El oro se calma: claves de por qué los gestores insisten en mantenerlo en cartera
La reciente corrección ha reducido las posiciones más especulativas. Los analistas destacan que hay sostén para que su precio se asiente y retome las subidas


La corrección del oro ha sido drástica pero de momento ha durado solo dos días. En la sesión del martes el metal precioso sufrió su mayor caída desde 2013, con un descenso del 5,3%, que continuó con mucha menor intensidad al día siguiente. La tentación de recoger beneficios es muy fuerte en un activo que, hasta ese derrumbe, se había apreciado el 65% en el año y un 12% en el mes de octubre. La fiebre por el metal precioso, que acumula su tercer año de apreciación, ha calado no solo entre los bancos centrales sino entre los inversores institucionales, incluyendo los más especulativos. Analistas y gestores coinciden en que la corrección era previsible partiendo de que el metal marca máximos sin precedentes y había llegado a rozar los 4.400 dólares. Pero no creen que sea el inicio de un cambio de rumbo, bajista, en su cotización, y defienden que los factores estructurales que impulsan el oro se mantienen y permiten pensar en que retomará su ascenso.
De momento, toca consolidar los niveles alcanzados. En la sesión de este miércoles, el metal precioso evita las caídas con una subida del 1%, sobre los 4.100 dólares. “Si bien un ajuste en las opciones especulativas sobre el oro contribuyó probablemente a la corrección, pensamos que un movimiento estructural e insistente de compras continuará, y todavía vemos potencial para que alcance los 4.900 dólares a finales de 2026, con el creciente interés por el oro como diversificador estratégico en la cartera”, defiende Goldman Sachs en un informe publicado este miércoles.
La ausencia de datos de posicionamiento en el mercado de futuros de materias primas de EE UU (Commodity Futures Trading Commission) a causa del cierre del Gobierno Federal en EE UU fue un posible detonante de la fuerte caída del oro el martes, según UBS. La firma suiza reconoce que la fulminante subida del precio acumulada este año acentúa la volatilidad pero considera que los metales preciosos deberían seguir sostenidos por una combinación de factores macroeconómicos, fundamentales y de momento de mercado. Añade que “la estabilización del precio del miércoles sugiere que algunos inversores pueden estar aprovechando para comprar en la caída. Mientras se mantenga el cierre de gobierno en EE UU y persista la incertidumbre económica y geopolítica, esperamos que la demanda de activos seguros dé soporte a los metales preciosos”. En conclusión, UBS ve potencial de subida en el oro hasta los 4.700 dólares por onza en el caso de un escenario adverso en lo político y lo económico y recomienda reservar al metal precioso entorno al 5% de una cartera diversificada.
La reciente corrección está sirviendo para purgar en gran medida la euforia alrededor del oro, aunque los grandes inversores no ponen en cuestión su atractivo. Hasta este lunes, el precio del oro en había encarecido en más de 900 dólares la onza desde principios de septiembre. Y de seguir a ese ritmo, los 5.000 dólares estarían a tiro de piedra. Sin embargo, la expectativa de alcanzar ese nivel se ha desinflado y el mercado ahora apenas concede un 4% de probabilidades a alcanzar tal cota al final de este año. “Seguimos opinando que una consolidación es mucho más probable que una corrección”, afirma Carsten Menke, director de Investigación Next Generation de Julius Baer. Los 5.000 dólares la onza no estarían al caer pero sí es el nivel al que podría cotizar el oro en un plazo de tres años, según ha explicado este miércoles Monica Defend, directora del Amundi Investment Institute, en una entrevista con Bloomberg TV.
Giordano Lombrado, fundador y consejero delegado de Plenisfer Investments (parte de Generali Investments), tampoco duda del recorrido del metal precioso pese al reciente traspiés. “El oro seguirá ocupando una posición estructural y significativa en nuestra cartera”, asegura. Y da tres razones para ello: las crecientes dudas sobre la sostenibilidad de la deuda soberana, empezando por la de Estados Unidos; el hecho de que los bancos centrales de los mercados emergentes están sustituyendo las reservas en dólares por oro; y la creciente demanda privada, que parte de una base muy baja.
Simon Jäger, gestor en el equipo multiactivo de Flossbach von Storch, defiende que “los inversores deberían destinar alrededor del 10% de sus activos al metal precioso”. El ejecutivo defiende que el oro se está convirtiendo en nueva moneda de reserva mundial, en especial para los bancos centrales de China y Rusia, en una tendencia que promete continuar. “Este año ha sustituido al dólar estadounidense (o a los bonos del Tesoro de EE UU) como la mayor inversión dentro de las reservas de divisas de los bancos centrales de todo el mundo”, asegura. Apunta también que las incertidumbres geopolíticas favorecen el alza del precio del metal precioso y advierte de un nuevo factor añadido, el reciente interés de los pequeños ahorradores chinos. “A la vista de la crisis inmobiliaria y del mercado bajista de los últimos años, cada vez más chinos están descubriendo el oro como inversión“, añade.
En el más corto plazo, el precio del oro va a estar sujeto a los vaivenes de la relación entre Estados Unidos y China. Los inversores está pendientes de un encuentro a finales de este mes entre Donald Trump y Xi Jinping que ponga fin a la tensión entre ambas potencias. “El anuncio de un acuerdo puede contribuir a la consolidación del precio del oro en las próximas dos o tres semanas”, afirma Citi. El banco estadounidense mantiene a medio plazo su previsión para el oro en los 4.000 dólares la onza.
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