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Tragos amargos en el sector de la cerveza artesana: ¿por qué desapareció La Virgen?

El sector cervecero anticipa, en base a datos preliminares, una contracción del negocio en 2023. El encarecimiento de los precios y la menor capacidad adquisitiva hacen mella

Cervezas negocio Gráfico
Belén Trincado Aznar
Fernando Belinchón

Los ingredientes eran más que buenos. País caluroso y generalmente soleado, amante de la cerveza como pocos (58 litros bebidos por cada español de media en 2022), con una escasa variedad de la misma, y una refrescante promesa de novedad sobre la mesa. No es de extrañar que, con estos elementos en la receta, la cerveza artesanal tuviera una excelente acogida en España desde que diera sus primeros pasos a comienzos de la década pasada. No obstante, al igual que la pandemia sirvió para encumbrar a unos pocos (tecnológicas, comida a domicilio, farmacéuticas...), también causó estragos en otros muchos. La mayoría de los sectores que se llevaron la peor parte se han recuperado, pero no es el caso de los negocios dedicados a hacer una cerveza única y diferente.

Los últimos datos disponibles, correspondientes a 2022 y proporcionados por la patronal Asociación de Cerveceros de España, dejaban un regusto amargo. Aunque había una recuperación en el consumo a nivel global, seguían mostrando un problema en este segmento. El volumen de cerveza vendida en total dentro de las fronteras nacionales ese año alcanzó los 38,9 millones de hectolitros, superando así los 37,8 millones de 2019, pero la mayor parte se lo repartieron las grandes, tal y como refleja la infografía que acompaña a esta información, tanto en el mapa de marcas preferidas por comunidad autónoma como en los datos de producción.

De esos 38,9 millones de hectolitros vendidos en España, a los que habría que sumar los 4,2 millones que se exportaron, solo 0,14 fueron producidos por cervecerías artesanales independientes. A cierre de 2022 había un 35% menos de este tipo de cervecera que en 2019 y su producción permanecía un 20% por debajo. Pero los problemas para ellos no terminaron allí.

Ya con datos preliminares de 2023 en la mano, la Asociación de Cerveceros ha detectado una caída en el consumo global de esta bebida. Según hizo notar Alberto Rodríguez-Toquero, vicepresidente de Cerveceros de España y director general de Mahou-San Miguel el pasado jueves durante la asamblea general de la patronal celebrada en Madrid, en concreto, el volumen de negocio conjunto ha caído un 0,7%, con la distribución de supermercado bajando más de un 3% respecto a 2022 y las exportaciones decreciendo un 2,8%. En estas particulares vacas flacas, la peor parte se la han llevado –una vez más– los cerveceros artesanales, un extremo que fue destacado por el propio Rodríguez-Toquero.

“Quiero hacer una mención especial a la delicada situación que están afrontando algunas cerveceras del segmento artesanal. Proyectos originales, construidos con mucha ilusión, están desapareciendo, y eso es una malísima noticia para el sector. La situación económica hace mella en los consumidores y eso se está reflejando en el sector de la cerveza”, afirmó el directivo. Solo dos días antes de que Rodríguez-Toquero pronunciase esas palabras, el pasado martes, se produjo una nueva desaparición de las que mencionaba: Cervezas La Virgen. Una pequeña cervecera con sede en Las Rozas (Madrid) que en 2017 fue adquirida por AB InBev, la mayor empresa de cerveza del mundo, y que, pese a no tener los números de los grandes, contaba con una gran reputación dentro del sector.

¿Por qué desaparece La Virgen?

El martes, Cervezas La Virgen anunciaba su cese de actividad y el inicio de un proceso de negociación para el despido de sus 78 trabajadores. La enseña tenía seis bares en diferentes zonas de Madrid, una fábrica en Las Rozas y un servicio de comida y bebida en la propia planta de producción que le costó un enfrentamiento con el ayuntamiento rozeño al no tener licencia para ello.

“Cervezas La Virgen ha comunicado hoy a sus trabajadores la decisión de cesar la actividad de la compañía, lo que implica la apertura de un proceso de diálogo y negociación con sus representantes laborales. Nos hemos enfrentado a una situación compleja en materia de obtención de permisos para la ubicación insignia de la empresa en Las Rozas. Este hecho, en combinación con la difícil situación financiera existente, ha llevado a Cervezas La Virgen a tomar esta difícil decisión”, decían en un comunicado.

