China, Europa y Trump: ¿avanza el mundo hacia una economía global más fragmentada?
El triunfo electoral del líder republicano ha puesto en alerta a los principales socios comerciales de Estados Unidos. En esta línea, los expertos temen que sus políticas proteccionistas desencadenen nuevas guerras comerciales con China y Europa
La victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses reaviva las preocupaciones sobre el futuro de la economía y el comercio mundial. Ante una posible vuelta de las políticas proteccionistas a Washington, los analistas ven cada vez más probable una deriva hacia un escenario global fragmentado en el que las grandes potencias estén cada vez más confrontadas. No obstante, el panorama que encontrará Trump esta vez es muy distinto a 2016, con guerras en Ucrania e Israel que suponen complicaciones geopolíticas y con rivales que ya conocen su estilo de negociación.
La mayoría de los expertos coinciden en que una vuelta a las imposiciones arancelarias es altamente probable. Sin embargo, no existe tanto consenso respecto a la manera en que el Gobierno republicano podría implementar estas medidas ni a la inestabilidad que generarán. “La cuestión clave ahora es si el presidente Trump será el mismo que el candidato Trump. Su mandato anterior estuvo marcado por la incertidumbre en cada una de sus acciones, que fueron poco previsibles. En este sentido, los mercados están cotizando esa incertidumbre, aunque dentro de este contexto hay algunas líneas relativamente claras”, indica Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad.
Josh Lipsky, director del centro geoeconómico del think tank Atlantic Council, resalta que tanto los aliados como los adversarios de Estados Unidos han tenido tiempo de adaptarse a los métodos de Trump, y que sus políticas no causarán tanta sorpresa como en su primer Gobierno. “Ahora entienden cómo opera, cómo las amenazas comerciales pueden o no convertirse en acciones comerciales y qué palancas pueden utilizar a cambio para evitar los peores resultados. En los próximos meses, habrá que estar muy atentos a cómo Europa intenta trabajar con Estados Unidos en el tema de los vehículos eléctricos de China, por ejemplo, de una manera que triangule los intereses mutuos. También hay que estar muy atentos a la India, un país al que Trump recientemente ha calificado de gran abusador del comercio”, añade el investigador en un análisis reciente.
Lipsky también resalta que otro factor clave para anticipar el posible impacto es la nueva configuración del tablero global. “El panorama económico mundial ha cambiado drásticamente en los últimos ocho años. El crecimiento del PIB de Alemania fue del 2,7% en 2017. Hoy, el país se tambalea al borde de una recesión y está sumido en una disfunción política. China crecía al 7% en 2017. Pero su crecimiento del PIB será de alrededor del 5% este año, y es probable que se mantenga aún más bajo en los próximos años”, señala el experto de Atlantic Council.
¿Fragmentación?
El consenso de los expertos consultados está de acuerdo en que los gravámenes volverán a ser una de las principales armas del Gobierno estadounidense, y esto puede impactar de forma directa a sus principales socios comerciales. Dicho esto, los analistas temen que estas medidas empujen al mundo hacia una mayor división entre potencias guiado por las tensiones comerciales. “Trump ha amenazado con imponer aranceles del 60% a las importaciones de China y del 10% al 20% a todos los demás socios comerciales. El impacto de la plena aplicación de estos aranceles tendría consecuencias muy negativas. Frenaría notablemente el crecimiento en China y en la eurozona, Alemania en particular”, explica Thomas Hempell, responsable de análisis macro de Generali AM a CincoDías.
“Si los socios estadounidenses aceptan acuerdos asimétricos y discriminatorios, como requisitos de compra forzosa, o se enfrentan a aranceles, la Organización Mundial del Comercio sufrirá aún más daños, tal vez de manera irreparable. Habrá muchas consecuencias no deseadas y aumentará la incertidumbre política. Por ejemplo, si China se desvincula de Estados Unidos, buscará reorientar sus exportaciones a grandes mercados como Japón y la UE, incluso cuando su crecimiento se desacelera e importa menos, lo que aumenta aún más las tensiones”, asegura Uri Dadush, investigador de Bruegel en un análisis reciente.
No obstante, algunos expertos no están seguros de que la escalada vaya a ser tan drástica, puesto que creen que la imposición de nuevos gravámenes sería perjudicial para Estados Unidos y descartan que Trump vaya a tomar un enfoque demasiado disruptivo. “La última propuesta arancelaria de Donald Trump es una escalada mucho más allá de su anterior guerra comercial. Un arancel general sobre todas las importaciones multiplicaría por diez el valor de los bienes gravados con sus aranceles anteriores”, apunta Raphael Olszyna-Marzys, economista internacional para J. Safra Sarasin Sustainable AM. Olszyna-Marzys opina que los aranceles universales harían subir el precio de todos los bienes importados, incluidos los bienes intermedios esenciales para la fabricación nacional, algo que socavaría la competitividad de las exportaciones estadounidenses. “La imposición de nuevos aranceles provocaría probablemente represalias por parte de los socios comerciales, como la última vez, lo que añadiría costes indirectos e ineficiencias que se extenderían más allá del golpe directo a las exportaciones estadounidenses”, agrega el economista.
En cualquier caso, la mayor división sumaría a una tendencia ya vigente. “La fragmentación de la economía es, sin duda, una tendencia llamada a perdurar, y ya se aprecia en la ralentización del crecimiento del comercio mundial en los últimos años, del 6,5% interanual a principios de la década de los 2000 a solo el 1,3% interanual desde 2021, el aumento de las restricciones comerciales y el retroceso de los acuerdos de libre comercio”, indican a CincoDías Nabil Milali y Christophe Foliot, gestores de Edmon de Rothschild.
