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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La valoración de Neuralink es un delirio

La startup de interfaces cerebro-ordenador de Musk tardará tiempo en salir al mercado, y más en hacer negocio

Presentación online de Neuralink, con Elon Musk junto a un robot, en 2020.
Presentación online de Neuralink, con Elon Musk junto a un robot, en 2020.Neuralink (AFP)

Neuralink, de Elon Musk, promete interfaces cerebro-ordenador para tratar enfermedades y almacenar recuerdos. Está valorada en 5.000 millones de dólares, según la cotización en un mercado secundario. Al igual que Tesla y SpaceX, los inversores parecen creer que podrá hacerse con una parte cada vez mayor de un mercado en rápido crecimiento. Pero probablemente no valga tanto.

La idea es usar un dispositivo que se implanta en el cerebro para enlazarlo con un ordenador. Los chips se conectan a más de 1.000 electrodos en 64 cables que entran y salen del cerebro. El objetivo inicial es probablemente modesto, al menos para lo normal en ciencia ficción: conseguir que un cerebro, por ejemplo, envíe mensajes de texto. Las versiones futuras quizá permitirían tratar la depresión, el párkinson o la esquizofrenia. Y mover cuerpos paralizados.

El 25 de mayo, la FDA autorizó los ensayos clínicos. Es un gran paso, pero el mercado de estos dispositivos con finalidad médica real es pequeño. Su rival Medtronic factura 1.700 millones en neuromodulación. Sus aparatos tratan la epilepsia, los temblores y otras afecciones. Boston Scientific y Abbott Laboratories tienen unos ingresos similares en este campo. Medtronic está valorada en 4 veces los ingresos previstos para 2024. Suponiendo que Musk pueda generar 3.000 millones en 10 años, descontándolos al 10% y poniéndolos en el múltiplo de Medtronic, Neuralink sí valdría lo que espera el mercado.

Los aparatos médicos tampoco son coches o cohetes. Tardan mucho en salir al mercado, ya que los reguladores quieren muchas pruebas durante un tiempo considerable para demostrar que los beneficios compensan los riesgos. El cerebro suele desconcertar a la medicina, así que cumplir con el juramento hipocrático, primero no dañar, es un gran obstáculo.

Incluso si pudiera venderse, Musk necesitaría tiempo para perfeccionarlo. Tesla se fundó en 2003, empezó a vender en 2008 y no facturó 2.000 millones hasta una década después. NeuroPace tardó un decenio en pasar del ensayo al mercado con un aparato más sencillo para la epilepsia. Así que parece optimista pensar que Neuralink esté en el mercado en 2033. Si tiene éxito, podría cambiar la neurología. Pero no hace falta ser neurocirujano para darse cuenta de que su valoración actual es un delirio.

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