¿Por qué las grandes empresas españolas no invierten en startups?
Amadeus, Telefónica e Indra, las más activas. Las compañías de mayor capitalización priorizan la expansión internacional y el crecimiento orgánico
Alrededor de 105.000 millones de euros. Este es el valor del universo startup en España, que ha ganado importancia entre los países del sur de Europa, aunque se queda a espaldas de Francia y Alemania, según datos del informe Spain Ecosystem Report 2024 de Dealroom.com. No obstante, en la península crece más rápido que en los demás, superado solo por Noruega, y genera más de 100.000 empleos cada año.
Pese a esto, las compañías españolas parecen no encontrar oportunidades en el sector y no están apostando por estas firmas emergentes. En cambio, entidades extranjeras y fondos de inversión internacionales, ven con interés al universo español y a su talento.
El estudio Quién está detrás de la adquisición de empresas tecnológicas en España, de Back Fund, firma española especializada en startups en fases iniciales de desarrollo, lo deja claro con algunos datos. En las 400 operaciones de adquisición de startups y scaleups (exits) –de las que se conocen cifras de venta– que se han registrado entre el 2000 y el 2024, la presencia de las grandes cotizadas españolas es escasa. De las 100 más relevantes, tan solo 18 se atribuyen a firmas nacionales. Si se estrecha aún más el círculo, de las 55 mayores operaciones, solo en siete está detrás una empresa nacional.
La escasa participación de estas firmas tiene un porqué. Los expertos lo atribuyen a la cultura empresarial. José Carlos Huerta, director del programa Startups de la Fundación Innovación Bankinter, destaca que las compañías de mayor capitalización priorizan la expansión internacional y el crecimiento orgánico. “La adquisición de startups es percibida como una inversión más arriesgada. Además, siempre conlleva la dificultad de integrar nuevas tecnologías disruptivas, con el consiguiente riesgo de fracasar en el intento”, explica.
A esto, Karel Escobar, CEO y fundador de Back Fund, añade el bajo nivel de digitalización de la mayoría de las empresas, que a su vez limita el atractivo de las startups, que tienen un componente digital significativo: “En el índice español hay muchas energéticas, cuyo core es el desarrollo de plantas fotovoltaicas o exportación de recursos, por ejemplo. Es raro que compren una empresa de software porque su negocio es otro”. Lo mismo ocurre con las entidades financieras. No obstante, recalca que no es una excusa, y pone como ejemplo a otros países. “El banco francés BNP Paribas compró la española Kantox [en 2022, por 120 millones], que todos conocían”, detalla.
La ausencia de grandes empresas tecnológicas en España también es una de las causas de esta brecha respecto a otros países, como Estados Unidos, donde la presencia de gigantes como Google, Apple y Amazon ayuda a las compañías a ser menos reticentes hacia la integración de firmas innovadoras y tecnológicas. Pero hay excepciones.
Entre estas resalta Amadeus, que en enero de este año se ha hecho con Vision-Box, proveedor de soluciones biométricas para aeropuertos, aerolíneas y controles fronterizos por 320 millones de euros. Dos meses después, adquirió también Voxel, firma de facturación electrónica y soluciones de pago entre empresas para agencias de viajes, hoteles y turoperadores, por la que ha desembolsado 113 millones de euros. Telefónica también ha estado presente, aunque no en tiempos recientes. La compañía adquirió en 2011 Acens, especializada en el almacenamiento de datos, por 80 millones de euros. Un año antes, se hizo con Tuenti, por 70 millones. Indra es otra firma que destaca: en 2018 invirtió 70 millones para la adquisición de la consultora Paradigma Digital.
A estas operaciones se suman la compra de Quark por Sener en 2023 (100 millones) y la de Ola Internet por Picking Pack (180 millones), además de tres salidas a Bolsa en el BME Growth: la de la consultora tecnológica Sngular, que debutó en 2021, la de Holaluz, en 2019 y de Indexa Capital (2023).
En España
Entre los compradores españoles, el estudio de Back Fund revela que las scaleups, es decir, startups que se han consolidado y que ya tienen un negocio escalable y rentable, son las más activas. “De los 400 exits analizados, uno de cada cinco (21%) tuvo como comprador a una de estas compañías”, recoge el estudio. Para Escobar, esto depende de la maduración de estas compañías –como Glovo y Spotahome– y de la mayor facilidad de acceso a recursos y a la financiación.
Sin embargo, Karel advierte de que se trata de operaciones con menor volumen de capital invertido. De hecho, tan solo el 5% se encuentra detrás de las transacciones más grandes. En cambio, el private equity (capital privado) protagoniza pocas operaciones (un 10% del total), pero con mayor volumen de inversión. De las 50 principales, la cuarta parte (24%) corresponde a fondos de capital privado. El caso más reciente es el de Idealista, adquirida por el fondo Cinven por 2.900 millones de euros. “Es una tendencia a escala internacional y cada vez más se están metiendo en empresas tecnológicas. Los aspectos clave a la hora de elegir sus inversiones son la infraestructura, los ingresos recurrentes y la escalabilidad”, señala Escobar.
Atractivo internacional
Si bien las compañías europeas protagonizaron operaciones de compra importantes, como la de Visma, que en 2021 adquirió Holded por 190 millones, destaca el interés de EE UU, cuyas empresas están detrás de los movimientos más relevantes y lucrativos. Como el de AT&T, que en 2018 se hizo con AlienVault, especializada en ciberseguridad, por 600 millones; o la compra en 2021 de la plataforma de aprendizaje de idiomas, Busuu, por parte de Chegg por 385 millones.
Huerta explica que el atractivo se debe a que a menudo las startups españolas “ofrecen innovación a costes competitivos”. Además, “España cuenta con talento altamente cualificado en tecnología, inteligencia artificial y biotecnología, sectores de gran interés para empresas de EE UU”. Finalmente, la inversión en estas firmas también es vista como una vía de acceso al mercado europeo.
Los expertos coinciden en que es necesario un cambio de mentalidad para que la adquisición y la incorporación de innovación forme parte de la estrategia de crecimiento de las empresas españolas. Para Huerta, la clave está en “incentivos fiscales y regulatorios, políticas públicas que impulsen la inversión en startups o para creación de fondos corporativos de venture capital (capital riesgo)”, que permiten a las grandes compañías apostar de manera estratégica en las emergentes.
Leyre Celdrán, directora general de AEFI (Asociación Española de Fintech e Insurtech), hace hincapié en la menor madurez del capital riesgo en España y en la regulación: “Es un elemento fundamental para que siga creciendo el interés por estas compañías. Una convergencia a nivel comunitario puede hacer que sean más competitivas y que ayude a las grandes empresas españolas a invertir estos proyectos”, concluye.
Comportamiento de los mercados
El contexto internacional ha jugado un papel fundamental en las decisiones de inversión de las empresas. Para José Carlos Huertas, de la Fundación Innovación Bankinter, “las tensiones geopolíticas, así como la subida de los tipos de interés, dirigieron los flujos de inversión hacia otro tipo de activos de menor riesgo entre 2022 y 2023”. La disminución de las operaciones y del volumen de compra en startups conllevó una caída también de sus valoraciones. Por su parte, Karel Escobar, de Back Fund, agrega que, en un escenario de tipos de interés alto, las compañías optan por inversiones más seguras y rentables, en proyectos que tengan ya un cierto nivel de ingresos. “La inflación y las tensiones geopolíticas, de hecho, han afectado directamente al margen de muchas empresas”, recuerda.