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El bitcoin toca máximos históricos más de dos años después y supera por primera vez los 69.000 dólares

El valor de la principal criptomoneda se acerca al billón y medio de dólares, impulsado por el bum de sus fondos cotizados en EE UU

Evolución del precio del bitcoin en los últimos 10 años
Álvaro Sánchez

El bitcoin se adentró este martes en cotas nunca antes vistas, al superar los máximos históricos de 69.000 dólares marcados en noviembre de 2021. En estos más de dos años, la criptomoneda ha atravesado múltiples crisis, golpeada por un círculo vicioso de colapsos, bancarrotas e investigaciones judiciales que dejaron por el camino a TerraLuna, Three Arrows Capital, Celsius, Voyager o FTX, entre otros actores relevantes del sector. Esa ristra de malas noticias generó una crisis de confianza a la que el bitcoin no fue inmune, hundiendo su cotización a 16.000 dólares en noviembre de 2022, mínimos de dos años. Entonces nadie lo sabía, pero era también el comienzo de una recuperación, al principio lenta y dubitativa, pero que en los últimos meses ha tomado velocidad de crucero gracias a la aprobación de los ETF de bitcoin, las expectativas de bajadas de tipos de interés por parte de los bancos centrales y el halving que reducirá a la mitad la oferta de nuevos bitcoins que se generan. Sube más de un 60% en lo que va de año.

Una vez internado brevemente en nuevos territorios —su precio cayó poco después—, la gran pregunta que inversores, detractores y reguladores se hacen ahora es dónde está su techo. Dentro de la industria cripto, el ambiente es de victoria. “Si miramos atrás, a otros momentos en que el bitcoin ha roto máximos, vemos que no suele detenerse ahí, sino que multiplica por dos o tres su anterior máximo. No me gusta decir números, pero en este nuevo ciclo podríamos verlo en 150.000 o 160.000 dólares”, afirma Raúl Marcos, consejero delegado de la plataforma Carbono.com. Un reciente informe del banco estadounidense JPMorgan es más cauto, y habla de corrección inminente tras una subida tan vertical.

A favor de que el precio continúe al alza juega el llamado FOMO (siglas de Fear of missing out, o miedo a quedarse fuera). Muchos inversores particulares que han visto desde la barrera subir y subir el precio del bitcoin y no se han montado en la ola esperando una bajada de precio que no ha llegado a producirse para comprar más barato, pueden optar por no aguardar más tiempo. A eso se une la resonancia mediática de la noticia del máximo histórico, de impacto global, que lleva a millones de potenciales compradores la idea de que el bitcoin está haciendo ganar dinero a quienes lo poseen. Como recordaba Álvaro D. María, autor de La filosofía bitcoin, estos máximos significan que nadie que haya comprado bitcoin y no los haya vendido o perdido está ahora mismo en pérdidas.

En contra, le penaliza el hecho de que el mercado ya ha podido descontar buena parte de los fenómenos que están animando su cotización, como el halving —una reducción a la mitad de la recompensa que se entrega a los mineros por validar las transacciones de bitcoin que tiene lugar cada cuatro años— que reducirá la oferta de bitcoins disponibles, previsto para abril. También está por ver si se mantiene el fuerte ritmo de entrada de nuevos inversores a través de los ETF que empezaron a funcionar en Estados Unidos a mediados de enero. Estos instrumentos están batiendo récords: el iShares Bitcoin Trust (IBIT), gestionado por BlackRock, ha sido el ETF más rápido de la historia en alcanzar los 10.000 millones de dólares bajo gestión, al necesitar menos de siete semanas.

Por último, puede pesar el vértigo de que el precio haya subido tanto demasiado rápido, sin las pausas para asentarse que suelen acompañar los avances considerados saludables y no especulativos, aunque en una inversión tan emocional como la del bitcoin, por su elevada volatilidad, es dudosa la validez de esos parámetros, que sí suelen servir para las acciones. Y las subidas, como las bajadas, suelen retroalimentarse.

Fin del ‘criptoinvierno’

El valor del bitcoin se acerca ahora al billón y medio de dólares, similar a la capitalización en Bolsa de Alphabet, la dueña de Google. Pero el cambio de sentimiento no ha hecho rectificar a sus críticos. Instituciones como el Banco Central Europeo han advertido de que esos números carecen de justificación al no contar con respaldo alguno de activos sólidos. En una reciente publicación en su blog, dos de sus economistas afirman que el valor real del bitcoin es cero, y sostienen que ha fracasado en su propósito de convertirse en una moneda global y descentralizada.

Esos mensajes no han tenido impacto alguno en la cotización del bitcoin. Sus inversores hace tiempo que desconectaron de las críticas, vengan de donde vengan, y ahora, inmersos en lo que llaman un bull run, o lo que es lo mismo, un nuevo ciclo de bonanza, parecen haber guardado en un lugar recóndito de la memoria el duro paso por el criptoinvierno, cuando las carteras se tiñeron de rojo y muchos proclamaban la explosión de la burbuja.

Entre los efectos colaterales de esta nueva ola de dinero hacia el universo cripto, incluso florecen de nuevo las llamadas monedas meme, altamente especulativas, y antaño muy populares pese a sus riesgos. Una de las más conocidas, Dogecoin, que usa como símbolo un perro de la raza japonesa Shiba Inu, ha duplicado su valor en un mes hasta los 23.000 millones de dólares (tanto como Telefónica). Más allá incluso ha ido Pepecoin, que utiliza como reclamo un meme de la controvertida rana Pepe, con más de un 1.000% de revalorización en los últimos 30 días. Supera los 3.000 millones de dólares de capitalización.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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