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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cómo afrontar el pánico bancario: las claves de la inversión por eventos

Casi cualquier posible crisis es una oportunidad para este tipo de inversores, que tienen un perfil bajo porque lo que hacen no está socialmente bien visto

Los logos de los bancos suizos UBS y Credit Suisse en una calle de Zurich.
Los logos de los bancos suizos UBS y Credit Suisse en una calle de Zurich.DENIS BALIBOUSE (REUTERS)

Las noticias recientes hablan ya de varios bancos europeos y estadounidenses con problemas en sus balances. Probablemente muchos inversores se pregunten cuál es la mejor forma de aprovechar este evento. La respuesta se encontraría en la inversión por eventos, que proporciona un marco mental adecuado para tratar de conseguir la mayor rentabilidad posible ante la aparición de situaciones cambiantes inesperadas.

Hay varios tipos de situaciones especiales, como los spin-offs en los que una empresa decide separar parte de su negocio que pasa a cotizar de manera independiente, las bancarrotas en las que en ocasiones se recupera mucho más de lo invertido cuando se liquida la empresa, reestructuraciones corporativas con ventas o cierres de algunas de las líneas de negocio que pueden mejorar de forma sostenida la parte restante; también los cambios regulatorios crean situaciones especiales de muchas maneras, como por ejemplo impidiendo o dificultando la aparición de nuevos competidores.

Además de todos estos, la inversión por eventos se fundamenta en encontrar ideas de empresas que vayan a aumentar mucho de precio próximamente debido a una circunstancia que se puede leer en el periódico, pero que la mayoría de los gestores de capitales no saben o no pueden aprovechar. Para quien preste atención suele haber al menos un par de eventos significativos cada año, probablemente más si de verdad se está atento a cómo las distintas noticias afectan a los diferentes mercados.

Allá por enero de 2020 llegaban noticias de Wuhan, una ciudad china hasta entonces desconocida. La información era confusa, pero el 3 de febrero se informaba de que se había levantado un hospital en diez días. Los datos de la dictadura comunista eran poco creíbles, pero se sabía que pasaba algo grave. El 4 de febrero diez pasajeros del crucero Diamond Pricess eran diagnosticados con el virus y el buque con más de 3.000 ocupantes se puso en cuarentena. Había muchos ancianos occidentales, aislados en sus camarotes; en los siguientes días comenzaron a enfermar cada vez más personas y se acumularon los fallecimientos. Era hora de salir de la Bolsa, o ponerse en corto. Entre el 20 de febrero y el 20 de marzo el Ibex 35 cayó el 35% y el S&P 500 el 31%. ¿En qué invertir justo después? Por ejemplo, en Amazon, que se aprovecharía de un mayor nivel de comercio electrónico durante la pandemia. ¿Cuándo vender? Cuando anunciasen la disponibilidad de la vacuna, que llegó ese mismo noviembre. Un 85% de rentabilidad en ocho meses solo por estar atento a los titulares de las portadas.

Ya había vacuna, y el inversor por eventos tenía el capital libre. Entonces podría haber invertido su patrimonio en el sector del ocio y entretenimiento, por ejemplo, en el Invesco Dynamic Leisure and Entertainment. La siguiente pregunta sería cuánto tiempo dejar allí su inversión: o hasta que se vea otro evento o unos meses hasta que ya la nueva información esté descontada en el precio de las acciones. Cuatro meses después del anuncio de las vacunas, la rentabilidad hubiera sido del 57%, seis meses después se hubiera reducido al 27%. En este caso, la paciencia excesiva hubiera ido contra el inversor porque la efectividad de las vacunas para prevenir contagios se mostró mucho menor a lo anunciado inicialmente. ¿Y si alguien hubiera comprado acciones de la farmacéutica Pfizer el día del anuncio de la vacuna? -4% en cuatro meses y 9% en medio año. A la hora de invertir por eventos no se puede ser demasiado básico, hay que buscar las derivadas de las nuevas situaciones.

Los inversores por eventos no solo están atentos a las pandemias. Casi cualquier posible crisis es una oportunidad para este tipo de personas, por lo que a veces se les identifica como buitres que esperan la desgracia ajena para aprovecharse. Normalmente mantienen un perfil bajo para que sus estrategias no se masifiquen y pierdan efectividad, y además porque lo que hacen no está socialmente bien visto.

En noviembre de 2021 se anunciaban movimientos de tropas rusas en un número nunca visto hasta entonces. Además, se acumulaban en el sur de Bielorrusia, a menos de cien kilómetros de Kiev. Cualquiera bien informado valoró la posibilidad del intento de invasión de la capital ucraniana, que se produjo el febrero siguiente. ¿En qué invertir? En este caso había muchas posibilidades, por ejemplo, en materias primas: Ucrania exportaba aceite de girasol y trigo, cuyos precios se dispararon los meses siguientes. Aún más interesante era pensar en la derivada de la guerra: las sanciones al petróleo y gas ruso, que subieron de precio mucho más y la duración del efecto fue bastante mayor. El inversor por eventos más intrépido hubiera previsto el aumento de la actividad de buques metaneros y petroleros por la dislocación de las rutas marítimas, que ahora son mucho más largas. Algunas de las acciones de empresas de petroleros han multiplicado por cuatro su precio en bolsa desde entonces.

Hace poco más de un mes observamos con horror el terrible terremoto en el sureste de Turquía. Uno de estos inversores buitres comenzó a buscar empresas cementeras con la mayor parte de producción cerca de la zona afectada. Las constructoras podrían afrontar multas cuantiosas por haber construido edificios e infraestructuras de mala calidad, pero es indiscutible que se necesitará más cemento durante los próximos años para la reconstrucción. La mejor idea era Cimsa, que en dos semanas se disparó el 75% y aún ahora, tras el paso de la euforia inicial, sigue el 25% por encima del precio anterior a la catástrofe.

¿Cómo aprovechar ahora el pánico bancario? Algunos inversores tratarían de invertir directamente en las acciones de los bancos con problemas, y en caso de quiebra o compra con descuento tendrían grandes pérdidas. Otros apostarían por los bonos de esos bancos, pero de nuevo se podría materializar una pérdida muy elevada. Quizás sea mejor idea comprar las entidades financieras que se ven como más sólidas por su mayor tamaño, y que reciben los depósitos que huyen de la incertidumbre. Hay quien habla de Bank of America y JP Morgan. Sin embargo, las mejores oportunidades de este evento seguramente se encuentren en un sector no relacionado, en algo que a priori no sea obvio. Se sabe que las start-ups van a tener peores condiciones de financiación tras esta crisis, lo que mejora las expectativas de inversores que se posicionan en corto anticipando quiebras de algunas tecnológicas con pérdidas. En el lado de las compras, habrá empresas establecidas que reducirán su competencia y mejorarán su negocio. Seguro que hay inversores por eventos que ya tienen algunas de ellas identificadas y se han posicionado para tratar de aprovechar la última noticia que sacude los mercados.

Juan Luis Santos es profesor en la Universidad CEU San Pablo

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