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Alemania: el corazón industrial de Europa necesita reanimación urgente

El enfoque en la austeridad y su dependencia del comercio exterior han agravado la crisis en el país germano, que enfrenta masivos despidos en sus principales industrias. En este contexto, los expertos temen que las tensiones geopolíticas y la crisis demográfica dificulten una recuperación

Luis Alberto Peralta
Unas personas se manifiestan hoy en Wolfsburgo (Alemania) en apoyo de una tercera ronda de negociaciones salariales entre IG Metall y Volkswagen AG. El mayor fabricante de automóviles de Alemania, Volkswagen, podría cerrar tres fábricas dedicadas a su marca principal en Alemania y reducir los salarios de los empleados, según el comité de empresa de la compañía
Unas personas se manifiestan hoy en Wolfsburgo (Alemania) en apoyo de una tercera ronda de negociaciones salariales entre IG Metall y Volkswagen AG. El mayor fabricante de automóviles de Alemania, Volkswagen, podría cerrar tres fábricas dedicadas a su marca principal en Alemania y reducir los salarios de los empleados, según el comité de empresa de la compañíaFILIP SINGER (EFE)

La crisis de la economía alemana sigue empeorando. Los pronósticos anticipan una caída estimada del 0,1% del PIB germano en 2024, y cada vez más empresas anuncian recortes de personal y otras medidas de ajuste para compensar las pérdidas en sectores clave como la fabricación de automóviles. En este contexto, el Gobierno del canciller Olaf Scholz, que no ha logrado enmendar el daño causado por factores como los altos precios de la energía, ha convocado a elecciones para febrero del próximo año. No obstante, los analistas ponen en duda que un eventual mandato de la oposición logre en el corto plazo sacar al país de esta crisis, debido a factores como la geopolítica y la crisis demográfica.

“Las perspectivas de la economía alemana son débiles, ya que su modelo de crecimiento económico basado en las exportaciones está sometido a presiones. El debilitamiento de la demanda de China, cuarto mercado de exportación de bienes, y el fuerte aumento de los costes energéticos tras la transición ecológica lastran las exportaciones”, explica a CincoDías Martin Wolburg, economista sénior de Generali AM.

Los expertos consultados coinciden en que el enfoque de austeridad en la política económica alemana ha jugado en contra. “Las políticas fiscales restrictivas han limitado el gasto de inversión en las últimas décadas. Como resultado, la relación entre deuda y PIB ha disminuido. Sin embargo, las infraestructuras de transporte, los colegios, las universidades, los hospitales, el ejército y muchas otras áreas han sufrido una inversión insuficiente. Como consecuencia, el crecimiento alemán ha sido inferior al de sus socios de la UE y se ha estancado más o menos en los últimos años. Actualmente, solo es un 0,5% superior al de 2019, a pesar del aumento de la población activa”, indica Karsten Junius, economista jefe de la firma J. Safra Sarasin Sustainable AM (JSS).

Junius enfatiza que los salarios reales están al mismo nivel que en 2016, algo que, en su opinión, es un reflejo de que la productividad laboral por persona y por hora solo ha aumentado un 1,1% y un 6,2%, respectivamente, desde 2015. “En general, la renta per cápita en Alemania ha caído a alrededor del 80% del nivel de Estados Unidos”, puntualiza el economista.

Estas cifras se suman a un clima empresarial más sombrío. El índice de clima empresarial del Ifo (un indicador que mide el optimismo del sector privado frente a la economía) cayó en noviembre a 85,7 puntos, frente a los 86,5 de octubre, debido principalmente a una peor evaluación de la situación actual, dado que las expectativas para el futuro tampoco son favorables. “Por un lado, el sector manufacturero alemán está sufriendo especialmente las presiones demográficas, las cuales, podrían poner a prueba la productividad. Además, por otro lado, se prevé que EE UU, el segundo socio comercial de Alemania después de China y el mayor destino individual de sus exportaciones, imponga aranceles de importación más elevados, lo que supondría un revés significativo para la economía alemana, dependiente de las exportaciones”, comentan a este diario Eiko Sievert y Elena Klare, analistas del sector público y soberano de Scope Ratings a CincoDías.

Justamente, los expertos coinciden en que la dependencia del comercio exterior es uno de los aspectos que hacen a Alemania vulnerable. Desde Scope, enfatizan que casi el 10% de las exportaciones alemanas se destinaron a EE UU en 2023, la cuota más alta en más de 20 años. Al mismo tiempo, la cuota de exportaciones a China cayó de un máximo histórico del 8% en 2020 al 6% en 2023, lo que refleja en parte el aumento de la competitividad del sector manufacturero chino. Aun así, Alemania sigue dependiendo en gran medida de las importaciones procedentes de China, que representaron el 11,5% de las importaciones totales en 2023. “El aumento del proteccionismo mundial y el creciente riesgo de una guerra comercial entre Estados Unidos y China pondrán a prueba la resistencia de las cadenas de suministro alemanas en los próximos años”, alertan desde Scope.

Golpe a la industria

Uno de los sectores más impactados por esta crisis es el de los fabricantes de coches, quizás el más emblemático de Alemania. De hecho, los expertos de Edmond de Roths­child enfatizan que varios grupos automovilísticos anunciaron medidas de reducción de costes para hacer frente a la persistente debilidad de las ventas, desatando protestas por parte de los sindicatos en ciudades como Wolfsburgo. “Ford despedirá a 4.000 personas en Europa de aquí a 2027 y los sindicatos de Volkswagen propusieron a la dirección reducir el pago de dividendos y suspender algunas primas para ahorrar otros 1.500 millones de euros”, detallan desde la firma, haciendo alusión a la posible eliminación de hasta 15.000 puestos por parte de Volkswagen en Europa.

