventario? No pueden. Las restricciones fijadas tras la crisis de 2016 pretendían contener los desbocados precios. Esos límites perduraron.

La “orientación” fijada por los gobiernos locales ayudó a la estabilidad. Los precios medios de la obra nueva en las 70 principales ciudades, según datos oficiales, solo han fluctuado un 2% mensual durante más de un año, mientras los principales promotores luchan por reestructurar su gigantesca deuda.

Pero hay distorsiones ocultas. Cuando el ambiente era alcista, los topes en las principales ciudades estaban muy por debajo de lo que la gente estaba dispuesta pagar. Multitudes acudían en masa a los lanzamientos. Los afortunados que conseguían un piso nuevo podían venderlo en el limitado mercado secundario y obtener pingües beneficios.

Es una de las razones por las que muchos veían los topes como una “subvención” para los futuros dueños. Ahora los límites son mucho más altos que el valor de mercado. Algunos promotores han intentado sortearlo ofreciendo “descuentos” que incluyen aparcamientos o incluso lingotes de oro. Las ventas cayeron en 2022 un 27%, para volver al nivel de 2017, y este año van camino de ser peores.

Eliminar los máximos sería una solución más limpia, y las autoridades lo están sopesando. Guangzhou ya ha abandonado discretamente su política de regular los precios de la obra nueva, según Caixin. Si más urbes siguen el ejemplo, los promotores podrán empezar a generar el cash que tanto necesitan. Country Garden contaba con un banco de terrenos de 202 millones de metros cuadrados a finales de 2022, incluidos 3.000 proyectos en construcción. La rapidez con la que pueda monetizar algunos de esos activos depende, en última instancia, de lo atractivos que sean los precios de venta.

Una caída de los precios estimularía la demanda, pero el Gobierno tendría que afrontar enormes consecuencias. Los actuales dueños no verán con buenos ojos la caída del valor de sus viviendas: la tasa de propiedad alcanzó el 90% en 2020, y los inmuebles suponen el 70% de la riqueza de los hogares. En una economía débil, no está claro dónde se asentará un precio sin distorsiones. Aun así, encontrar el suelo del mercado parece crucial para que se reactive.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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