China y su nuevo intento de reanimar su Bolsa: ¿esta vez sí es momento de invertir?
Los expertos aplauden las medidas de estímulo pero dudan de si serán suficientes para extender el fuerte rally de los últimos días y para reactivar una economía atrapada en la crisis inmobiliaria y la caída del consumo
Los mercados chinos llevan toda la semana cerrados por la festividad del 75 aniversario de la creación de la República Popular China, pero la semana anterior vivieron la mayor euforia alcista en 16 años. El motivo fue el anuncio el 24 de septiembre de medidas de relajación de la política monetaria (incluida bajada de tipos), reducción de coeficientes bancarios y también de apoyo al sector inmobiliario, con la guinda de dinero público dispuesto a entrar en Bolsa. Dos días después, una reunión inesperada del Politburó chino dejaba el camino abierto a otras medidas fiscales para apoyar el consumo de las familias, y lograr el objetivo de terminar el año con un crecimiento del 5%. El índice bursátil de Shanghai, el CSI 300, se anotó esos días un alza del 23,8%, dejando atrás las pérdidas del 5% que acumulaba en este 2024.
Las Bolsas chinas llevan más de tres años desconectadas de las subidas de las plazas occidentales: el índice CSI 300 cotiza ahora un 30% por debajo de su máximo marcado en febrero de 2021 en 5.807 puntos (el S&P 500 ha ganado un 49% en ese periodo). Los anuncios de las autoridades chinas lograron también contagiar esta euforia al sector del lujo europeo -muy dependiente de sus ventas a China- que se revalorizó un 18% y la cartera de valores expuestos a China, creada por el banco de inversión Goldman Sachs, ganó un 9% en la semana. También materias primas como el cobre recibieron un impulso inesperado en su precio.
Estas alegrías conviven con la falta de confianza en la gobernanza y transparencia del país por parte de la gran mayoría de la comunidad inversora. Sin embargo, Victoria Mio, directora de renta variable de China de la gestora Janus Henderson, cree que ahora puede ser diferente: “Aunque los intentos anteriores de estimular la economía china, como el de abril de este año, en el que se emitieron bonos especiales del Estado a largo plazo, no lograron crear un impulso duradero, existen razones de peso por las que esta vez podría funcionar”, explica. Su optimismo lo basa en que la bajada de tipos de la Reserva Federal estadounidense (Fed) en septiembre ha creado un entorno más favorable para que los responsables políticos chinos apliquen medidas de estímulo, reduciendo la preocupación por la fuga de capitales o la devaluación de la moneda. Además, destaca la urgencia “de la reunión del Politburó fuera de calendario y el lenguaje inusualmente directo utilizado”. Por último, indica que las medidas no sólo abordan la política monetaria, sino también los retos del sector inmobiliario, la estabilidad del mercado bursátil y la confianza de los consumidores. “Es posible que en las próximas semanas se anuncien medidas adicionales”, concluye.
La Bolsa china sigue un 30% por debajo de sus máximos de 2021, mientras el S&P 500 sube el 50% desde entonces
Los analistas ven necesario un empuje en materia fiscal que, según recoge Goldman en un reciente informe, se especula que ronde los 260.000 millones de euros (unos 2 billones de yuanes). “Estimamos que las medidas de flexibilización del Banco Popular de China impulsen el PIB real en 40 puntos básicos, mientras que las implicaciones para el crecimiento de las posibles medidas fiscales informadas por los medios son difíciles de precisar”, explican desde Goldman. Guillaume Tresca, estratega senior de mercados emergentes de Generali AM, es contundente: Llas medidas van en la buena dirección y deberían contribuir a reforzar la confianza de los consumidores. Sin embargo, es probable que no basten para dar un vuelco completo a la economía china, ya que se necesitan medidas fiscales para reactivar la demanda privada. Éstas deberían llegar más adelante, en octubre-noviembre”.
