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Claves de la reunión del BCE: Lagarde lista para actuar ante lo impredecible, también para bajar más los tipos

El Consejo de Gobierno ha sido unánime en su respuesta de recortar tasas ante el nuevo escenario de guerra comercial y asume que el entorno puede ser muy distinto, incluso peor, en su próxima reunión

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, en rueda de prensa el 17 de abril.
Nuria Salobral

La decisión tomada por el Consejo de Gobierno del BCE este Jueves Santo era la única posible, un recorte de tipos de interés con el que responder al deterioro de las perspectivas de crecimiento que ya está causando la guerra comercial declarada por Donald Trump. La rebaja del precio del dinero hasta el 2,25%, la sexta consecutiva, fue tomada por unanimidad, prueba de cómo incluso los halcones, el ala del BCE que más se resiste a la senda continuada de recortes de tipos, están alertas ante el daño que la guerra comercial puede causar a la zona euro. El BCE no tiene de momento sobre la mesa otras medidas extraordinarias de política monetaria con las que velar no solo por la estabilidad de precios sino por la estabilidad financiera, ahora también amenazada, pero su presidenta se mostró este jueves en guardia, lista para actuar con la agilidad que sea necesaria en unos tiempos que, según reconoció su presidenta Christine Lagarde, transcurren a gran velocidad. Insistió una vez más en que no hay una senda predeterminada para los tipos de interés en la zona euro, aunque el mercado interpreta que llegarán nuevos recortes en los próximos meses. “Lagarde parece más preocupada por los riesgos para el crecimiento que por la inflación”, concluyen en BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo.

El impacto de los aranceles

El BCE ha hecho un diagnóstico claro al avanzar que los aranceles dañan las perspectivas de crecimiento en la zona euro y son todo un “shock” para la demanda, aunque no extrae una conclusión definitiva sobre su efecto en la inflación. Por un lado la caída en el precio de la energía a nivel global junto con la apreciación del euro, que permite comprarla con menos esfuerzo, permiten avanzar en la desinflación. Es la situación que se ha encontrado el BCE en su reunión de este jueves. Pero, como ha reconocido Lagarde, “esta situación podría verse reforzada por una menor demanda de exportaciones de la zona del euro debido al aumento de los aranceles y a un desvío de las exportaciones hacia la zona del euro procedentes de países con exceso de capacidad”. Además, con un coste de financiación más caro por la tensión financiera también sufriría la demanda interna, un motivo más para reducir la inflación.

Sin embargo, también hay elementos inflacionistas en los aranceles. “La fragmentación de las cadenas mundiales de suministro podría elevar la inflación al hacer subir los precios de las importaciones. Un aumento del gasto en defensa e infraestructuras también podría elevar la inflación a medio plazo. Los fenómenos meteorológicos extremos, y la crisis climática en general, podrían hacer subir los precios de los alimentos más de lo previsto”, advierte el BCE. Y Lagarde añade que no está claro el impacto neto en la inflación. Menos aún cuando está pendiente la negociación comercial entre la UE y Estados Unidos. Por ahora, el BCE no contempla en su escenario base una represalia europea, pero todo está aún por ver.

“Estar listos para lo impredecible”

“La economía de la zona del euro ha acumulado cierta resiliencia para hacer frente a las perturbaciones mundiales, pero las perspectivas de crecimiento se han deteriorado debido al aumento de las tensiones comerciales”, reconoce el BCE en su comunicado posterior a la reunión. Y esas tensiones comerciales —Lagarde evitó intencionadamente emplear el término guerra comercial— también auguran una posible pérdida de confianza en hogares y empresas a la hora de consumir e invertir y más volatilidad en los mercados, con un endurecimiento de las condiciones de financiación.

