La fusión de Vodafone en Reino Unido es una apuesta arriesgada
Una unión satisfactoria mantendría contentos a los accionistas, pero puede haber problemas de competencia
La sequía de acuerdos de Vodafone está llegando a su fin. Tras una larga espera, el grupo de telecomunicaciones, valorado en 24.000 millones de dólares, ha acordado combinar su negocio británico de telefonía móvil con Three, la unidad británica de CK Hutchison, con sede en Hong Kong. La nueva consejera delegada, Margherita Della Valle, lo califica de voto de confianza en el Reino Unido. La gran pregunta es si los organismos de control de la competencia están de acuerdo.
La operación sigue siendo la forma más fácil para Della Valle de hacer frente a los flojos resultados de Vodafone. La unión promete crear el mayor operador de redes de Gran Bretaña, con 28 millones de clientes. Vodafone es el más grande de las dos fusionadas, con unos ingresos y un ebitda que duplican los de Three UK.
En teoría, esto debería justificar una mayor participación en la empresa conjunta que el 51% que se queda Vodafone, pero el grupo británico también aportará unos 4.000 millones de libras (4.700 millones de euros) de deuda a la empresa fusionada para compensar la diferencia. También tendrá ventaja en el gobierno de la empresa, ya que tendrá derecho a nombrar al consejero delegado.
Este incómodo acuerdo es probablemente solo un parche. Vodafone espera comprar CK Hutchison en tres años, siempre que la empresa conjunta alcance un valor empresarial mínimo de 16.500 millones de libras (19.300 millones de euros). Eso no debería de ser un problema, puesto que los analistas ya valoran el negocio combinado en 11.000 millones (13.000 millones), sin tener en cuenta 700 millones (800 millones) de sinergias anuales de costes y capex para el quinto ejercicio. Según Vodafone, estas podrían tener un valor actual de unos 7.000 millones (8.000 millones).
El consejero delegado de Vodafone UK, Ahmed Essam, dirigirá el grupo combinado, mientras que el director financiero de Three UK, Darren Purkis, ocupará ese mismo puesto en la nueva empresa.
El reto será convencer a los reguladores británicos de las ventajas de reducir el número de operadores móviles de cuatro a tres. En 2016, un intento similar de combinar Three UK con O2, de Telefónica, fue bloqueado por el organismo de control de la competencia de la Unión Europea. Vodafone está utilizando el deterioro de las infraestructuras británicas como moneda de cambio. Sin la concentración, la empresa cotizada en Londres dice que no tendrá mucho dinero en efectivo para invertir en la tan necesaria red 5G, perjudicando la aspiración de Gran Bretaña de convertirse en un polo tecnológico.
Pero puede que no sea suficiente. La galopante inflación implica que a la Autoridad de Competencia y Mercados británica también le preocupará el aumento de los costes para los clientes más pobres. Las promesas de Della Valle de proteger las tarifas bajas para los clientes vulnerables y los contratos de pago por uso son probablemente solo una táctica inicial, pero existe un alto riesgo de que, incluso si el regulador aprueba el acuerdo, insista en una mayor congelación de precios, o pida a Vodafone que venda activos a sus rivales, reduciendo los beneficios del acuerdo.
Es mucho lo que está en juego para Della Valle. Fue nombrada en abril después de que su predecesor, Nick Read, fracasara en su intento de enderezar el rumbo del grupo. Un acuerdo satisfactorio mantendría contentos a accionistas como el multimillonario francés Xavier Niel. Pero si provoca un largo y dañino proceso antimonopolio, aumentará la presión para tomar medidas más radicales, como la venta de activos.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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