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Así operan las oficinas de las grandes fortunas: mediación entre hermanos, optimización fiscal y gestión de inversiones

Buscan aislar la operativa del negocio principal del resto de activos financieros e inmobiliarios y evitar conflictos a medida que crecen el patrimonio y las ramas familiares

CaixaBank
Miguel Moreno Mendieta

La ficción ha retratado con profusión las disputas familiares en las grandes fortunas. Casi siempre con un patrón: el patriarca que ha fundado una gran empresa tiene que lidiar con las disputas entre sus hijos y pensar en el futuro cuando él falte. Desde la canónica Succession —que narra las luchas de poder en los Roy, propietarios de un conglomerado de medios y entretenimiento— hasta las clásicas Dinastía y Dallas, los guionistas siempre han reflejado los precarios equilibrios entre los intereses puramente económicos con los afectos, las querencias y los egos que rodean los lazos de sangre.

En ese peculiar universo es donde operan las oficinas familiares: profesionales independientes para preservar el patrimonio de la estirpe y lograr que el imperio no se desmorone en la tercera generación —tal y como ocurre en más del 70% de los casos, de acuerdo con un informe de la London Business School—. Estos family office, como se les conoce en la jerga, tienen la función de ayudar a aislar la operativa del negocio familiar del resto de activos financieros e inmobiliarios que controla la saga.

Los grandes empresarios españoles disponen de este tipo de estas oficinas: Amancio Ortega (dueño de Inditex, a través de Pontegadea Inversiones), su hija Sandra Ortega (Rosp Corunna), Alberto Palatchi (Pronovias), Juan Abelló (Torreal), Alicia Koplowitz (Omega Capital), la familia Del Pino (propietarios de Ferrovial, a través de su sociedad patrimonial Casa Grande de Cartagena)... La consultora PwC calcula que hay unas 166, aunque su número exacto es una incógnita.

Fernando Alonso, socio del despacho FinReg360, es uno de los mayores expertos en España en este tipo estructuras de asesoramiento. En colaboración con la firma de banca privada para clientes millonarios OpenWealth (filial de CaixaBank), Alonso ha elaborado un detallado estudio sobre el funcionamiento de estas family offices. “Lo que acaba determinando el momento de creación de estas figuras es un evento de liquidez, que puede ser la venta de toda o parte del negocio familiar, o simplemente el que esta empresa haya alcanzado un volumen tal de ingresos y dividendos que sea recomendable contar con una estructura independiente para gestionar ese patrimonio”, relata el especialista.

El informe de FinReg360 y OpenWealth ha sido realizado partiendo de 40 entrevistas a grupos familiares adinerados (ligados al sector inmobiliario, constructor, financiero y hotelero, entre otros). En conjunto, estas fortunas son dueñas de un patrimonio de casi 12.000 millones de euros: el 40% concentrado en el negocio principal y el resto en inversiones familiares de todo tipo.

El grado de sofisticación del family office está muy vinculado al tamaño de la fortuna. En el estudio presentado ayer, la oficina de asesoramiento más potente contaba con seis profesionales. Entre las figuras que suelen tener están un director general, un director financiero, otro de inversiones y un director de operaciones. Son empresas que gestiona todo el dinero que no está ligado al negocio familiar.

Esta oficina se encarga de buscar a los mejores fiscalistas para optimizar la fiscalidad (por medio de la elección de estructuras como socimis, sicavs o fondos de capital riesgo...), a expertos en asignación de activos, especialistas en inversiones alternativas... pero su función puede ir mucho más lejos. También pueden ser una pieza fundamental en la mediación entre hermanos. Marta Alonso, directora general de OpenWealth, explica que “es frecuente que se recurra a firmas especializadas en atender a estos family offices para que se elaboren diferentes de protocolos de relación entre los distintos miembros de la familia".

Entre estas pautas puede estar el diseño de una política de empleo familiar que fije en qué condiciones pueden ir accediendo al negocio principal las nuevas generaciones. O la fijación de una política de dividendos (puede haber ramas de la familia que quieren que se reparta más caja de la empresa que otras) o la definición de cuándo la matriz puede llegar a invertir en proyectos empresariales de miembros de la familia. Así se intenta evitar que estas iniciativas de emprendimiento contaminen a la sociedad principal con negocios endeudados y pignoración de activos (tal y como ha ocurrido con Grifols, OHL o Abengoa). También se limita la posibilidad de que la caja de la matriz financie iniciativas arriesgadas y personalistas de alguno de los nietos del fundador.

“Es muy importante que cuando se generen conflictos, se hayan previsto mecanismos para resolverlos”, apunta Fernando Alonso, de FinReg360, quien recuerda que en el mundo anglosajón se llega a pactar el recurso a arbitrajes profesionales, “algo que todavía no ha llegado a España”.

Lo que está demostrado es que cuantas más hermanos y más ramas familiares hay, más conflictos aparecen. A medida que una empresa crece y crece, hay más dividendos que repartir, más miembros de la familia interesados en participar en la gestión, más intereses divergentes. La familia Puig, que sacó a Bolsa su negocio millonario el año pasado, explicaba entre los motivos para esta operación la voluntad de dar liquidez a todos los accionistas y profesionalizar más la gestión.

Compartiendo gastos de la finca extremeña

Entre las tareas de estos family offices también puede estar el consensuar unas reglas para la utilización de propiedades inmobiliarias compartidas. “Hay que tener en cuenta que estas grandes fortunas tienen a menudo fincas en Extremadura o Ciudad Real, o villas de lujo en Baleares, que tienen unos costes de mantenimiento muy altos, por lo que es conveniente que se fijen unas aportaciones para los miembros de la familia que las utilizan más, y así no perjudicar a los que menos disfrutan de ellas”, explica un banquero privado.

Dentro de estas oficinas familiares hay tres tipologías: el family office puro, en el que se contrata a un grupo de profesionales en exclusiva para este patrimonio al margen de la matriz; el multi family office, donde hay varios grupos familiares que se ponen de acuerdo para compartir esos recursos de asesoramiento financiero y jurídico; y la oficina familiar embebida en el propio negocio original, cuando hay perfiles profesionales (como el director financiero o el jurídico) que dedican un tiempo a cuestiones al margen de la sociedad principal.

En la parte puramente financiera no hay lugar a grandes sorpresas. Estos grandes grupos buscan diversificar su patrimonio, más allá de su sector original, con inversiones en inmobiliario, en Bolsa mundial, bonos, fondos, hedge funds, capital riesgo... Dentro del infoque el peso de la inversión en ladrillo es relativamente bajo, alrededor del 22% del total, “algo que nos ha llamado mucho la atención”, apunta Marta Alonso, de OpenWealth.

En cuanto a las rentabilidades obtenidas, son buenas, aunque tampoco estratosféricas. Aquellas familias que manejan un patrimonio de hasta 100 millones de euros han logrado un retorno medio anual entre 2020 y 2024 del 4,9%, mientras las que tienen más de 250 millones, han llegado al 9,1%. “Esto se debe, en parte, a la posibilidad que tienen de acceder a tipologías de activos más eficientes, con menores comisiones”. Al final, hasta entre los ricos hay clases.

Sobre la firma

Miguel Moreno Mendieta
(Madrid, 1979) es licenciado en Derecho y Economía por la Universidad Carlos III. También cursó el Máster de Periodismo de El País. Se incorporó al periódico Cinco Días en 2006, tras pasar por la web de El País y Mi cartera de Inversión. Escribe sobre el sector financiero, con un foco especial en fondos de inversión y los seguros.
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