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La gran banca de EE UU gana depósitos a costa del miedo de los clientes de las firmas regionales

La quiebra de Silicon Valley Bank provoca que los clientes se cambien a JP Morgan, Bank of America o Citi

Audiencia del Comité Senatorial de Banca sobre la supervisión anual de los bancos más grandes de EE UU.
Audiencia del Comité Senatorial de Banca sobre la supervisión anual de los bancos más grandes de EE UU.Tom Williams (CQ-Roll Call, Inc via Getty Imag)
Denisse López

El colapso consecutivo de tres pequeños bancos estadounidenses (Silvergate, Silicon Valley Bank y Signature Bank), ha generado miedo entre sus clientes, que están transfiriendo sus fondos a los competidores más grandes en un intento por proteger sus inversiones. JP Morgan, el banco más grande de EE UU, ha recibido miles de millones de dólares en los últimos días, según fuentes anónimas citadas por Bloomberg. Bank of America, Citigroup y Wells Fargo también están experimentando un volumen de solicitudes superior al habitual, aunque se desconoce la cifra exacta. Citizens Financial Group, otro gigante del sector, dijo el lunes que, en los últimos días, “ha observado un interés superior al normal por parte de nuevos clientes potenciales”, por lo que extendería de manera temporal su horario de atención.

Las fuentes citadas por Bloomberg precisan que varios gigantes bancarios han reasignado empleados a trabajos relacionados con la apertura de cuentas. Citi, por ejemplo, está modificando su política para que la solicitud del cliente se resuelva en 24 horas y no en el plazo habitual, que puede superar la semana. No obstante, buscan evitar hacer mucho ruido al respecto porque no quieren ser acusados de aprovecharse de la actual crisis.

La avalancha de depósitos se debe al temor de que la crisis se extienda a otros bancos pequeños. Ante ese escenario, y pese a que la Reserva Federal ha actuado con urgencia para tranquilizar al mercado, este sigue buscando opciones que le garanticen estabilidad. J.P. Morgan, Bank of America y demás gigantes tienen bases de depósitos más diversificadas y estables, y están regulados por mayores requisitos de capital, deuda y liquidez que sus homólogos regionales. Además, están obligados a reflejar en sus cuentas la pérdida de valor de sus valores disponibles -como son los bonos-, a diferencia de la banca más pequeña, que con menos de 700.000 millones de activos pueden optar por no reflejarlo.

Estas características fomentan la desconfianza en la pequeña banca, que ha visto cómo se desploman sus acciones en las últimas jornadas. First Republic Bank, con sede en San Francisco, llegó ayer a desplomarse un 70%; Western Alliance sufrió a su vez la mayor caída de su historia, un 76%; y PacWest Bancorp perdió más del 40%. Ni siquiera la promesa del presidente Joe Biden de garantizar los depósitos a toda costa logró poner fin a la sangría, aunque al cierre de sesión se moderaron los precios de manera parcial y este martes están recuperando terreno en la previa a la apertura de sesión.

Mientras los gigantes bancarios se benefician, los más pequeños luchan por brindar a sus clientes mayor seguridad. First Republic, por ejemplo, anunció el domingo un acuerdo con JP Morgan para una línea de crédito por 70.000 millones de dólares que le dotaría de mayor colchón financiero. La Reserva Federal también ha activado un mecanismo extraordinario de financiación a un año para bancos, asociaciones de ahorro, uniones de crédito y otras instituciones de depósitos, llamado Bank Term Funding Program. Esto, según el organismo regulador, “será una fuente adicional de liquidez contra valores de alta calidad, eliminando la necesidad de que una institución tenga que vender rápidamente esos valores en tiempos de estrés”. Esta barra libre de préstamos con vencimiento a un año tiene otra particularidad: los bancos necesitarán menos colaterales para pedir liquidez. Esto significa que los bonos, pese a acumular numerosas perdidas, serán tasados al valor nominal y no al del mercado, así que no se reflejarán las caídas.

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Sobre la firma

Denisse López
Es redactora de la sección de Economía de EL PAÍS y CINCO DÍAS. Escribe habitualmente de macroeconomía y coyuntura. Se incorporó a esta casa en 2022, después de haber trabajado en distintos medios digitales en México. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México, y el Máster de Periodismo UAM-El País.

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