Los caseros evitan los efectos de la ley de vivienda apostando por los alquileres temporales, que se disparan un 40%

En el tercer trimestre del año las casas de corta estancia representaban el 10% de toda la oferta. Las agencias inmobiliarias creen que irá en aumento

Un cartel de alquiler de una inmobiliaria, en un portal del distrito de Embajadores, en Madrid (España).Carlos Luján (Europa Press)

La Ley Estatal por el Derecho a la Vivienda ha impulsado que miles de propietarios traspasen sus viviendas en alquiler tradicional a temporal, vacacional o de coliving en un afán por librarse de la limitación de los precios en las zonas tensionadas o la extensión de la duración de los contratos. Las agencias inmobiliarias coinciden en que desde la entrada en vigor de la nueva normativa -en mayo de este año- ha reducido la oferta de casas de larga duración. Según Idealista, el alquiler permanente ha sufrido una caída interanual del 12% en lo que va de año.

Mientras la oferta de este tipo de pisos va a la baja, los alquileres por temporada cogen fuerza. En el tercer trimestre la oferta aumento un 39%, alcanzado el 10% de todas las viviendas en el mercado, según los datos publicados este martes por el portal inmobiliario. Pisos.com, otra de las agencias más grandes en el país, coincide en que la fuga se debe al intento del Gobierno por controlar las rentas -limitando las subidas al 2% en 2023 y al 3% en 2024- con la futura publicación del nuevo índice de precios por parte del Instituto Nacional de Estadística.

Los analistas coinciden en que tanto grandes como pequeños propietarios se han interesado en toda clase de piruetas legales para sortear los efectos “más perniciosos” de una ley que solo afecta al alquiler de casas habituales. Y es que el alquiler de temporada, por norma general es una modalidad que se incluye en la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) dentro de la categoría uso distinto del de vivienda. Suele utilizarse no para satisfacer las necesidades permanentes del arrendatario, sino para cubrir otras relacionadas con la movilidad por motivos laborales o de formación, entre otras casuísticas. Esto, en cualquier caso, deja abierto un abanico de posibilidades que permite que la temporalidad se extienda desde un par de meses hasta a lo largo de los años pues en en el actual contexto en el que encontrar un piso se antoja una misión imposible, es fácil que los inquilinos asuman este tipo de contratos.

Esto ocurre a menudo en las capitales como Madrid o Barcelona; zonas tensionadas que tienen una fuerte demanda por parte de estudiantes y trabajadores de otras autonomías, por lo que aumenta la posibilidad de que los propietarios encuentren gente que cumpla con los requisitos. El documento publicado este martes por Idealista precisa de hecho, que el mayor repunte de los alquileres de temporada se ha registrado en las grandes ciudades en las que los gestores públicos han anunciado su interés por topar los precios.

En el tercer trimestre del año, el 32% de las casas de alquiler ofertadas en San Sebastián eran de temporada, mientras que en Barcelona representaron el 28% del total. Le siguieron Cádiz (17%), Santander (16%), Málaga (15%) y Tarragona (15%), mientras que en Madrid fue del 11%. Por el contrario, en las zonas menos tensionadas esta modalidad temporal es prácticamente inexistente, ya que en 16 capitales el peso de la misma sobre el mercado ronda el 1%. Se trata de las ciudades de Albacete, Ciudad Real, Ourense, Logroño, Lleida, Guadalajara, Cáceres, Salamanca, Melilla, Zamora, Valladolid, Badajoz, Teruel, Palencia, Murcia y Segovia.

Mientras los pisos turísticos no dejan de propagarse, hay capitales en las que la oferta de larga estancia ha caído más de un 10% en el tercer trimestre del año. Palma ha sufrido el mayor golpe, con una reducción del 19%, pero también se encuentran en la lista lugares como Córdoba o Bilbao. En los grandes mercados la merma es algo menor, oscilando entre el 3% y 7%.

Ferran Font, de Pisos.com, detalla que en algunas regiones del país la vivienda habitual ha caído hasta en un 40%, como en el caso de Málaga. Y aunque es imposible afirmar que la totalidad de esa reducción se ha ido al mercado de corta estancia o turístico, sí copa una tasa importante. Sobre todo en zonas donde la industria tecnológica está en auge, como Barcelona.

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