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En colaboración conLa Ley

Así seducen los bufetes a las ‘startups’

El sector pide una ley que nos acerque a ‘paraísos’ como Israel, Inglaterra o EEUU

Getty images

El ecosistema de las startups es un nicho de mercado muy deseado por los despachos de abogados. Una tendencia motivada por la competitividad del sector y el miedo a quedarse atrás en la fidelización de potenciales grandes clientes ligados a la tecnología.

Como ocurrió en España con empresas como Cabify o Glovo, nunca se sabe quién puede dar el pelotazo. Por ello, los bufetes se esmeran para estar en la cresta de la ola tecnológica, ofreciendo asesoramiento jurídico a los actores empresariales del futuro a cambio de un compromiso a largo plazo. Todo esto en un contexto en el que, según cifras del Mobile World Capital Barcelona, en 2018 en España se crearon 4.115 startups. Un dato que, a juicio de los abogados consultados, sería mucho mayor si contáramos con una legislación adaptada al siglo XXI y que impulse y facilite el arduo camino de los emprendedores, como ya ocurre en países como EE UU, Reino Unido o Israel.

Además de esto, no plantear bien el negocio, copiar otros modelos sin adaptarlos a la realidad o no tener definidas unas bases legales sólidas que atraigan a los inversores son otras de las principales razones de la falta de éxito. Así, los despachos de abogados no dudan en sacar sus mejores armas para seducir a las startups.

Por ejemplo, en Rousaud Costas Duran (RCD), Ignasi Costas, socio fundador y responsable del área de innovación y emprendimiento del despacho, asegura que “la apuesta por el ecosistema innovador es, a la larga, una buena inversión”. Prueba de ello es que sea una de las prácticas core del bufete, con más de mil proyectos asesorados hasta la fecha. “Fue y es una apuesta para nosotros, que nacimos como startup y con las que compartimos ADN. Los proyectos crecen y nuestros servicios evolucionan junto con sus propias necesidades”, explica.

Además de a las startups de sectores innovadores y a emprendedores, desde RCD también asesoran a fondos de capital para financiar proyectos en fase de crecimiento y a grandes multinacionales en sus políticas de inversión. A su vez, para ofrecer una solución más llamativa para las nuevas empresas, cuentan con un servicio de gestión empresarial con la firma Ges-Start (gestión para startups) para consultas en relación al sistema fiscal, laboral y contable. Así, uno de los puntos fuertes de su estrategia es que el despacho esté impregnado del espíritu emprendedor desde su inicio, algo que, según el abogado, contrasta con el modus operandi de los bufetes grandes. “El área de las startups es un poco el patito feo de la organización, por la presión de facturación que sufren y donde los retornos de valor no económicos no se tienen en cuenta”, apunta Costas.

Financiación

El afán de los despachos por fidelizar a las startups les lleva incluso a entrar en su capital social. Según RCD, “es delicado por posibles conflictos de interés”. Para ellos, asesorar a las startups “supone una buena simbiosis” para ambas partes (sobre todo en legaltech), ya que permite incorporar a las mejores como proveedoras del bufete.

La dificultad de buscar el equilibrio entre lo legal y las necesidades de negocio hace que las startups no siempre hagan los deberes a nivel legal. Según Pablo Vinageras, counsel del departamento de derecho mercantil de Garrigues, este aspecto es tan importante porque “lo primero que va a hacer un inversor es mirar la due diligence, y si todo no está debidamente protegido, el interés o el valor el proyecto disminuye”.

En concreto, el abogado reconoce que el perfil de startup con el que el despacho suele trabajar se encuentra en búsqueda de inversión y cuenta ya con un proyecto definido y un pacto de socios. “Somos más reacios a asesorar en fase inicial porque sigue habiendo disputas y no hay un producto viable mínimo desarrollado. En una fase posterior encajamos mejor”, añade.

Desde el punto de vista de financiación, Vinageras asegura que no son partidarios de entrar a formar parte del capital social de la empresa porque “puede haber conflicto de interés”. No obstante, su estrategia también ha llevado a la firma a formar parte de TrenLab, la aceleradora de startups de Renfe que desarrolla Wayra, el punto de encuentro de emprendimiento e innovación de Telefónica. “Garrigues no es una boutique que se dedica solo a ellas, pero esto tiene ventajas, ya que damos un servicio transversal”, concluye.

