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El Foco
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Políticas europeas de industria e innovación: de las musas al teatro

En la UE se peca de plantear grandes objetivos que copan titulares, pero luego no se ejecuta con fondos y contundencia la planificación necesaria

Joe Biden y Ursula von der Leyen, en la Casa Blanca
Joe Biden y Ursula von der Leyen, en la Casa BlancaAlex Wong (Getty Images)

Estos últimos días se acumulan las voces que, desde foros relevantes, reclaman que Europa responda con decisión al nuevo contexto de competencia global, y pase de la reflexión a la acción con un conjunto coherente de políticas que nos devuelvan al centro del tablero en el que se está jugando el futuro de la industria global.

Dos ejemplos concretos de estos últimos días: el influyente think tank Bruegel publicaba un extenso y detallado artículo, Cómo Europa debería responder a la Ley de Reducción de Inflación de Estados Unidos, y, en la misma semana, el presidente del Banco Europeo de Inversiones, Werner Hoyer, desde su columna en Project Syndicate explicaba Lo que la economía de Europa necesita ahora.

Los dos artículos se refieren a la reacción que Europa necesita ante la citada Ley de Reducción de Inflación, que fue respaldada por el Congreso y el Senado de los Estados Unidos en agosto de 2022, para su implementación en enero de 2023, y que podría resumirse en dos puntos: favorece la compra de bienes fabricados en territorio de EE UU y aporta exenciones fiscales e incentivos directas a la producción en industrias clave.

¿Cuánto incentivo? Todo lo que ha hecho falta para que la industria americana sea competitiva con la china. El presupuesto de esta ley se ha estimado en 500.000 millones de dólares, que sumados a los que ya había comprometido en la Ley Bipartidista de Infraestructuras y en la Chips & Science Act van sumando ya un total de dos billones de dólares (millones de millones) en los tres próximos años.

No les ha preocupado mucho que esta nueva legislación no respete los tratados internacionales de libre competencia hasta ahora vigentes. Los que hasta ahora eran firmes defensores de “da igual dónde se fabrique, si el producto es más barato para nuestros consumidores, y da más margen a nuestros inversores”, se han dado cuenta de su grave error, y ahora su lema es “da igual que salga un poco más caro o sea menos rentable, si al final la industria y los puestos de trabajo se han quedado en casa”. La globalización está mutando, y es importante estar atentos y reaccionar al nuevo escenario.

Nuestros competidores globales (China y Estados Unidos) no tienen el problema de debatir la reforma de su Estado del bienestar (inexistente), así que su foco es mucho más nítido, su presupuesto se prioriza más rápido y con más eficacia. Los inversores globales también se han dado cuenta y están atentos, así que el dinero privado tampoco faltará a la cita…

Un ejemplo concreto ha salido también a los medios estos días. Volkswagen decidía paralizar una planta de baterías en el este de Europa, y dar prioridad a una instalación similar que tenía proyectada en Estados Unidos, y para la que calculaba recibir un incentivo de 10.000 millones de euros.

Aunque en los días siguientes hubo alguna reacción de la Unión Europea, la verdad es que seguimos bastante despistados en estos temas. Mantenemos un debate interminable en torno al mantenimiento del Estado de bienestar (la reforma de las pensiones, por ejemplo) que pone el foco en el gasto, pero no en la generación de riqueza.

Francia, de momento, está impulsando con más claridad que la UE apruebe una ley de compra de productos europeos y otorgue incentivos a gran escala. Alemania duda, y otros países tradicionalmente favorables al libre comercio, como los Países Bajos y Suecia, dudan más todavía… España tendrá que andar muy atenta para no quedar descolgada de estas conversaciones (algunos Estados del norte ya han sugerido rescatar parte de los fondos Next Generation, y dedicarlos a este nuevo objetivo…)

No basta con ser seguidores de las políticas y americanas, Europa debe aspirar a liderar la nueva industria, una posición que le permita defender las conquistas sociales de estos dos últimos siglos. Debemos coordinar todas nuestras políticas (a nivel europeo, nacional y autonómico) para recuperar la industria. Tenemos que actuar con decisión, y para eso es clave construir un clima de colaboración y diálogo entre lo público y lo privado, asignar la máxima prioridad y repensar las políticas industriales, y acometer con decisión y recursos la nueva Agenda Europea de Innovación aprobada a mediados del año pasado.

En Europa pecamos de plantear grandes objetivos que llenan titulares (cero emisiones 2050), pero no ejecutamos con fondos y contundencia la planificación necesaria para cumplir esos ambiciosos objetivos. La innovación es una política de incentivos, no de discursos... Las políticas de innovación cubren los fallos de mercado inherentes a las inversiones privadas en I+D: las empresas, especialmente las pequeñas y medianas, o aquellas de sectores no tecnológicos, tienden a invertir en I+D por debajo de lo social y económicamente deseable. La innovación, pese a ser motor indudable de prosperidad, se percibe como arriesgada y de retorno incierto. Por ello, los países que quieren competir con éxito, despliegan políticas dotadas de potentes incentivos económicos a aquellos proyectos de mayor capacidad tractora. Esto es especialmente necesario en el nuevo contexto internacional, de fragmentación y competencia por atracción de actividades de alto valor

Apostar por la industria es el único camino para generar empleos de alto valor añadido (una asignatura de importancia crucial, sobre todo en el sur de Europa), estabilizar nuestras balanzas de pagos comerciales, y recuperar la soberanía tecnológica que hemos perdido en algunos temas. No debemos olvidar cómo al principio de la pandemia tuvimos que importar mascarillas de China, o como al reiniciar la actividad las fábricas europeas estuvieron paradas por falta de componentes que no llegaban de Asia…

Ayer era urgente, hoy vamos tarde. Como dirían los clásicos, de las musas al teatro.

Grupo de reflexión de Ametic

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