El estratega jefe de mercados del banco Lazard, Ronald Temple, también considera que las medidas “siguen siendo insuficientes para resolver los problemas económicos subyacentes de China”. Y añade: “Crece la especulación de que estas medidas se completarán con un estímulo fiscal, probablemente en forma de una emisión adicional de bonos del gobierno central a largo plazo de hasta 2 billones de yuanes (1,6% del PIB) ya que el país necesita reformas estructurales para facilitar un mayor consumo y una disminución del ahorro de los hogares”, concluye.
Para los expertos consultados el objetivo de crecer el 5% este año resulta complicado. David Rees, economista senior de mercados emergentes de Schroders considera que los datos de China de agosto no fueron muy alentadores (debilidad en consumo e inversión) y sugieren que “el crecimiento del PIB en el tercer trimestre podría no mostrar ninguna mejora por lo que queda muy lejos del objetivo del 5%”. Rees pronostica que, atendiendo a lo ocurrido en otras economías, “a la actual corrección inmobiliaria en China le quedan aproximadamente tres años, lo que supondría nuevas caídas significativas de los precios de la vivienda”, explica.
Los aranceles de EEUU tras las elecciones serán clave y, en función de quién gane, podrían provocar otra fuga de capitales
El esperado paquete de medidas fiscales insinuado por el Politburó se enfrentará a otro reto: las elecciones presidenciales en Estados Unidos el próximo 5 de noviembre. Yingrui Wang, economista para China del equipo de análisis de AXA IM, se muestra alarmado: “El aumento de los aranceles estadounidenses podría desencadenar una fuga de capitales de China. Tanto los inversores nacionales como los internacionales podrían buscar oportunidades más estables y rentables en otros lugares. La magnitud y la inmediatez de la fuga de capitales también dependerían de la gravedad de cualquier incremento de los aranceles, del entorno económico más amplio y de la respuesta del Gobierno chino a estas presiones, pero podrían desestabilizar aún más la economía de China.” Y añade: “Si se impusiera un arancel general del 60% como el anunciado por el candidato republicano, Donald Trump, a los productos chinos, los exportadores se enfrentarían a aranceles adicionales de más de 200.000 millones de dólares anuales, lo que equivaldría al 1,2% del PIB de China”.
China también observa con atención la escalada bélica entre Israel e Irán, el país que le abastece de una buena parte del petróleo que necesita su economía. Un ataque israelí a la industria petrolera iraní tendría un innegable impacto al alza en el precio del crudo y podría generar problemas a las exportaciones iraníes. La guerra total entre Tel Aviv y Teherán no es el escenario que manejan los inversores pero el riesgo está ahí.
Efecto pasajero, o no, sobre la Bolsa
La gran incógnita ahora es si con las medidas anunciadas y el fuerte rally, el dinero volverá de forma sostenida a las Bolsas chinas. Hay argumentos a favor y en contra, pero para todos sería prematuro dar ese paso. Ignacio Cantos, socio director de inversiones de atl Capital, apunta a que las decisiones tomadas van a favor del mercado: aumento de la masa monetaria, caída de tipos y fondo estatal para invertir en Bolsa. Ahora bien, espera que no tengan largo recorrido: “El rebote se podrá mantener a lo largo de este año y parte de 2025, pero no irá más allá”. Como argumentos, Cantos apunta a la crisis inmobiliaria que aún no está resuelta y que “se dilatará en el tiempo. Además hay un grave problema demográfico con escasez de nacimientos que condiciona la recuperación de la vivienda”. Y señala un problema regulatorio ya que las “reglas en China no están claras. Las restricciones regulatorias aplicadas en 2020-2021 no han beneficiado al mercado: el gobierno chino no quiere empresas grandes que hagan la competencia al Estado y eso lo evidencia la fuerte caída de valores como Alibaba, entre otros muchos”.