La Casa Blanca ha puesto en marcha la maquinaria de la inestabilidad financiera: oleada de ventas en Bolsa y aumento de los diferenciales de los bonos corporativos en todo el mundo. También en la deuda soberana estadounidense, encareciendo aún más la financiación del país a un ritmo que comenzaba a ser inquietante hasta que Trump anunció una tregua de 90 días. En otras ocasiones tal inestabilidad financiera ha obligado a los bancos centrales a intervenir no solo con recortes de tipos sino con inyecciones masivas de liquidez o compras de deuda. De momento, la respuesta del BCE es bajar el precio del dinero, sin que se haya abordado ninguna otra medida. Pero Lagarde ha insistido en la importancia de que el banco central esté preparado para actuar y lo haga con agilidad. La presidenta del BCE no cree que, una vez conocidos los aranceles de Trump, se haya alcanzado el pico de incertidumbre, al contrario. Al igual que el escenario económico era otro seis semanas atrás, en la anterior reunión del BCE, todo puede cambiar de cara a la próxima, el 5 de junio. “Lo que sé es que el BCE tiene que estar listo para lo impredecible”, declaró Lagarde.

Fin de la restricción monetaria

El BCE ha desterrado definitivamente el término “restrictivo” de su descripción sobre los tipos de interés, lo que no significa que haya alcanzado el punto y final en los descensos del precio del dinero. Meses atrás señalaba que la política monetaria aún era restrictiva, es decir, que los tipos estaban a un nivel que restringían el crecimiento en favor del control de la inflación. Y en la anterior cita de marzo, cuando los tipos descendieron al 2,5%, ya reconocía que la política monetaria estaba adoptando “una orientación considerablemente menos restrictiva”. En la reunión de este jueves ha desaparecido cualquier alusión a ese término, que para Lagarde ha perdido significado en el momento actual de máxima incertidumbre, en el que tampoco tiene sentido hablar de tipo de interés neutral. “La tasa neutral es un concepto que sirve para un mundo libre de shocks. ¿Alguien en esta habitación piensa que estamos en un mundo libre de shocks?”, argumentó Lagarde.

El BCE está prescindiendo así de uno de los indicadores clave en el lenguaje críptico de los banqueros centrales, de una señal que ha permitido largo tiempo anticipar los movimientos futuros de los tipos. Ahora no hay compromiso con ninguna senda de tipos, según ha insistido Lagarde, aunque el mercado sí esté anticipando nuevos recortes. El mercado ha elevado su apuesta a una nueva rebaja en junio, a la que da un 86% de probabilidades. “Los riesgos económicos para la economía de la zona euro han aumentado y esperamos que la tendencia desinflacionista se refuerce aún más en los próximos meses, a medida que los precios de la energía se suavicen y el euro se aprecie. Esto deja la puerta abierta a nuevas bajadas de tipos en los próximos meses”, aseguran en DWS.

Respaldo a la independencia de la Fed

Los bancos centrales se han esforzado en ganarse la credibilidad en los últimos años, después de que calibraran mal la intensidad con que subió la inflación tras la pandemia, en un fenómeno que ni mucho menos fue transitorio. Lagarde también insistió este jueves en la importancia de generar confianza y de ser transparentes en su actuación, una tarea para lo que es clave su independencia, ahora amenazada en la Reserva Federal. Donald Trump echó en cara a Jerome Powell este jueves no seguir los pasos del BCE con una bajada de tipos y aseguró que es urgente el cese del presidente de la Fed. Todo un misil para la independencia del banco central más influyente y poderoso del mundo y que es un motivo más para que el mercado siga cuestionado el papel del dólar como divisa de referencia a nivel global, a pesar de que el presidente de EE UU no tiene capacidad legal para destituir a Jerome Powell.

“Tengo mucho respeto por mi estimado colega y amigo Powell. Tenemos una relación estable entre banqueros centrales”, defendió Lagarde a su homólogo de la Fed. Al margen de que pueda ensancharse la brecha de tipos entre EE UU y la zona euro, los principales bancos centrales del mundo mantienen líneas cruzadas de financiación en sus respectivas divisas que garantizan la estabilidad financiera y que no dudan en reforzar en momentos de tensión. Una complicidad forjada en sucesivas crisis y asentada en su independencia y que ningún político había amenazado hasta ahora.

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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