Los lastres europeos frenan la carrera tecnológica
La UE puede perder la oportunidad de liderar la transformación de la economía
Las grandes operadoras europeas de telecomunicaciones llevan años reclamando a Bruselas una regulación más flexible, que se adapte a sus crecientes necesidades estratégicas y tenga en cuenta la valiosa aportación que el sector ha realizado a la digitalización de la economía mediante grandes inversiones en infraestructuras de comunicación. Lo recordaba ayer, y no es la primera vez, Telefónica, con ocasión de la publicación del tradicional Informe de la Sociedad digital en España que elabora cada año su fundación.
El argumentario de la compañía, enarbolado como una de las líneas estratégicas por su propio presidente, José María Álvarez-Pallete, sostiene que lo que está en juego en el sector de las telecomunicaciones europeas no es únicamente la competitividad y fortaleza de las operadoras, sino el posicionamiento de Europa como potencia digital en un mercado que se disputan con clara agresividad comercial EEUU y China.
Entre los datos que recoge el informe presentado ayer, destaca que mientras los ingresos de las operadoras de telecos caen, el tráfico de internet crece un 35% cada año y más del 50% en el caso de los datos móviles, lo que supone una ventaja competitiva muy poderosa para las grandes plataformas de internet, que no cargan en sus cuentas de resultados con la factura del coste de las infraestructuras que utilizan.
Pese a que esas tensiones no son únicamente europeas, sino que están presentes en otros mercados, el riesgo que corre Europa es la pérdida de esa carrera global por liderar un cambio tecnológico que supone un nuevo paradigma económico. Un riesgo que se ha acrecentado debido a la fuerte ola de proteccionismo inversor que ha impulsado la Administración Biden, aparentemente inmune a las débiles protestas europeas, y a la potente presencia de China en los mercados internacionales. Una pinza que puede acabar arrinconando a Europa y convirtiéndola en un mero mercado de consumo tecnológico más que en una potencia capaz de coliderar el futuro de la industria.
Las telecos europeas deben afrontar el reto de realizar su propio examen de conciencia. El deterioro de los resultados y la evolución de los valores en los mercados sugieren la necesidad de reflexionar sobre los contornos de un modelo de negocio que juega con muchos obstáculos en contra. Pero junto a ese ejercicio, Bruselas debe proponer un tratamiento fiscal que no penalice al sector frente a las multinacionales de internet, así como avanzar hacia una política de competencia que permita a las operadoras ganar tamaño para acometer las inversiones que exige el 5G y la fibra.
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