Sin barreras: cuando el talento abre las puertas al empleo de abogados con discapacidad
La Ilunion Legal Academy es un proyecto pionero al que se han sumado univerdidades y bufetes

Graciela Ranz es una joven abogada que a menudo recorre con paso firme los pasillos y salas de juzgados y tribunales para defender en juicio a sus clientes. El trabajo duro no frena su impulso. Cuando asoma el desaliento, acude al ejemplo de su madrina, una brillante letrada en Argentina que siguió batallando contra las injusticias pese a padecer una enfermedad degenerativa. Gracias a este modelo, a la formación en la Ilunion Legal Academy y a una gran determinación, Graciela Ranz se ha convertido en la primera abogada sordociega que litiga en España.
La Ilunion Legal Academy nació en 2024 como una iniciativa pionera del grupo empresarial del Grupo Social ONCE para promover la formación y empleabilidad de personas con discapacidad en el ámbito jurídico. La idea principal es que el talento abra las puertas a estos jóvenes que, en muchas ocasiones, esconden sus discapacidades por temor a que representen una barrera en su camino profesional. Estos alumnos de grado o máster de Derecho tienen prioridad para acceder al programa –que cuenta con cinco o seis plazas– y aprender la profesión de la mano de abogados del grupo durante un semestre o un año. El objetivo: ir creando una cantera de abogados con discapacidad que puedan derribar muros.
Los juzgados son territorio hostil para cualquier persona con algún grado de discapacidad. Muchos de estos edificios no están adaptados y resultan inaccesibles para los letrados con limitaciones físicas, sensoriales o cualquier otra diversidad funcional. Graciela Ranz acude a los juicios de la mano de una intérprete de lengua de signos, quien hace de ojos –Ranz padece de visión de efecto túnel– y oído para la abogada. El camino no ha sido fácil: nada más acabar la carrera trabajó en la Federación de Asociaciones de Personas Sordociegas de España y, durante el máster, dio el salto a la asesoría jurídica de Ilunion desde donde Ranz ha roto sus propias barreras. Aún recuerda con cariño su primer día en la empresa –el 2 de febrero de 2024– y agradece la formación que le ha permitido crecer profesionalmente y sentirse segura en la sala de vistas.
Una gran familia
“Los alumnos participan desde el primer momento en equipos de abogados que realizan las operaciones del día a día del grupo”, recalca el director de la asesoría jurídica de Ilunion, José Luis Barceló. “Ahora mismo tenemos cinco alumnos en prácticas y lo que más llama la atención es la rapidez con la que están aprendiendo y el grado de integración en los equipos”, cuenta. La idea de la academia surgió en el área legal del grupo, muy sensible a las barreras y el estigma que pueden padecer estas personas. Y es que la asesoría jurídica de Ilunion –que da soporte a las empresas del grupo, más de 70 sociedades mercantiles que operan en más de 20 líneas de negocio– está formada por 30 abogados de los que 21 (el 70%) tienen algún grado de discapacidad.
El nivel de exigencia en la asesoría de Ilunion es alto: muchas operaciones complejas (adquisición de compañías o activos estratégicos, negociación de contratos, litigios y un largo etcétera) y tiempos de respuesta muy ajustados. José Luis Barceló subraya “la generosidad de los profesionales para enseñar la profesión a los alumnos”. El match es casi natural. Victoria Paniagua, abogada en la asesoría y una de las mentoras de los aprendices, lo verbaliza así: “Las compañeras que se han incorporado al equipo nos han traído simpatía y nuevas visiones de la profesión. Nosotros les trasladamos nuestros conocimientos y experiencias prácticas. Acompañamos esta relación con risas, respeto y mucho, mucho compañerismo; hemos encajado perfectamente”.
Graciela Ranz también destaca la buena sintonía: “La experiencia está siendo muy enriquecedora”. Para la joven abogada es “muy importante” quien les forma, “pues nos abre la puerta a ser un buen abogado”. No obstante, añade, “lo más bonito es que los demás compañeros tienen discapacidad y ello hace que sienta que formo parte de una familia”.
Parte de esa familia es su compañera Beatriz Gugel, para quien la academia representa “una grandísima oportunidad” para aprender de abogados muy experimentados “no solo a mejorar en lo técnico, sino a ejercer la profesión desde el respeto y la ética”.
