Bolsa, oro y bonos quedan al pairo a la espera de que soplen nuevos vientos
Los analistas tienen muchas dudas sobre si llegará o no una recesión, si se contendrán los precios o si se producirán nuevas subidas de tipos
El principal índice tecnológico del mundo, el Nasdaq, sigue como una moto, así como el más general y diversificado, el índice de la Bolsa de Estados Unidos S&P 500, que ha tenido un buen verano, también aupado en el año por el peso de los grandes valores tecnológicos. Sin embargo, tras el escaparate las cosas están más paradas de lo que sugieren los titulares y no sólo hablo del mercado de acciones.
Así, en Estados Unidos la llamada «profundidad de mercado», o el conjunto de valores cotizados que no son los grandes valores estrellas de este 2023, sigue cotizando en un gran movimiento lateral desde nada menos que mayo de 2022. El índice Russell 2000 de pequeñas cotizadas oscila en el mismo rango desde hace un año y medio. Por otro lado, los bonos soberanos de aquel país también cotizan en una extensa trayectoria lateral desde hace justo un año. E incluso el oro que tuvo un fuerte cuatro trimestre en 2022, sigue cotizando en el mismo nivel que alcanzó en enero de este año.
Fuera de los grandes valores tecnológicos, la realidad es que los mercados están sin dirección, como barcos a vela que no pueden avanzar ni retroceder porque no sopla ningún tipo de viento en medio del océano. Las Bolsas se han quedado al pairo. Después del tormentoso 2022, donde tanto acciones, como bonos y oro declinaron con fuerza a causa de la vertiginosa subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal y otros grandes bancos centrales, 2023 está siendo un gran mercado lateral.
La causa de esta situación en estos tres activos esenciales y que responden a diferentes fundamentales macroeconómicos, se encuentra en que los mercados no saben qué descontar a continuación. No saben a qué atenerse. Hoy en día existen múltiples preguntas sin responder, como si finalmente llegará la recesión más anunciada de la historia; si dicha recesión, si es que llega, será moderada o profunda; o si, incluso no llegará recesión alguna como han empezado a pensar desde la propia Reserva Federal (Fed) y algunos bancos de inversión estadounidenses. Y también hay otras preguntas sobre si realmente dicha recesión no fue ya descontada con las caídas de 2022, o sobre cómo se comportará la inflación a partir de aquí, cuando el efecto base interanual ya no es tan favorecedor.
De momento, el crecimiento y la creación de empleo continúan siendo positivos en Estados Unidos, a pesar de que desde hace trimestres múltiples indicadores líderes señalan una elevada alerta de recesión. Hablamos de indicadores como el indicador adelantado sobre la economía de la Conference Board, o la propia inversión de la curva de tipos, que ha anticipado todas y cada una de las recesiones en aquel país desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (SGM).
Si, por ejemplo, se empezara a destruir empleo, habría pocas dudas de que los bonos soberanos, y probablemente también el oro, se apreciarían con fuerza al calor de una más que probable bajada de tipos de interés por parte de la FED y otros bancos centrales.
O, si la inflación repuntara con fuerza en sus variaciones intermensuales, lo que señalaría una inflación aún no controlada, habría pocas dudas de que los bonos soberanos y el oro declinarían en valor, ya que la FED se vería forzada a subir aún más los tipos de interés oficiales.
Pero, como nada de eso está ocurriendo, lo que vemos es un mercado lateral tanto en la renta fija gubernamental como en el precio del metal dorado. Y lo mismo ocurre con la profundidad del mercado de acciones. La típica acción de Wall Street, al margen de los grandes valores tecnológicos, no sabe qué dirección tomar.
Hora de hacerse preguntas
Mi tesis es que si se destruye empleo, lo cual sería la prueba del algodón de que la economía se ha enfriado lo suficiente, el mercado de acciones subiría con fuerza abrazando el hecho de que la Reserva Federal empezaría a bajar los tipos de interés, lo que facilitaría una economía más dinámica y unas mayores valoraciones bursátiles. Pero también reconozco que si esa recesión en vez de ser moderada acaba siendo profunda, entonces el mercado de acciones acabaría declinando de nuevo.
Sea como fuere, lo cierto es que la recesión aún no llega y las acciones, sigo hablando de la profundidad de mercado, ni suben con fuerza porque no bajan los tipos de interés, ni bajan con fuerza porque no se está en una recesión profunda y hasta se niegan a subir de verdad porque la expansión es incierta y los tipos de interés son muy elevados.
De esta manera, la lateralidad en acciones, bonos y oro es un reflejo perfecto de esta situación macro en la que no se define con claridad ninguna tendencia. Si usted tiene una idea precisa de lo que ocurrirá, entonces con este esquema de cómo funcionan las cosas ya puede tomar posiciones. Pero para quienes no somos capaces de ver el futuro con claridad, lo único a lo que aspiramos es a darnos cuenta, con el menor retraso posible, a cómo se desarrollan los eventos. Quo imus?
Hugo Ferrer es gestor GPM S.V. y director Club Bursátil Confidencial
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