De las anteriores líneas se desprenden dos motivos: problemas financieros y de licencia. Respecto a los primeros, según las cuentas disponibles en el Registro Mercantil, en 2022 la empresa tuvo una facturación de 7,12 millones, pero registró unas pérdidas de 3,04 millones. El nivel de ingresos fue muy similar a los 7 millones de 2021, y el resultado fue mejor que los 9,08 millones que perdieron en ese año, no obstante, La Virgen acumulaba pérdidas de 20,2 millones procedentes de otros ejercicios a cierre de 2022. La combinación de un casi estancamiento de ventas junto con unos gastos que no bajaron lo suficiente fue letal para la marca.

En referencia al problema de licencia, fuentes del Ayuntamiento de Las Rozas se mostraron molestas porque, bajo su punto de vista, la empresa dejaba caer entre las líneas del comunicado que la culpa del cierre había sido, en parte, del consistorio. “El ayuntamiento, en diciembre, les ordenó el cese de actividad del servicio de comida y bebida, pero no de la fábrica de cerveza, porque ellos licencia para fabricar cerveza tienen, lo que no tienen es permiso ni para vender comida ni para vender bebida que se consuma en el propio local”, explican.

“Yo entiendo que ellos han aprovechado el momento del cierre de la cervecería que tenían en la fábrica, pero podían seguir fabricando cerveza si eso hubiese sido rentable”, añadieron esas mismas fuentes antes de lamentar profundamente el final de la empresa: “La Virgen era una cerveza muy vinculada a la ciudad y es una auténtica pena”. Preguntados por hasta qué punto había sido el problema de licencia o bien la situación financiera la causa del cese, La Virgen remitió al comunicado que emitieron.

Un sector más maduro

¿Qué está pasando con la cerveza artesana? La respuesta corta es que el sector afronta un entorno desafiante para él, y, además, se está haciendo mayor. David Castro, fundador y cervecero de cerveza La Cibeles, otra marca con gran solera en el mundillo, comparte su lectura de la situación actual. “Hemos bajado volumen de venta de cerveza, pero sí es cierto que como hemos tenido que adaptar los precios a las subidas de los costes, parte en 2022 y parte en 2023, hemos facturado más. Desde el punto de vista de solidez de la compañía, esto es una alegría porque no hemos tenido que prescindir de nadie. Producimos menos, pero la salud de la empresa está mejor”, resume.

Castro espera que en 2024 puedan recuperar parte del volumen de ventas perdido para así acercarse más al prepandémico, pero esto es algo que está costándoles más de lo que preveían. “Se debe a la situación económica. Las personas seguimos con la misma necesidad de hacer cosas y de probar buenos productos. Lo que sí que es cierto es que la capacidad económica se ha mermado. No nos podemos gastar la misma cantidad de dinero y obtener el mismo bien que obteníamos antes de la covid. Si antes nos gastábamos 10 euros en pasarlo bien y teníamos dos o tres cervezas, ahora lo mismo tenemos una y media, y a lo mejor ni siquiera tenemos esos 10 euros”, describe.

En este contexto de mayor estrechez, es lógico que la cerveza artesana sufra más. “Las cervezas que producimos son más caras que las tradicionales fabricadas en un entorno industrial y por otro lado no tenemos esas economías de escala”, agrega.

Por su parte, Mateo Sanz, cofundador de Cerveza SanFrutos, ganador del Premio FactoriadeCerveza al Maestro Cervecero 2023 y vicepresidente de la Asociación Española de Cerveceros Artesanos Independientes, cuenta cómo está siendo la fase de maduración en la que ha entrado esta pequeña gran industria. “La cerveza artesana en España tiene una historia relativamente corta. Como ha pasado con otras cosas que se ponen de moda, fue un sector que creció mucho durante los primeros años, hasta la covid hubo mucho crecimiento. Pero cuando las cosas empezaron a venir más apretadas, el mercado empezó a ser más competitivo. Estos últimos años hemos visto muchos cierres de empresas pequeñitas. Cuando hay un crecimiento bueno, los proyectos tiran para adelante, pero cuando el entorno no tira para adelante, algunos van cayendo”, asevera.

Sanz cree que lo peor está empezando a pasar, que el sector artesano afronta una fase de estabilización y que, en general, es viable desde el punto de vista económico. “Hoy día el mercado es más selecto y no hay tanta demanda, pero es un poco el entorno en el que jugamos. Los que estamos adaptados y cuidamos la calidad del producto, la red comercial y la comunicación nos mantenemos y vendemos. Porque es un sector rentable para el que tiene herramientas”.

Además de tener herramientas, la cerveza artesana ha tenido otra cosa: repercusión. Su llegada ha cambiado las cosas y no poco. “Hace 10 años las empresas grandes tenían dos cervezas en su catálogo prácticamente. Una más fuerte y otra más suave y poco más. Hoy en día, cualquier empresa grande tiene 20 o 30 productos y todos han hecho una IPA, una oscura, sacan novedades estacionales… Uno de los grandes logros de los pequeños cerveceros es que, sin ganar una cuota de mercado enorme, hemos sido todo un revulsivo para el sector”, dice Sanz.