Por su parte, Cuatrecasas cuenta con un asesoramiento que engloba el área de mercantil, laboral, fiscal, propiedad intelectual y derecho administrativo. “Esto es clave tanto para poder diseñar estructuras óptimas para proteger a los fundadores como para asegurar que el plan de negocio no está basado en una actividad que nace con contingencias legales”, asegura Diana Rivera, socia de corporate. Además, cuentan con Cuatrecasas Acelera, una aceleradora que busca captar el mejor talento entre proyectos nacionales o internacionales mediante un programa de aceleración de cuatro meses. Así, Rivera subraya que en su estrategia buscan startups innovadoras con una viabilidad inicial del proyecto, que aporten valor (también al sector legaltech) y que respondan a los retos de transformación digital que plantea el despacho. “Es una apuesta a futuro”, concluye la abogada.

Un perfil muy distinto es el de Legal Army, una new law que también es startup y que nació como alternativa a lo tradicional. Su CEO, Natalia Martos, relata que también se la juegan “porque están en una situación idéntica a sus clientes”. No obstante, esta apuesta por la asesoría especializada y el esfuerzo conjunto ha provocado atracción de talento al no posicionarse como un despacho grande que va a facturar mucho, sino como una startup, “pero con el beneficio de llevar 20 años trabajando en tecnología y entender su idioma”. “Nos comprometemos con la startup a que, si crecen, nosotros crecemos con ellos”, indica. La tarificación también es un arma de seducción. Pueden elegir: si se contrata un solo servicio, el precio se pacta antes con el cliente. Y si es mensual, se cobra una iguala fija independientemente de las veces que pidan ayuda al despacho, y que se renegocia cada seis meses.

Desde Bird & Bird, Lourdes Ayala, socia de corporate y M&A, destaca que las startups son “su objetivo”. Afirma que los beneficios que reportan al despacho “no se buscan con inmediatez”, sino que invierten tiempo en ellas y las acompañan en su desarrollo ganando muy poco al principio, “pero con el deseo de que esa inversión inicial suponga la fidelización del cliente cuando ya sí tiene más posibilidades económicas de pagarnos unas tasas más rentables”. Además, según dice, el bufete ofrece un presupuesto fijo y muy ajustado: “No cobramos por horas”.

Uno de sus atractivos, según la abogada, es su perfil de despacho internacional, más aún cuando llegar a nuevos países es una de las ambiciones y preocupaciones de las startups desde su inicio. “Es una clave de su éxito y los inversores también piensan en esto”, confiesa Ayala.

Trabas de la regulación

 

Nueva norma. El Gobierno impulsó el pasado mes de diciembre una nueva ley de fomento del ecosistema de las startups con el fin de reconocer su naturaleza específica e impulsar aspectos cruciales como la financiación o los incentivos en materia laboral. Aún sin aprobar, todos los abogados consultados urgen la llegada de esta norma, pero sobre todo, que se haga con ambición.

Contra el inversor. Según Lourdes Ayala (Bird & Bird), es vital contar con una ley global modernizada que ayude a atraer inversión no solo desde el punto de vista fiscal, sino también “desde la regulación societaria, que es bastante rígida”, y que, a su juicio, está “obsoleta” en el ámbito de las stocks options. “Es muy difícil explicar a los inversores exteriores cómo de difícil es adaptar la estructura de la inversión a la legislación española. Es negativo”, afirma.

Empleo y fiscalidad. Para Natalia Martos (Legal Army), lo que más preocupa es la falta de políticas que fomenten la creación de startups y, sobre todo, “la creación de empleo en ellas”. Explica la abogada que la realidad es que si una joven empresa es exitosa y genera beneficios, va a pagar los mismos impuestos que una consolidada. “No hay un régimen fiscal que las impulse. La rentabilidad se castiga con impuestos altísimos”, critica.

Apoyo institucional. Pablo Vinageras (Garrigues) refuerza la idea de contar con un marco legal que permita el crecimiento, pero apunta a que también debe haber “muchas cosas más”. Además de una cultura de creación, confiesa que “hay aún mucho camino por recorrer, también desde las instituciones, para fomentar el mundo emprendedor”.

 

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