¿Un bebé dueño de un fondo de inversión? Cada vez hay más
Gestoras, asesores y profesores de economía recomiendan hacer aportaciones en nombre de los niños


Javier Díaz-Giménez es doctor en Economía por la Universidad de Minnesota y profesor en el IESE Business School. También es padre de dos menores. Hace unos años, decidió abrir una cuenta de inversión a nombre de su hijo mayor donde ir haciendo aportaciones periódicas a un fondo. Su caso no es único. Ni exótico. Cada vez más familias optan por dejar atrás la clásica “cuenta junior” que las cajas de ahorros ofrecían para menores de edad —y donde se solía meter el dinero de la primera comunión—, y optan por contratar productos financieros más complejos para sus descendientes.
“Meter dinero para tu hijo en un fondo de inversión me parece una idea magnífica porque es un capital que no va a tocar hasta que no pasen muchos años y en el que se va a poder ir beneficiando de la magia del interés compuesto”, explica Díaz-Giménez, una cara muy habitual en debates televisivos. El economista se refiere al hecho de que, cuando se contrata un fondo y va generando una rentabilidad, si los rendimientos obtenidos se van conservando, estos aumentan la base y hacen que se multipliquen los beneficios futuros.
Así, una inversión de 10.000 euros con un interés simple del 5% anual genera en 20 años 10.000 euros de rendimientos. Esto supone que cada año el rendimiento obtenido se retira. En cambio, si los retornos se dejan en el fondo cada año, la rentabilidad acumulada en dos décadas ascendería a 16.533 euros, un 65% más. Esa es en definitiva la magia del interés compuesto.
Díaz-Jiménez ha optado por contratar para su hijo un fondo de bajo coste que sigue la evolución del índice S&P 500 y que replica la evolución de las mayores compañías cotizadas de Estados Unidos, aunque reconoce que la elección del producto no es lo más importante. “Esto está más que estudiado. Cuando inviertes a largo plazo, da igual si empiezas en un momento de mercado alcista o bajista porque al final acabas logrando rendimientos”.
Los bancos, las gestoras de fondos y la agencias de valores hace tiempo que están apreciando e impulsando esta tendencia de la inversión a nombre de un menor. ING ha llegado a hacer campañas fomentando la contratación de un fondo de inversión como “el mejor regalo de Navidad para tu hijo”. Desde la entidad reconocen que tal vez “pase desapercibido entre tanto juguete, pero puede ir ganando peso con el paso de los años”.
En Alemania, la firma financiera Oskar fomenta también regalar al niño un plan de inversiones en fondos cotizados desde su nacimiento y que los abuelos le den la paga a los nietos haciendo una aportación. Cuando van creciendo, pueden tener un acceso especial para ver cómo van sus ahorros.
Motivaciones
Pero, ¿cuál es la motivación de los padres que contratan un fondo para su hijo o su hija? Aitor Sánchez, responsable de desarrollo de negocio digital de Santalucía AM, considera que en muchos casos las familias piensan en los estudios universitarios. “Iniciar un plan de inversión desde el nacimiento de un hijo no solo facilita la financiación de sus estudios sin depender de préstamos sino que también fomenta una cultura financiera responsable desde el hogar”, apunta el experto.
El profesor Díaz-Giménez coincide: “Yo podría haber tenido el dinero en un fondo a mi nombre, pero al tenerlo a nombre de mi hijo le voy haciendo partícipe de la rentabilidad, y le puedo ir enseñando que no tiene por qué preocuparse porque durante unos meses el fondo esté cayendo, como ha ocurrido en este arranque de 2025″.
Otra firma que ha fomentado la contratación de fondos para menores es Indexa Capital. La entidad, especializada en la comercialización de carteras de fondos de bajo coste y que ya administra activos por valor de más de 3.000 millones de euros, exige que la aportación inicial sea de al menos 1.000 euros (si el progenitor es ya cliente de la firma). Luego, se pueden ir haciendo aportaciones periódicas de al menos 150 euros al mes. “Es algo que nos está funcionando bien, y ya tenemos más de 5.600 cuentas que son propiedad de menores”, detalla Unai Ansejo, consejero delegado de Indexa. En estos casos, es la madre o el padre del menor quien tiene que hacer el test de idoneidad del producto, ya que será el responsable de la inversión hasta que su descendiente cumpla los 18 años.
Desde ING hacen algunos cálculos de cuánto dinero se puede ir acumulando. Por ejemplo, con su fondo Cartera Naranja 90 (compuesto mayoritariamente por fondos de Bolsa), el retorno medio anual en los últimos cinco años ha sido del 7,5%. Una persona que lo contratase para su hija recién nacida, aportando 2.000 euros de inicio, y luego metiendo 50 euros al mes, acumularía al cabo de 18 años con un capital para ella de 29.000 euros, si se mantuviera en el largo plazo una rentabilidad similar.
Elena, una profesional del mundo de la comunicación que trabaja en Madrid, contrató fondos de inversión para sus hijos, cuando tenían 5 y 6 años. “Yo tenía claro que cuanto antes empezara a irles metiendo dinero, pues mejor. Luego ya se verá para qué lo utilizan. Igual en 20 años le viene bien para dar la entrada a una casa”. En su caso, aprovechó la indemnización al apuntarse a un ERE en su empresa, y cada mes hace aportaciones de 50 euros.
Recelos
En muchos casos, los recelos que surgen para invertir el dinero de un menor tienen que ver con la posibilidad de que pueda perderse parte. Pero la literatura académica demuestra que, en plazos de más de 10 años, una inversión diversificada es muy improbable que pierda valor. También pueden surgir ciertos recelos por ideología aunque según señala Díaz-Giménez, “no invertir por una cuestión moral no me parece muy razonable, porque ya hay fondos que invierten con una orientación ética, medioambiental o persiguiendo un impacto social. Puedes ganar dinero haciendo el bien”.
Andrea Carreras-Candi, directora de EFPA España —la mayor asociación de asesores y planificadores financieros—, destaca que considera muy conveniente contar con “un vehículo que nos ayude no solo a ahorrar, como lo haría el clásico cerdito que regalamos a nuestros hijos, sino también a gestionar el dinero de manera inteligente”. También incide en que este instrumento servirá de palanca de conocimiento para fomentar los valores del ahorro y que los menores, ya adolescentes, “comprendan conceptos como el presupuesto, las deudas, las inversiones y cómo gestionar el riesgo”.
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