Ir al contenido
_
_
_
_

“Por suerte o desgracia, tienen que saber gestionar un negocio”: el punto débil de la artesanía española

La falta de conocimientos para manejar una firma pone en riesgo los proyectos y hace muy complicado su escalabilidad. Dos iniciativas fomentan la formación para impulsar el sector

La artesana Danae Marín, con una de las lámparas que crea en su taller.
Manme Guerra

Un hombre orquesta con diferentes sombreros. Es la imagen que usa Sergio Álvarez, director de la Fundación Academia de la Moda Española (FAME), cuando habla de los artesanos participantes en el primer Programa de Formación y Acompañamiento Empresarial a las Artesanías de Moda, impulsado por la entidad que lidera. “Hay una necesidad de profesionalización en el ecosistema artesanal español”, afirma Álvarez, para explicar por qué FAME se decidió a lanzar este curso, desarrollado en colaboración con Cunef Universidad. “A un artesano se le obliga a ponerse varios sombreros, el de creadores y el de empresarios y emprendedores. Pasa lo mismo con los diseñadores de moda. Por suerte o desgracia, tienen que saber gestionar un negocio”. Es en este último punto donde muchos flaquean, con el consiguiente riesgo para la supervivencia de sus proyectos.

Leticia Santos Vijande, directora de la Escuela de Postgrado y Negocios Internacionales de Cunef Universidad, asegura que los artesanos “necesitan completar su dimensión creativa y artística con la compresión de las claves del éxito de su modelo de negocio, así como con los conocimientos y competencias que les permitan liderar la gestión de sus empresas”. El contenido del programa se estructura en torno a varios ejes fundamentales: la comprensión de las particularidades del sector y la identificación de mercados clave; la definición de estrategias de valor ad hoc; la construcción de la imagen de marca artesanal a partir del storytelling y la identidad cultural; la gestión de la incertidumbre y la adaptación estratégica; la evaluación financiera del crecimiento y la escalabilidad del negocio, así como el desarrollo de las habilidades directivas relacionadas con la gestión de personas y el liderazgo.

Para ampliar los conocimientos que había adquirido de su padre y de su abuelo, Pedro Antonio Blanco decidió presentar su candidatura al programa de FAME. Es la sexta generación de artesanos del esparto y está al frente de Ubedíes Artesanía. “En mi familia siempre hemos llevado empresas, pero yo flaqueaba en lo que es una gestión adecuada. Necesitaba hacer una reestructuración y vi en el curso la oportunidad de hacerla y de aprender a llevar una empresa en condiciones”. Él también usa el símil de los diferentes sombreros, aprendido en las primeras sesiones del programa, que comenzó en mayo. “Tenemos que quitarnos el de artesano y ponernos el de empresarios. Pensar como uno. Aprender a gestionar para ser más eficientes, más competitivos y para hacer más fuerte la marca”.

José Antonio Rey, por su parte, podría servir como ejemplo del hombre orquesta usado por el presidente de FAME. En Rey Pavón, firma de artículos de piel, hace desde patronaje hasta corte y diseño, pasando por la asistencia a ferias del sector o controlar que la producción salga a tiempo. La empresa familiar dirigida por sus padres, y en la que también trabaja su hermana, tiene 15 empleados y una trayectoria de 30 años. Pero en este tiempo no ha logrado conseguir el reconocimiento de marca que Rey considera adecuado. Por ello, decidió optar al curso, motivado por los ponentes invitados, entre los que se encuentran, por ejemplo, Rosa Tous, vicepresidenta corporativa de Tous, o Héctor Jareño, director de marroquinería de Pertegaz. “Para impulsar un negocio hay que rodearse de gente que lo ha conseguido ya y funciona bien”, defiende.

A este respecto, Leticia Santos apunta que a la formación técnica del programa se suma “una dimensión de acompañamiento humano, basada en las experiencias y el testimonio de éxito en el sector”. Con ello se busca reforzar no solo las capacidades empresariales, sino también las “herramientas emocionales, la resiliencia y la autoconfianza, necesarias para afrontar los desafíos inherentes al emprendimiento artesanal”.

