Hacia el camino correcto
En España son todavía una gran minoría los que reciben un asesoramiento independiente de calidad y costes ajustados

La gestión de patrimonios sigue creciendo en todo el mundo como consecuencia de una población que, en términos agregados, cada vez acumula más ahorro. No solo eso, sino que en las economías avanzadas crece la capa de población con patrimonios considerados altos o muy altos como resultado de la acumulación de riqueza de la generación del baby boom vía ahorro propio y transmitido por herencia o donación.
El otro gran movimiento que viene es el de la mayor transferencia de riqueza de la historia desde esas generaciones mayores a sus descendientes. Estos dos grandes movimientos en marcha coinciden con unos desarrollos tecnológicos, de acceso a la información y de los canales de dicha información sin parangón hasta la fecha.
Existe una enorme diversidad en cómo la población se informa y asesora respecto al ahorro y la inversión, por lo que los resultados varían también sensiblemente. En países como España, con un nivel de desarrollo del sector de la gestión de patrimonios y especialmente de formación financiera inferior a la de los países más avanzados de nuestro entorno, se traduce en grandes capas de la población que obtienen resultados subóptimos.
Pagan comisiones excesivas por lo que reciben, que pueden alcanzar y superar fácilmente el 2% anual de su patrimonio y frecuentemente terminan invirtiendo en productos de bajo valor añadido o con características no ideales y que son de interés para la entidad financiera proveedora, pero no para el inversor. El que se preocupa y se forma está destinado a obtener muchos mejores resultados que aquel que se despreocupa y permanece en buena medida ignorante. En el mundo del dinero el impacto vital puede ser también mucho mayor.
Dicho esto, curiosamente la inmensa mayoría de los que estamos en el sector sabemos cuáles son los caminos correctos. Este es el del asesoramiento independiente especializado y consistente en no recibir retrocesiones (ingresos) de los productos recomendados, así como el uso de la tecnología con estructuras ligeras y eficientes conducentes a comisiones reducidas, que están inversamente relacionadas con la rentabilidad que obtiene el inversor. El otro es el de la buena formación financiera sin conflictos de interés que permiten a aquellos que la consumen tener criterio propio y autogestionar su patrimonio de forma adecuada y con costes bajos.
Desgraciadamente, en España son todavía una gran minoría los que reciben un asesoramiento independiente de calidad y costes ajustados o los que han adquirido o están adquiriendo un nivel de formación financiera elevado que les permita desenvolverse con solvencia en un mundo con tanta información interesada y sesgada. Sin duda, mucho camino por recorrer.

