Europa frente a Wall Street: el último dilema de millones de inversores
Los ejecutivos de la gestora de fondos de JP Morgan debaten sobre el fin del excepcionalismo estadounidense y el impacto de los planes de estímulo


A la izquierda, William Shakespeare, Isaac Newton, John Milton o Francis Bacon. A la derecha, Homero, Sófocles, Herodoto o Platón. Las vidrieras de la antigua Escuela de Londres, hoy sede de JP Morgan Asset Management, unen a grandes personalidades británicas con otras de la Antigua Grecia. “No eran de una época, sino para todos los tiempos”, se lee junto a sus figuras. Bajo su mirada, algunos ejecutivos de la firma expusieron la semana pasada su opinión del momento actual de los mercados, en un acto al que fue invitado CincoDías. En las intervenciones sobrevoló un dilema: ¿En pleno aumento de la incertidumbre por la guerra comercial, es momento de invertir en Europa, la gran ganadora de 2025, o de hacerlo en Wall Street, en números rojos en lo que va de año?
Estados Unidos: ¿el fin del excepcionalismo? John Bilton, responsable global de Estrategia Multiactivos en JP Morgan AM, defendió en su presentación la idea de que algunos están dando por muerto antes de tiempo el excepcionalismo estadounidense. Esa teoría, por la cual los activos de la primera potencia merecen cotizar con prima sobre el resto porque sus compañías son parte de un mercado más boyante, que históricamente ha proporcionado mejores retornos, está siendo cuestionada en medio de la guerra arancelaria y la debilidad del dólar, casi un 10% abajo este año frente al euro. “Estados Unidos es excepcional en innovación, propiedad intelectual y tecnología. Y eso no cambiará pronto. Hoy, los mercados de valores reflejan eso”, afirmó. 21 de las 25 mayores compañías del mundo por capitalización bursátil son estadounidenses. Y de ellas, casi la mitad son tecnológicas.

Bilton también cree que los informes que predicen el fin del reinado del dólar son “muy exagerados”, porque el billete verde está involucrado en el 88% de las transacciones cambiarias mundiales, y en el 47,9% de las operaciones comerciales internacionales. Aunque reconoce que el resto del mundo está “despertando” y cerrando la brecha con EE UU, no cree que eso deba implicar una salida del mercado norteamericano.
También resta relevancia a la decisión de Moody’s de retirar la máxima nota a la deuda del Tesoro de Estados Unidos. Ian Stealey, director de Inversiones Internacionales en JP Morgan AM, cree que era algo que iba a ocurrir tarde o temprano, después de que lo hicieran las otras dos grandes del sector, Fitch (en 2023) y S&P (en 2011). Bilton coincide. “Esto no significa que haya habido ningún cambio, pero es una señal de que hay un déficit importante en Estados Unidos que necesita ser resuelto. No es nada que no supiéramos ya”.
¿Se están alineando finalmente las estrellas para Europa? Bajo este título tan prometedor, Jon Ingram y Alexander Whyte, gestores de carteras en JP Morgan AM, realizaron una presentación en la que identificaron seis vientos de cola para los mercados europeos: un estímulo fiscal potente en defensa e infraestructuras, bajos precios de la energía gracias a la caída del gas y el petróleo, bancos europeos en buena forma —recuerdan que baten a los Siete Magníficos desde 2020, y son más rentables y baratos que los estadounidenses—, valoraciones atractivas, confianza de los consumidores, y una política monetaria que, a diferencia de la estadounidense, apuesta por los recortes de tipos de interés. “Los grandes flujos de capital hacia Europa solo están empezando”, defienden.
En el caso de las valoraciones, estiman que todos los sectores, salvo el de tecnologías de la información, están más baratos en Europa que en EE UU, pese a que índices como el Dax alemán o el Ibex español contando dividendos rondan zona de máximos. En su exposición, destacó los sectores de consumo discrecional y energía, cuyo precio sería más de un 20% inferior al de sus comparables de EE UU. Pero incluso el financiero, después del rally de la banca de este último lustro, sigue más de un 10% por debajo de las entidades estadounidenses si se combinan resultados y valor en Bolsa, por lo que serían una compra más atractiva.

Entre las flaquezas, suele achacarse a Europa la falta de grandes tecnológicas, pero en su opinión, la alternativa estadounidense en ese campo, los célebres Siete Magníficos, tienen la desventaja de que sus gastos están creciendo a un ritmo mucho mayor que sus ventas, que tienden a estabilizarse. Eric Ghernati, gestor de la entidad especializado en acciones estadounidenses, ve cierto escepticismo en torno a la rentabilidad futura de esas ingentes inversiones. “No es como en la burbuja puntocom, porque son compañías con mucho flujo de caja e invierten desde una posición de fortaleza, pero están invirtiendo mucho en inteligencia artificial sin que veamos retornos notables, y los inversores se preguntan por qué gastar todo ese dinero”.
Patrick Thomson, consejero delegado para EMEA de JP Morgan AM, ve un interés creciente por invertir en Europa. “Si como inversor internacional piensas dónde ir, la predictibilidad es importante. Y eso hace a Europa más atractiva”, señala. Entre los retos, cita atraer hacia los mercados de capitales una parte del desmesurado ahorro que los hogares europeos guardan para su jubilación en depósitos prácticamente sin remunerar, que cifra en unos dos billones de euros.
Karen Ward, estratega jefe de mercados para EMEA de JP Morgan AM, cree que los mercados europeos no lo estaban haciendo tan bien porque el nivel de gasto era menor al de Estados Unidos. “El Gobierno de EE UU literalmente envió cheques por correo a las casas en la pandemia”, recordó. Eso está cambiando. “Alemania ahora tiene el potencial de gastar. Y este paquete va a ser muy significativo. La pregunta es cómo de rápido pueden gastar tanto dinero”.
Su apuesta, por tanto, es que es el momento de Europa. “Quizá Trump desregule y recorte impuestos. Estados Unidos es todavía una gran economía con tecnológicas espléndidas, pero está en precio. Se ha juntado demasiado optimismo en EE UU y demasiado pesimismo en Europa, y esa brecha debe cerrarse. Los inversores empiezan a contemplar que quizá deban tener algo más en Europa”.
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