Haciendo un análisis en términos de la tríada dialéctica. Las grandes cerveceras eran la tesis. Las pequeñas artesanas e independientes, la antítesis. La síntesis ha sido la compra de pequeñas cerveceras por parte de los gigantes, como le pasó a La Virgen (dando como resultado una suerte de productores “medianos”), y unos grandes con un catálogo mucho más diverso.

David Ortega, socio de Cervezas Patanel, una fábrica artesana con local en Carabanchel, también aporta una nota de esperanza y, quizás, la clave para los pequeños artesanos. “En la cerveza hay niveles. Nosotros jugamos en la liga pequeña. No hemos notado debilidad en el año 2023. Los bares de siempre han seguido funcionándonos. A lo mejor esos números de 2023 han afectado más a las grandes”, cuenta Ortega. Pese a que los grandes quedan –literalmente– en otra liga, eso no es un problema a sus ojos. En su opinión, el éxito del cervecero artesano no se debe medir en vender millones y millones de euros en cerveza. “El triunfo de la cerveza artesana es hacerse valer por su zona geográfica. Nosotros trabajamos en Carabanchel, a corta escala. Siempre la cerveza artesana está ligada a una zona geográfica. El éxito es tener identidad propia y ser rentable”, concluye. Sobre qué pasará con su negocio y el sector en general. En palabras de Ortega, “nadie sabe que va a pasar mañana”, pero lo que sí queda claro, es que, con todo, sigue habiendo un hueco para la cerveza diferente. Un hueco más pequeño, eso sí, pero en el que muchos todavía saben, pueden y quieren moverse.

Bares, ¿en que lugares?

Cerveza y bar

Estas dos palabras no solo maridan en el imaginario colectivo, sino que son una simbiosis en la realidad pura y dura. Durante la asamblea general de Cerveceros de España, salieron a relucir datos como el de que la cerveza aporta de media -y de forma aproximada- el 20% de la facturación a los bares, un porcentaje que se duplica en el caso de los establecimientos más pequeños. Con 19,9 millones de hectolitros en 2022 vendidos en bares, restaurantes y cafeterías, la importancia de la hostelería para la industria de la cerveza habla por sí sola al ver los datos.

El declive del bar

Emilio Gallego, Secretario General de Hostelería de España, reflexionaba el pasado jueves sobre lo que está pasando en ellos. La foto amplia muestra recuperación en la hostelería, pero al bajar la altura del análisis y poner el foco en la profundidad del mismo, aparecen grietas. “Bares tenemos 161.000. Están desapareciendo. Están haciéndolo sobre todo en la España rural, pero es que allí, directamente, está desapareciendo la propia población. Hay comarcas en las que cierra el único bar del pueblo y luego abre un restaurante. En los barrios de las grandes ciudades, se está perdiendo ese tomar algo en el bar de toda la vida. Ese consumo en el bar de barrio está desapareciendo. En cambio, está habiendo un fuerte repunte de los restaurantes, también de las cadenas de restauración”, relataba el experto. 

Según las conclusiones que compartió en la asamblea el doctor en economía y consultor de economía aplicada en AFI Javier Serrano, basándose en datos recogidos en su informe contribución del sector turístico al crecimiento y desarrollo territorial, de los 8.108 municipios que hay en total en España, 1.321 no tienen ningún bar o restaurante, el 16% del total. Otros 2.669 pueblos solo tienen un bar o restaurante, mientras que 4.118 poseen dos o más. Además de por las externalidades positivas que tiene un negocio como un bar para un pueblo pequeño, en tanto que los vecinos cuentan con un lugar de socialización, según los hallazgos de Serrano, un bar dinamiza la economía de la zona al atraer a más visitantes al pueblo. El experto encontró una correlación positiva entre el número de turistas que recibe un municipio y el número de bares. De forma más concreta. Entre dos municipios muy similares, donde en uno hay al menos un bar o restaurante y en otro no, el que lo tiene recibe unos 500 visitantes más de media al año.


Menor demanda

El pasado martes, la firma de análisis de mercado NielsenIQ publicó un estudio en el que identificó que la demanda de bebida en bares, cafeterías, restaurantes y hoteles cayó un 1,4% el año pasado, el primer descenso desde la pandemia. Las alzas de precios fueron el principal motivo, con cerveza y agua encareciéndose un 9%, según los datos de la consultora. 

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Sobre la firma

Fernando Belinchón
Madrid. 1994. Máster en periodismo económico por la Universidad Rey Juan Carlos. Redactor de la Mesa Web de CincoDías. En el periódico desde 2016.
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