Europa y China
Más allá de si Donald Trump está dispuesto a iniciar una guerra comercial, Europa y China, sus rivales y principales socios comerciales, se están preparando (aunque de momento han optado por una posición neutral). Por ejemplo, una portavoz de la Comisión Europea ha asegurado a este periódico que prefieren “no especular” sobre las posibles políticas del líder republicano. Dicho esto, la portavoz ha resaltado el ánimo conciliador que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tuvo en su reciente felicitación al ganador de las elecciones estadounidenses.
“Trabajemos juntos en una asociación transatlántica que siga dando resultados a nuestros ciudadanos. Millones de puestos de trabajo y miles de millones de dólares en comercio e inversión a ambos lados del Atlántico dependen del dinamismo y la estabilidad de nuestra relación económica”, fueron las palabras de Von der Leyen hacia Trump.
En esta coyuntura, los expertos coinciden en que la prioridad de Bruselas será dialogar para evitar cualquier conflicto comercial. “Europa intentará intensamente llevar a Trump a las mesas de negociación antes de que se apliquen los aranceles, por ejemplo, ofreciendo concesiones en algún área comercial y/o considerando compras de bienes militares estadounidenses. Aun así, tanto Europa como China impondrían aranceles de represalia como respuesta a las medidas estadounidenses, pero probablemente se centrarían primero más en áreas simbólicas para no alimentar una escalada de ojo por ojo en toda regla”, explica Thomas Hempell.
Sin embargo, esta postura más conservadora podría tener complicaciones. “La UE debe considerar cuidadosamente si debe negociar. La última negociación importante con Estados Unidos, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, duró 15 rondas en tres años y fue amistosa, pero fracasó poco después de la elección de Trump en 2016. Una negociación con Trump bajo presión será mucho más difícil. Es posible que la UE exija compras de gas natural, productos agrícolas y armas estadounidenses como parte de un acuerdo. Si la UE no puede aceptar las concesiones unilaterales que exigirá Trump, debe quedar claro que está dispuesta a tomar represalias. Las divisiones internas de la UE que generan dudas sobre el compromiso de hacerlo solo aumentan la probabilidad de malos resultados”, indica Uri Dadush en un análisis reciente.
En concreto, se especula que en Europa los sectores más afectados podrían ser las industrias altamente susceptibles a los riesgos arancelarios, como los los bienes de lujo, los productos químicos, los semiconductores y los fabricantes de automóviles. “Vale la pena señalar que el uso de amenazas arancelarias como táctica de negociación se suma a la incertidumbre, lo que dificulta predecir el impacto total de las políticas de la administración Trump en los mercados europeos. El limitado impulso de crecimiento de la región, junto con un escenario político inestable, exige cautela en medio del actual clima de riesgo. Esperamos que el mercado interno estadounidense se beneficie de la nueva administración y supere a Europa en el futuro previsible”, afirma Leonardo Pellandini, investigador de estrategia de capital en Julius Baer.
En cuanto a China, desde Edmond de Rothschild subrayan que el hecho de que Pekín no haya desvelado aún ningún plan de apoyo fiscal importante sugiere que las autoridades, probablemente, también estén esperando a ver qué decide Trump para calibrar su apoyo a su economía. “Sin duda, Pekín tomará represalias ante posibles aranceles, como ya hizo en 2018, pero también tratará de entablar conversaciones con para llegar a un acuerdo”, expresan desde la firma.
Hempell coincide con que aún no está tan claro cómo va a proceder Trump respecto al gigante asiático, y anticipa que lo más probable es una introducción gradual de gravámenes. “Los aranceles selectivos tempranos sobre varios productos chinos podrían ser un punto de partida para apuntalar su firme compromiso en materia de comercio, ya que esperará conseguir poco en las negociaciones al respecto. En cambio, podría utilizar la amenaza de aranceles inicialmente como base negociadora con otros socios comerciales, incluidos México y Europa”, concluye el analista.
La imposición drástica de estas medidas, no obstante, supondría un gran golpe para el gigante asiático si se llega a materializar. “Si se implementan en su totalidad, estos aranceles podrían afectar severamente la economía de China, que ya está luchando con una demanda interna débil y presiones deflacionarias. Las exportaciones han sido uno de los puntos brillantes de la economía china, apoyando el crecimiento en tiempos de demanda interna débil. Las exportaciones netas contribuyeron con 2% a la tasa de crecimiento del 4,6% en el tercer trimestre. Si se ponen en marcha, el impacto total de los aranceles, incluidos los efectos de segunda ronda sobre la inversión y el consumo, podría restar entre 2% y 2,5% al crecimiento de China y aumentar las presiones deflacionarias del país”, advierte Sophie Altermatt, economista de Julius Baer.
Por su parte, James Cook, director de especialistas en inversiones para mercados emergentes de Federated Hermes, no descarta que los aranceles contribuyan a “una posición negociadora de la administración Trump”, que según el experto buscaría un acuerdo que garantice la moderación del déficit comercial con China. “Dado el significativo subconsumo del país asiático en comparación con los estándares mundiales, creemos que es posible llegar a un acuerdo. La demanda interna podría absorber una parte mucho mayor de la capacidad productiva de China que la actual, por lo que los elementos de un acuerdo podrían propiciar el reequilibrio de la economía china hacia el consumo y cierta reestructuración de la oferta. Esto puede no ser malo para China a largo plazo”, pondera el analista.