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El Banco Central Europeo afronta un cambio de guardia en plena desescalada de tipos

A la llegada de Escrivá en España se suma la salida, el año próximo, de su miembro más ortodoxo, el halcón austriaco Robert Holzmann, y el relevo del gobernador de Malta por las acusaciones de fraude en su contra

El actual gobernador del banco central de Austria, Robert Holzmann.
El actual gobernador del banco central de Austria, Robert Holzmann.Leonhard Foeger (Reuters)
Álvaro Sánchez

“Pendiente de nombramiento”. La página web del Banco Central Europeo todavía no recoge la próxima llegada de José Luis Escrivá al puesto de gobernador del Banco de España. Su fotografía será la próxima en aparecer, pero el Consejo de Gobierno, formado por un comité ejecutivo de seis miembros con un mandato de ocho años no renovables, y por los banqueros centrales de los 20 países del euro —que pasan un mínimo de cinco años en el puesto, del que solo pueden ser despojados en caso de incapacidad o falta grave— es un organismo vivo donde los nombres van cambiando, y con ellos se alteran los equilibrios de poder entre halcones, partidarios de una política monetaria más restrictiva para contener la inflación, y palomas, más abiertos a bajar los tipos de interés en pos del crecimiento económico.

No todo se reduce, sin embargo, a blanco o negro. Según Bloomberg, la cúpula del BCE cuenta ahora mismo con dos miembros “muy palomas”, cinco palomas a secas —ahí incluye todavía al exgobernador español, Pablo Hernández de Cos—, y dos ligeramente palomas. La geografía no sorprende. En este segmento proliferan los países del Sur, con representantes de España —dos, pues también entra en esa categoría el vicepresidente, Luis de Guindos—, Italia, Chipre, Malta, Portugal y Grecia. Solo el economista jefe del BCE, el irlandés Philip Lane, rompe ese pleno de la periferia meridional europea, aunque su país, que fue rescatado durante la crisis del euro, ha sido tradicionalmente de este grupo.

Enfrente, el portal, en continua actualización según las decisiones y comentarios que hacen los responsables de política monetaria, detecta cuatro banqueros centrales levemente halcones —entre ellos la presidenta, Christine Lagarde—, diez halcones a secas, y tres muy halcones (Austria, Alemania y Bélgica). Eso deja un marcador de 17 a 9 a favor de la línea dura, aunque en algunos casos las fronteras no están claras, y entra en juego la interpretación. La propia Lagarde trató de evitar ser encasillada tras su primer Consejo de Gobierno, allá por 2019. “No soy ni una paloma ni un halcón. Seré un búho, son animales sabios”, dijo. Y ha tratado de hacer guiños a diestro y siniestro para tener a todos contentos, como cuando en la primavera del pasado año redujo el ritmo de sus subidas de tipos de interés, pero a la vez aceleró la retirada de las inyecciones de liquidez en la economía.

La llegada de Escrivá, considerado paloma, no cambiará el peso de este bando, pero sí lo retocarán otros movimientos. El más claro es la salida del austriaco Robert Holzmann, uno de los más férreos guardianes de la ortodoxia financiera dentro del Banco Central Europeo, que será sustituido dentro de un año por Martin Kocher, actual ministro de Economía y Trabajo, un perfil más moderado. A sus 75 años, Holzmann, designado por el ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ), es el segundo miembro más veterano del Consejo de Gobierno, y no ha tenido reparos en llevar la contraria a sus colegas. Incluso en soledad. Fue el único que se opuso a la decisión del BCE de bajar tipos en junio. Y el pasado enero, durante el Foro Económico de Davos, dejó caer que no descartaba que 2024 terminara sin bajadas de tipos, algo que el tiempo ha desmentido con rotundidad, dado que a la bajada de tipos de junio se unen las previstas en septiembre y diciembre.

Además de a Hernández de Cos, este año también le caducaba el periplo en el BCE al croata Boris Vujcic, pero seguirá un tercer mandato, y al letón Martins Kazacs, a quien le termina en diciembre. Ambos son considerados halcones, especialmente el banquero báltico. A comienzos de agosto dejó su puesto temporalmente el de Malta, Edward Scicluna, tras ser acusado de fraude y apropiación indebida. De forma interina, y hasta que los tribunales resuelvan el caso de su predecesor, ocupa el cargo Alexander Demarco, su número dos, pero no se espera que eso suponga giro alguno en su posición de paloma. Según Econostream, en 2025, además del relevo ya confirmado de Holzmann, puede haber cambios en los bancos centrales de Eslovaquia, Eslovenia, Países Bajos, Finlandia y Portugal, con cuatro de esos países de sesgo halcón y uno paloma.

Como explica el BCE, el Consejo de Gobierno toma la mayoría de decisiones “de forma consensuada y con un espíritu de cooperación”, pero el acuerdo no siempre es posible, por lo que sigue aplicando la máxima de un miembro, un voto. Sin embargo, aunque todos asisten a las reuniones y pueden intervenir, el derecho a votar es rotatorio desde que Lituania se incorporara al euro en 2015. Alemania, Francia, Italia, España y Países Bajos se van repartiendo cada mes cuatro derechos de voto, y todos los demás (15 desde que Croacia se adhirió el 1 de enero de 2023) se reparten 11 derechos de voto. Eso implica que algunos meses cada banquero central nacional no puede pronunciarse. España no tuvo derecho a voto en marzo ni agosto (aunque en este último mes no hubo reunión sobre tipos), pero Escrivá sí dispondrá de él en la reunión del 11 y 12 de septiembre, cuando se espera un nuevo recorte de 25 puntos básicos.

Más consenso en la Reserva Federal

Un estudio del laboratorio de estudios Bruegel, con sede en Bruselas, sobre cómo toman decisiones el BCE, la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra, deja una conclusión interesante: cuando no se mueve ficha, el acuerdo es más sencillo. “Las decisiones de endurecer la política monetaria se toman más a menudo por unanimidad que las de relajarla. Cuando se mantiene la política sin cambios, las decisiones suelen estar respaldadas por la mayoría de los miembros del comité”.

Aunque el informe señala que en buena parte de las reuniones del BCE hay opacidad y no se puede saber el grado de consenso alcanzado, de los tres grandes bancos centrales estudiados es la Fed estadounidense la que toma decisiones sobre tipos por unanimidad con mayor frecuencia, con alrededor del 80 por ciento de las veces. Cuando se trata de compras de activos, la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra alcanzan la unanimidad con mucha más frecuencia que el BCE, pero tiene una explicación. “Es de esperar que así sea porque el BCE compra una cartera mucho más amplia de bonos con diferentes riesgos”, concluye.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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