Otra de las participantes en el programa es María Luisa Guardo, que está al frente de Ídem de Lienzo, un taller textil, oficio al que se dedicaba su familia. Aunque estudió Educación, “mis padres me dijeron que debía sacarme una carrera”, acabó trabajando primero en la empresa familiar, “que no sobrevivió a la crisis de 2008”, y desde 2019 es autónoma con su propio proyecto. Reconoce que como disfruta tanto del proceso de creación, ha ido dejando de lado la parte de gestión, por lo que considera que ha llegado el momento de hacer un curso de este tipo. “Es fundamental para pensar a largo plazo y profesionalizar la visión del negocio, sin renunciar a la esencia artesana del proyecto”. Entre las “multifunciones” de un artesano, añade, está la de “saber comunicar y vender”, y es ahí donde ella ha notado que tiene carencias que quiere solventar.

Una carencia que parece estar extendida en el sector, a juzgar por las palabras de Xandra Falcó, presidenta ejecutiva de Círculo Fortuny, asociación española del sector de la alta gama. “Hay una parte de la alta artesanía española a la que le faltan recursos para dar ese salto de comunicación para llegar a los mercados y conectar con sus clientes”. Para ayudarles a “ser visibles”, la institución entrega los Premios Maestro Artesano Círculo Fortuny, cuya cuarta edición ha tenido lugar esta semana. Los galardonados en las categorías de trayectoria, vanguardia y joven promesa acceden a un programa de mentoring por parte de algunos de los patrocinadores, como son la Fundación Loewe, Puig, Lladró, Natura Bissé, Magnanni y Tous Atelier. “Pretendemos con ello que aprendan de grandes firmas cómo han conseguido serlo, para que les dé ideas y puedan pasar de un pequeño taller artesano a una marca con proyección internacional”.

La galardonada en la categoría joven promesa ha sido Danae Marín, fundadora de Can Betelgeuse Studio. Cuenta que “la vida” le ha llevado hasta este taller desde donde se dedica a hacer piezas de cerámica de Manises. Estudió Económicas de “rebote”, y durante unos 14 años trabajó entre consultoría estratégica y banca. Comenzó con clases de restauración como una afición y le fue picando el gusanillo, hasta decidirse a cursar un máster de Conservación y Restauración de Patrimonio. “Restauré unas lámparas de Manises y me enamoré”, cuenta. Comenzó a buscar talleres y dio con uno familiar en manos de una señora de 60 años. “Todo se inició con un equipo muy mayor. Eran ella, el escultor de 70 años y el mimbrero 80”, ríe al recordar su “equipo de octogenarios”.

En su opinión, a la artesanía española la falta “muchísima” visión de negocio. “Siempre digo que no soy la artista que se ha convertido en empresaria, sino que he hecho el camino a la inversa. Hay gente que me dice que he crecido muy rápido en poco tiempo. Detrás lo que hay es muchísimo trabajo. Sé qué teclas tengo que tocar, lo que tengo que hacer. Y aun teniendo la formación que tengo, a veces meto la pata. Como el año que rompí la tesorería y mi marido me tuvo que rescatar. Así que no me puedo imaginar si no tienes esos conocimientos”.

Sostiene Marín que uno de los problemas de la artesanía española es que las personas que están al frente de las pequeñas empresas del sector “no son capaces de escalarlas”, principalmente por falta de formación para ser un buen gestor. “Y para que un negocio vaya bien, todas las patas tienen que ser excepcionales”.

Los premios de Círculo Fortuny también tienen otra función, explica Falcó, “la de prestigiar los oficios” de un sector “que sin duda está en peligro”. En el último informe sobre artesanía en España publicado el año pasado por la asociación junto a KPMG se recogía que el impacto económico de estas actividades superó los 6.600 millones de euros en 2022, lo que suponía un incremento del 8,7% con respecto a 2019. Sin embargo, se produjo una reducción del tejido empresarial, pasando de unas 64.000 a 63.100 compañías. Como consecuencia de ello, disminuyeron las personas que se dedican a la actividad, de 213.000 empleos a 208.600.

Sobre la firma

Manme Guerra
Redactora de la sección Fortuna, donde escribe de recursos humanos, empresas, sostenibilidad, lujo y estilo de vida. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de la Escuela de Periodismo UAM-El País. Ha trabajado en El País, Vozpópuli, Microsoft News y la revista ¡HOLA! antes de incorporarse a Cinco Días en 2022.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

_
_