Yves Bonzon, director de inversiones del banco privado suizo Julius Baer, también muestra sus reticencias sobre el mercado chino y cree que “a menos que haya pruebas suficientes de que Pekín se está embarcando en un verdadero cambio de paradigma, es probable que la renta variable china vuelva a oscilar dentro de un rango, y que experimente alternativamente fuertes revalorizaciones seguidas de prolongados periodos de consolidación similares a los de la renta variable japonesa en la década de 1990″. Y recomienda: “Aquellos que deseen participar de forma oportunista en la revalorización de la renta variable china deberían aprovecharla mejor a través de, por ejemplo, renta variable europea con una elevada exposición a los ingresos procedentes de China”, explica.
La directora de renta variable de China en Janus Henderson abre, sin embargo, una puerta a la esperanza para las Bolsas chinas. Argumenta que cotizan a un PER (número de veces que el precio contiene el beneficio por acción) de 10,3 veces “lo que le convierte en uno de los mercados más baratos en comparación con sus homólogos mundiales. Esto representa un punto de entrada único para los inversores que buscan valor en un mercado con un potencial de crecimiento sustancial”, indica. Además, la escasa correlación con los mercados mundiales sobre todo en momentos de volatilidad también invita a tomar posiciones y recomienda empresas de alta calidad con sólidos fundamentos que serán las que más se beneficien del aumento de la liquidez y de las políticas de apoyo. Esta experta apunta a su valor estratégico a largo plazo al pasar el gobierno chino de controlar la deuda a impulsar el crecimiento.
En la gestora DWS reconocen que el mercado bursátil chino es barato, con un PER estimado para 2025 de solo 9,5 veces, lo que deja un atractivo potencial mientras no se desvanezca el optimismo generado en los últimos días. Advierte sin embargo de que “una vez que se haya digerido el optimismo inicial y no se hayan anunciado nuevas reformas estructurales, la renta variable china podría volver a ser una trampa de valor y el repunte actual podría durar poco”.
La pasada semana los mercados brindaron con las nuevas medidas de apoyo de China a los mercados y al crecimiento, aunque ya piden estímulos fiscales. La desconfianza hacia el golpe de timón que dio su presidente Xi Jinping en materia de regulación hace cuatro años aún no se ha olvidado. La reapertura de la Bolsa china este lunes tras una semana de parón por festivo será la primera prueba para saber si el optimismo inversor ha vuelto.
Tres objetivos de reactivación
El pasado 24 de septiembre, las autoridades centrales chinas anunciaron un amplio paquete de medidas de estímulo para hacer frente a múltiples retos económicos que busca abordar las tres preocupaciones principales.
Crecimiento. El Banco Popular de China (PBOC) redujo el coeficiente de reservas obligatorias a la banca en 50 puntos básicos. Esta medida liberó aproximadamente 1 billón de yuanes (142.500 millones de dólares) de liquidez en el sistema financiero, con el objetivo de mejorar el acceso a la financiación y apoyar las actividades empresariales.
Inmobiliario. Para hacer frente al actual desplome del sector inmobiliario, los tipos de interés de las hipotecas existentes se reducirán una media de 50 puntos básicos, lo que supondrá un alivio para 50 millones de hogares y un ahorro potencial de 150.000 millones de yuanes (21.100 millones de dólares) en gastos de intereses.
Bolsa. La introducción de un mecanismo de canje de 500.000 millones de yuanes (71.000 millones de dólares) para que los agentes y los fondos compren acciones, junto con un recorte de 20 puntos básicos en los tipos de interés oficiales, ha inyectado una liquidez muy necesaria en el mercado. Además, se ha creado una línea de refinanciación de 300.000 millones de yuanes (42.200 millones de dólares) para que las empresas cotizadas puedan recomprar acciones, con el fin de aumentar la confianza de los inversores. Estas medidas, combinadas con la promesa de apoyo adicional por parte del gobierno, representan uno de los cambios económicos más completos que ha vivido el país en los últimos años.