La isla del automóvil y las escaramuzas de los depósitos
La transición del coche es una excepción en la tendencia nacionalista global
Estados Unidos, Europa y China tienen objetivos políticos diferentes, y también industriales en tecnologías que tienen que ver con la seguridad y los datos (en particular, los chips de última generación), pero en otros sectores comparten fines, y por ahora, colaboran para conseguirlos. En concreto, en la transición del automóvil a la movilidad verde, puesto que los coches no suponen una amenaza para el poder y la influencia de las naciones, más allá del poderío económico que aportan.
El desarrollo de empresas automotrices de cada uno de los tres continentes (por ahora, más de EE UU y China que de Europa) ha estimulado los avances en los otros, y las inversiones se cruzan de forma fructífera. Ahora es la china Gotion High-Tech, cuyo principal accionista es la alemana Volkswagen, la que anuncia una batería que permite recorrer 1.000 kilómetros con una sola carga. Salvo que la guerra comercial se recrudezca demasiado, en un futuro no demasiado lejano será habitual ver coches eléctricos de marcas europeas con baterías chinas (¿o viceversa?). En un mundo ideal, en el que unos países o personas no quisieran dominar a los otros, esta sería la forma omnímoda de funcionar.
Riad cierra algo el grifo del crudo cinco minutos antes de que caiga la demanda
La política de los países de la OPEP+ con respecto a la materia prima que protagoniza su labora se parece un poco a veces a la fábula de la zorra y las uvas: antes de que sea la demanda la que baje el precio, prefieren aparentar que llevan el mando y recortar la producción de petróleo. Es lo que hizo Arabia Saudí, en un millón de barriles diarios, de cara a junio. En la práctica, los países tampoco llevan a rajatabla sus previsiones, y las perspectivas de la economía mundial indican que la demanda puede caer en los próximos meses, si la estanflación asume por fin el papel principal.
La guerra por los depósitos seguirá quedándose en meras escaramuzas
Hoy no se fía, mañana sí, reza un típico cartel humorístico de las tiendas. El BCE ha hecho todo lo contrario con los bancos, inyectando liquidez a raudales en el sistema durante la pandemia, y sobre todo manteniendo los tipos ultrabajos durante más de una década. Por eso, aunque este mes las entidades europeas tengan que devolver casi medio billón de euros de las líneas TLTRO, seguirán andando sobrados de capital; es una mala noticia para quienes esperen que se produzca la ansiada guerra por los depósitos, que seguirá quedándose en meras escaramuzas, casi para disimular ante las miradas inquisidoras de Christine Lagarde y compañía. Que son, justamente, quienes han propiciado las condiciones de esta pax romana en el ahorro.
La frase del día
“Ucrania tiene armas suficientes para su contraofensiva contra Rusia, y la operación dará al país la victoria que necesita para unirse a la OTAN. El ingreso probablemente solo será posible tras el fin de las hostilidades activas”
Dmitro Kuleba, ministro de Exteriores de Ucrania
Fuera de la vigilancia de Bruselas hace mucho frío
Tanto en 2016 como en 2019 se repitieron las elecciones generales en España, así que ni siquiera su convocatoria anticipada en pleno verano asusta ya a los mercados, que han comprobado como la italianización política no afecta a la ortodoxia económica, más allá de alguna agria polémica en torno al SMI o algún debate por la forma de clasificar a los fijos discontinuos. La prima de riesgo, ese indicador de las pulsaciones del país que tras la crisis de 2008 abría los telediarios, cayó ayer por debajo de los 100 puntos. La deuda española tiene incluso mejores recomendaciones que la francesa. La calma primaveral contagia también a los bonos italianos: tras algunas experiencias negativas, también allí saben que fuera de la zona euro y de la vigilancia de Bruselas hace mucho frío.
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días
