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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El abrazo de BlackRock a Aramco tiene sentido en su contexto

La gestora va incorporar como consejero al jefe de Saudi Aramco. Destará una tormenta, pero quizá valga la pena

Amin Nasser, presidente y consejero delegado de Saudi Aramco
Amin Nasser, presidente y consejero delegado de Saudi Aramco AFP

BlackRock recibe con los brazos abiertos a la mayor compañía petrolera del mundo. La gestora de activos dirigida por Larry Fink y valorada en 109.000 millones de dólares anunció el lunes pasado que tiene intención de incorporar a su consejo de 16 miembros al presidente ejecutivo de Saudi Aramco, Amin Nasser, en calidad de consejero independiente. Nasser, que se unió a la mayor petrolera del mundo en 1982, será el 16º miembro del consejo de administración de BlackRock. “La distinguida carrera de Amin en Aramco, que abarca más de cuatro décadas, le da una perspectiva única sobre muchas de las cuestiones clave a las que se enfrentan nuestra empresa y nuestros clientes”, afirmaba en un comunicado Larry Fink.

Este acercamiento al jefe del gigante energético estatal podría provocar una verdadera tormenta política en los Estados Unidos. Pero si lo juzgamos desde la óptica de la inversión, el nombramiento tiene sentido.

Por un lado, lo que está haciendo BlackRock es simplemente sustituir a un director de Oriente Próximo por otro. Nasser, que capitaneó Aramco durante su oferta pública inicial en 2019, ocupará el asiento que actualmente corresponde a Bader Alsaad, ex director gerente de la Autoridad de Inversiones de Kuwait. Sin embargo, Arabia Saudí es un miembro clave de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), lo que convierte a Nasser en un elemento de influencia en el marco del futuro de los combustibles fósiles.

No es la única razón por la que el nombramiento es un posible tema candente en Estados Unidos. La violenta reacción empresarial a raíz del asesinato de Jamal Khashoggi por parte de agentes saudíes en 2018 ha amainado en buena medida, pero para algunos estadounidenses la herida sigue abierta.

La semana pasada, el ex director ejecutivo de AT&T, Randall Stephenson, citaba el asesinato del periodista como una de las causas que le llevaron a dimitir de la junta de la Asociación de Golfistas Profesionales, la cual había llegado a un acuerdo con un rival respaldado por el fondo soberano de Arabia Saudí.

Por tanto, Fink podría estar trasladando el control de daños de un extremo del espectro político a otro. Últimamente, BlackRock ha sido blanco de las críticas de la industria energética estadounidense por su apoyo a las políticas empresariales respetuosas con el clima. El instalar ahora a Amin Nasser podría contribuir a apaciguar a los partidarios del petróleo en estados como Texas, que han presionado a los fondos públicos para que retiren su dinero de BlackRock. Pero es posible que anime a otros. El senador por Connecticut Richard Blumenthal ha criticado los esfuerzos de la OPEP fomentados por Arabia Saudí para subir los precios del petróleo.

Sin embargo, la relación de Fink con Arabia Saudí y la industria energética es más ponderada de lo que dan a entender sus detractores. El gestor de activos firmó un acuerdo para invertir en un oleoducto de Aramco en el año 2021.

Su presentación más reciente para el día del inversor dedica casi el 10% de su espacio a la transición energética. Y el fondo de BlackRock cotizado en Bolsa iShares Global Energy, entre cuyas mayores participaciones están Exxon Mobil, Chevron y Shell, ha superado con creces al índice S&P 500 en los últimos tres años.

Es más, el gestor de inversiones no da señales de sufrir las consecuencias de la reacción. Sus activos bajo gestión aumentaron en un 11% hasta alcanzar los 9,4 billones de dólares en el segundo trimestre en comparación con el año pasado, mientras que sus acciones han subido más de un 20% a lo largo de los últimos 12 meses, superando cómodamente a rivales como T Rowe Price e Invesco. Esto indica que ignorar el espíritu de la época es el mejor plan para Fink y sus inversores.

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