Tecnología inclusiva
Victoria Paniagua subraya que los compañeros en prácticas les “ayudan a caminar con los nuevos retos tecnológicos”, mientras ellos les devuelven la mirada práctica del oficio y el “buen hacer jurídico”. La tecnología, apunta José Luis Barceló, “desempeña un papel crucial en nuestro proyecto para crear un entorno de trabajo accesible”.
La asesoría de Ilunion está “totalmente digitalizada desde hace años. Cada tarea que realiza un abogado o abogada implica el uso de alguna aplicación tecnológica”, señala Barceló. En el caso de Ilunion, la tecnología no solo brinda eficiencia, sino que actúa como “un motor de inclusión” que permite, por ejemplo, que un abogado con discapacidad visual pueda leer toda la documentación que necesita para su trabajo. Y ello influye en el perfil de abogado que forman. Los profesionales, asegura Barceló, se convierten en especialistas en legaltech (tecnología legal) y “participan activamente en el diseño y uso de las aplicaciones implementadas en el departamento”.
Proyecto global
El reto de la Ilunion Legal Academy no se agota en la asesoría del grupo, que fue reconocida en los últimos Innovative Lawyers Awards 2025, celebrados en Londres, dentro del top 12 de las más innovadoras de Europa. “Nuestro objetivo es ayudar a transformar el sector legal a través del valor que genera la inclusión. Queremos replicar el modelo de nuestra asesoría para crear más oportunidades para las personas con discapacidad”, destaca Barceló.
Para detectar talento joven han firmado convenios con las principales escuelas de negocio y universidades españolas, como Esade, CEU, Icade, Instituto de Empresa o Universidad Autónoma de Madrid, entre otras. El círculo se cierra con las alianzas forjadas con los principales despachos de abogados españoles –Garrigues, Gómez-Acebo & Pombo, Pérez-Llorca, Ecija, Ceca Magán, etc.– y grandes empresas, para que puedan incorporar en sus procesos de selección a abogados con discapacidad que se hayan formado en Ilunion. La acogida ha sido “entusiasta”, celebra Barceló: “Todos los despachos con los que hemos compartido este programa han mostrado su voluntad de incluir a profesionales con discapacidad en sus equipos”.
La primera promoción de estudiantes de la Ilunion Legal Academy está aún en prácticas o se ha incorporado a la asesoría del grupo. Por ese motivo, explica su director, “todavía no hemos puesto a alumnos a disposición de los despachos para que sean valorados en sus procesos de selección”. Lo que sí han puesto en marcha son jornadas de sensibilización en las que han compartido su modelo con los equipos de los bufetes y han contado con la “valiosa participación de abogadas con discapacidad formadas en Ilunion”.
Garrigues, una de las firmas vinculadas al programa, sintoniza con el proyecto por su “firme compromiso con la igualdad de oportunidades”, subraya Lourdes Ramos, directora de recursos humanos del bufete. En el despacho han contratado profesionales con discapacidad tanto en puestos de soporte como en “las áreas de práctica jurídica”. Para estas contrataciones, explica, “se sigue el mismo proceso de selección que seguimos para todos los candidatos, con las adaptaciones que sean necesarias y garantizando siempre la igualdad de oportunidades”.
Por su parte, Carlos Vázquez, coordinador del comité de discapacidad y socio del área de público de Gómez-Acebo & Pombo, señala que el despacho “tiene incorporados a su plantilla varios trabajadores con discapacidad” por encima del mínimo legal del 2% del personal. En el bufete son especialmente “sensibles” a las dificultades que puedan tener, sobre todo desde que colaboran con la Universidad Rey Juan Carlos en un curso de asistente jurídico para personas con discapacidad intelectual. Uno de los alumnos de la primera promoción, cuenta, se incorporó en la plantilla del despacho finalizado el curso. “Luego aprobó unas oposiciones”, cuenta, por lo que esperan que siga su misma estela el nuevo alumno en prácticas.
Y es que el talento debe de abrir todas las puertas. Así piensa Graciela Ranz, que sueña con poder seguir ejerciendo la abogacía en Ilunion y formar a nuevos aprendices “para que puedan entrar a la sala a litigar sin ningún temor”.

“Mi sueño en la profesión es ser una abogada que rompe barreras”. Graciela Ranz, 27 años, abogada sordociega.