Estas medidas suponen un fuerte impacto sobre uno de los sectores que brinda más empleo en Alemania. “La automoción es la industria más importante del país, con un valor añadido bruto del 4,7% del PIB antes de la crisis. Directa e indirectamente, alrededor del 4% del empleo [1,75 millones de personas] estaba relacionado con este sector antes de la pandemia”, asegura Wolburg. El experto de ­Generali considera que el coche alemán se ve cada vez más amenazado por la transición hacia los vehículos eléctricos, ya que están surgiendo nuevos competidores y fabricarlos es menos complejo. Además, resalta que las infraestructuras son insuficientes y el capital público se ha estancado.

Otras industrias están tomando medidas similares. Por ejemplo, la unidad de acero de Thyssenkrupp reveló recientemente que planea reducir su fuerza laboral en un 40% en los próximos años. La empresa propone eliminar unos 5.000 puestos de trabajo y sacar de circulación otros 6.000 mediante la venta de operaciones o el traslado de personal a proveedores de servicios externos, con el objetivo de reducir los costes asociados en un 10%. Bosch, por su parte, ha informado de que despedirá a unos 5.500 empleados y de que reducirá la jornada laboral de 10.000 trabajadores a 35 horas, lo que se traducirá en recortes salariales del 12,5%.

¿Solución posible?

Tras el fracaso del Gobierno socialista de Olaf Scholz, las esperanzas de los alemanes están principalmente depositadas en una vuelta al poder del CDU, el partido derechista al que pertenecía la excanciller Angela Merkel. Si la victoria de la derecha se concreta en las elecciones de febrero de 2025, se espera que el Gobierno democristiano busque estimular la economía con políticas fiscales expansivas para evitar mayor daño al sector industrial. No obstante, si no alcanzan una mayoría, se anticipa que pueda ser necesario un Gobierno de coalición con los socialistas (SPD), los liberales (FDP) o Los Verdes, algo que podría complicar la aplicación de este enfoque.

“Es muy probable que un nuevo Gobierno alemán modifique el límite de deuda para permitir más inversión y gasto en defensa. Mientras que el FDP sigue oponiéndose a esos cambios, la CDU parece algo más abierta. En general, los cambios son claramente necesarios si Alemania no quiere quedarse rezagada. Vemos buenas posibilidades de que un nuevo Gobierno sea más reformista que los anteriores”, indican los expertos de J. Safra Sarasin. Cabe mencionar que, recientemente, la excanciller Merkel respaldó esta reforma, aunque destacó que el foco tiene que estar en fomentar la inversión y no el gasto social.

Desde Scope Ratings coinciden en esta visión, y añaden que la posición del próximo Ejecutivo será imprescindible para navegar futuras dificultades geopolíticas. “Alemania necesita un Gobierno estable y orientado a las reformas para responder al impacto de los posibles cambios políticos del nuevo presidente electo en EE UU, Donald Trump, que afectarán a las políticas comerciales, fiscales y de defensa de Alemania. De hecho, es probable que algunas de las implicaciones adversas de una segunda presidencia de Trump tengan lugar al inicio de su mandato, en enero de 2025. La incapacidad del Gobierno alemán para responder con rapidez a algunas de las medidas podría agravar las persistentes vulnerabilidades estructurales del país que han ralentizado el crecimiento en los dos últimos años”, detallan desde Scope.

Martin Wolburg, no obstante, considera que la reac­tivación de la economía no es algo que el Gobierno pueda hacer por sí solo. “Las empresas deben adaptar sus productos y modelos de negocio al nuevo entorno, lo que normalmente conllevará algún tipo de ajuste. El próximo Gobierno debería facilitar este proceso, pero no impedirlo ni mantener artificialmente con vida a las empresas”, pondera el experto de Generali.

En la opinión de Wolburg, es imprescindible que la política sea más previsible y alivie el peso de los costes energéticos para que la producción en Alemania siga siendo rentable. “Es necesario un compromiso, así como más medidas concretas para mejorar la infraestructura. En un reciente estudio conjunto, los institutos afiliados a la organización empresarial alemana y a la organización sindical alemana identificaron un déficit de inversión pública de casi 600.000 millones de euros. Este problema debe abordarse inmediatamente”, dice el economista de Generali.

Por otra parte, Wolburg coincide en que el problema poblacional también complicará la crisis alemana. “La transición demográfica será cada vez más visible en los próximos años. Con la salida del mercado laboral de la generación del baby boom, es cada vez más probable que se produzcan cuellos de botella en determinados sectores y a las empresas les resultará más difícil restablecer la competitividad mediante la contención salarial”, indica el experto.

Este diagnóstico se alinea con una estimación de Bertelsmann Stiftung. Según un estudio de la fundación alemana publicado recientemente, el país necesita aproximadamente unos 288.000 inmigrantes anuales para poder compensar el actual déficit de mano de obra. “La inmigración seguirá siendo un pilar del mercado laboral alemán en las próximas décadas. Debido al cambio demográfico, el potencial de mano de obra nacional está disminuyendo significativamente”, revela el informe de la institución.


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