Orsted pierde mucho en la lotería política de la energía eólica
El realismo de la firma danesa no puede ocultar la malsana dependencia del sector respecto a los subsidios
Las dificultades de Orsted son una señal inquietante de los nubarrones que se ciernen sobre el sector eólico marino. El gigante danés, valorado en 24.000 millones de euros, ha visto caer sus acciones un tercio desde que la semana pasada anunciara pérdidas por valor de 2.000 millones de dólares en sus proyectos estadounidenses. El realismo del jefe, Mads Nipper, no puede ocultar la malsana dependencia del sector respecto a los caprichosos políticos de cara a su crecimiento futuro.
El argumento de venta de la energía eólica marina es que el coste de la tecnología se ha desplomado en lugares como el Reino Unido. Pero los quebraderos de cabeza de la cadena de suministro y unos tipos de interés más altos han hecho que estos costes se reinflen en un 30% desde los niveles de 2019, según los analistas de Thunder Said Energy. Esto supone un problema para los proyectos a ambos lados del Atlántico: Vattenfall abandonó recientemente su plan para el Mar del Norte, y las subastas eólicas alemanas las ganó hace poco BP a niveles inflados. Pero las empresas europeas que intentan aprovechar las generosas subvenciones que ofrece la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de Estados Unidos se enfrentan a una serie de retos particulares.
La abundancia de suministros de energía de EE UU significó que los precios de la electricidad en ese país solo aumentaron un 10% en 2022, en comparación con un incremento mucho mayor en Europa debido a las secuelas de la guerra de Ucrania. Por lo tanto, mientras que la electricidad procedente de proyectos eólicos marinos en Europa sigue siendo relativamente barata en comparación con la generada por gas, no ocurre lo mismo al otro lado del Atlántico. Esto, a su vez, reduce la presión sobre los estados de EE UU para endulzar las subvenciones cuando empresas de la talla de Orsted, BP y Equinor llaman a la puerta para hacer que sus proyectos cuadren en lo financiero, como están haciendo últimamente.
Las autoridades estadounidenses entienden que las condiciones para los actores eólicos son cada vez más duras, y en julio la Asamblea General de Nueva Jersey permitió a Orsted conservar los créditos fiscales federales que estaba obligada a repercutir a los clientes. De ahí que no fuera absurdo que Nipper apostara a que sus proyectos en la costa este de EE UU pudieran optar a una bonificación adicional del 10% en créditos fiscales a la inversión (ITC) en virtud de la IRA.
Por desgracia, ahora parece demasiado optimista. Como parte de los requisitos de “contenido local” de la IRA, Orsted tiene que garantizar que todos los procesos de fabricación del acero y el hierro estructurales que utiliza tengan lugar dentro de Estados Unidos. Sin embargo, según una fuente familiarizada con la situación, la cadena de suministro local de acero para torres eólicas sigue siendo prácticamente inexistente.
Podría decirse que Orsted tenía razón al reconocer tardíamente que el desaire de las subvenciones podría dificultar la rentabilidad de los proyectos, lo que hizo necesaria la depreciación de 6.000 millones de coronas danesas (810 millones de euros) la semana pasada, además de la depreciación de 10.000 millones (1.340 millones) por problemas en la cadena de suministro y tipos de interés más altos. Pero el hundimiento parece haber asustado más que tranquilizado a los inversores. Los dos tercios del ebitda de Orsted procedentes de la energía eólica marina son superiores a los de sus rivales, y tres de sus principales proveedores (entre ellos, Siemens Gamesa) han señalado retrasos debidos a sus propios problemas. Además, como pionera de la eólica, la mayoría de sus proyectos se encuentran en una fase avanzada en la que ya se ha gastado mucho capital.
La última táctica de Nipper es amenazar con abandonar los proyectos estadounidenses si los políticos no mejoran las subvenciones, poniendo en peligro sus objetivos de capacidad de energía verde para 2030. La estrategia de mano dura podría funcionar. Pero a menos de 390 coronas danesas, las acciones de Orsted apenas reflejan el valor de su gran flota de proyectos eólicos que ya producen energía y los que está construyendo, según los analistas de Citi. La nueva caída del precio de las acciones el martes y el miércoles sugiere que los inversores están preocupados acerca de dónde vendrá el crecimiento del grupo si los vientos políticos siguen soplando en la dirección equivocada.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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