Europa, al borde del plato vacío: la crisis de la pasta impacta a Italia y amenaza con extenderse
Los precios del producto estrella italiano se han disparado, provocando comités de crisis y llamado a huelgas en todo el país
Italia, la indudable cuna de la pasta, enfrenta una crisis de precios en su producto estrella que ya trasciende fronteras. La inflación interanual del producto alcanzó en abril el 16,5%, de acuerdo con el Ministerio de la Empresa italiano, y ha motivado que el Gobierno liderado por Giorgia Meloni entre en modo crisis para buscar una solución lo antes posible. La situación también incide en el comercio global, ya que el país es el mayor exportador de este alimento, con ventas por más de 3.350 millones de euros en 2021, según el Observador de Complejidad Económica (OEC) de la Universidad de Massachusetts.
La preocupación del Gobierno no es menor: el italiano promedio consume alrededor de 23 kilos de pasta cada año. Este indicador sitúa al país muy por encima de países de la región como Francia (8 kilos), Portugal (6,6 kilos) o la propia España, donde los españoles limitan su consumo a solo 4,22 kilogramos al año, según datos del ministerio de Consumo en 2021.
La asociación de consumidores Assoutenti publicó en los últimos días un informe donde detalla que las presentaciones de la pasta seca disponible en los supermercados ha elevado su precio un paso más allá, hasta llegar a un aumento del 25%. Así, un envase de un kilo de espaguetis marca Barilla (la más popular en aquel país) llega a los 2,13 euros, frente a los 1,70 de un año atrás. Esto obliga, subraya el estudio, a los consumidores a cambiar sus hábitos y recurrir a las tiendas de descuento.
Además, el alza en los precios de la pasta casi duplica a la inflación general en Italia, que se limitó en abril al 8,7%. Aun así, el país transalpino también está por encima del promedio de la zona euro, cuya media se queda en el 7%.
La agrupación de consumidores, ante esta escalada, denuncia directamente a los empresarios de especular con el producto ya que los precios desde el campo hasta la mesa del consumidor sufren un aumento del 578%. “Lamentablemente esto es perfectamente legal, incluso cuando se trata de espaguetis y no de diamantes”, explica en un comunicado el presidente de Assoutenti, Furio Truzzi. Por eso, han llamado de forma constante a los consumidores a una huelga pasiva, en la que reduzcan su consumo de pasta durante al menos 15 días.
Los motivos detrás del alza
La comisión de Alerta Rápida establecida por el Gobierno italiano ha defendido que se trata de una consecuencia natural de las dinámicas de precio provocadas tras la invasión rusa a Ucrania. En particular, la patronal y el Gobierno defienden que las materias primas se han encarecido rápidamente, especialmente el trigo duro y sémola, así como los altos costes energéticos que afrontan las empresas.
Los precios internacionales del trigo sufrieron a comienzos de 2022 un alza inédita a causa del cierre de los puertos ucranios. El trigo duro que cotiza en Estados Unidos, el de referencia en los mercados globales, paso de un promedio de 273 dólares (253 euros, al cambio actual) la tonelada de grano seco entre 2020 y 2021 a los 430 dólares (399 euros). Esto representa un alza del 57%, que llegó al 75% en el segundo trimestre del año.
A esto se suma que los precios de la electricidad mayorista se triplicaron en el país, gracias a su fuerte dependencia del gas ruso. La consultora energética Ember estima que el valor del megavatio hora saltó de los 41 euros antes del comienzo de la guerra hasta los 116 euros.
Sin embargo, los precios tanto del trigo como de los combustibles han registrado una fuerte caída desde sus registros máximos del año pasado, según los datos del Banco Mundial. El organismo internacional estima que los precios del trigo, así como el de otros cereales, incluso caerán un 17% en comparación al año previo. Sin embargo, el alivio a los bolsillos de los consumidores será limitado: se mantiene dos tercios por encima de la media anterior a la pandemia.
Las asociaciones de consumidores responden a esta dinámica de precios con nuevos ataques contra las empresas, a las que acusan de querer deshacerse rápidamente de su producción del año pasado trasladando la totalidad de los costes que debieron afrontar en su momento.
De hecho, la principal asociación de campesinos, Coldiretti, afirma que los precios locales del trigo duro han caído un 30% desde mayo de 2022. Sin embargo, esto no llega a los consumidores. El Gobierno espera que una “fuerte bajada” de los precios llegue a los mercados a la mayor brevedad y desactive el malhumor social.
España, por el momento al margen
España, por el momento, se mantiene al margen de la crisis que vive Italia. En abril, el aumento interanual de este alimento fue de 7,4%, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Esto sitúa a la categoría por encima del índice general, que cerró en 4,1%, y de la inflación subyacente, que trepó hasta el 6,6%.
A diferencia de Italia, el aumento de precios de la pasta sí proyecta una tendencia a la moderación, en conjunto con las otras dos referencias que también se mantienen a la baja. La diferencia es que el alza en los precios comenzó mucho antes en España: en julio de 2022 el precio de los espaguetis era un 31,6% mayor que un año atrás.
Sin embargo, se trata de una excepción: el alza en los alimentos ha sido mayor de forma constante en España que en Italia a lo largo de los últimos dos años. El último registro para España es de 12,9% en abril, frente a los 12,2 en el país transalpino.
Fuentes del sector alimenticio consultadas por CincoDías destacan que la mayor parte de la producción que se consume en el país es de origen local. Lo que es más, la industria local estima que su producción no puede ser absorbida por la demanda interna, por lo que la exportación es una salida necesaria para hacer sostenible en negocio. Según datos del ministerio de Consumo, en 2021 se exportaron un total de 146.049 toneladas de pasta.
Esto contrasta con lo que sucede en el resto de Europa. La agencia europea de Estadísticas (Eurostat) publicó en 2017 que Italia producía el 67% del total de consumo comunitario de pasta, un total de 5,4 millones de toneladas. Alemania y Francia son los dos principales compradores de la producción italiana, con más de 700.000 toneladas entre ambas economías.
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