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la punta del iceberg
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Hipatia es de oferta. Ptolomeo de demanda

Si la demanda hubiera sido la protagonista del repunte de precios, debería haber venido acompañado de eventos diferentes: tensión en los mercados, aumento del empleo y el necesario aumento de la inflación, algo que no encaja con lo que ha ocurrido

Un terminal de contenedores.
Un terminal de contenedores.FRANCK ROBICHON (EFE)

Buena parte de lo ocurrido estos dos últimos años a nivel macro (precios, actividad, empleo…) puede explicarse a partir de las variaciones de la oferta agregada. Nada más salir de la pandemia, esta se quedó en fuera de juego, apareciendo los cuellos de botella generados por unas cadenas de producción y distribución incapaces de reaccionar rápidamente a una salida de la demanda mucho más rápida de la prevista. El poder de mercado en los fletes, el deslizamiento del consumo desde servicios a la industria, con efectos en la producción de chips y otras eventualidades, emergieron de esta resurrección asimétrica. A este le sigue el segundo y más importante choque de oferta: el energético, mucho más relevante en Europa.

Dicen los manuales que usamos para los más imberbes que si tienes un choque de oferta lo que observas es una menor actividad y unos mayores precios. Si es de demanda, pues más de ambos. Si se fijan en lo sucedido, desde mediados de 2021 hemos tenido algo muy parecido a lo predicho por un choque de oferta. En lo peor de este, el PIB de no pocos países ralentizaron su crecimiento. El empleo creció a ritmos mucho más bajos e incluso llegó a caer. Todo coincidiendo con máximos en el crudo, el gas y, poco después, en la inflación. Es más, en lo más intenso de aquella situación las previsiones señalaban recesión. Si la demanda hubiera sido la protagonista del repunte de precios, debería haber venido acompañado de eventos diferentes: tensión en los mercados, aumento del empleo y el necesario aumento de la inflación, algo que no encaja con lo apuntado. Además, lo lógico es que el choque de precios debería haber dejado un rastro diferente al observado: primero habrían aumentado los precios al consumo y luego los costes, no al revés como sucedió. Recordemos que en lo más intenso del aumento de los precios de la energía estas explicaban tres cuartas partes del aumento del IPC.

Cuando estábamos en medio de ese choque, de repente, pasamos al otro lado del espejo: una caída intensa de los precios de la energía, de la inflación, y con ello, ¡oh sorpresa!, una mejora del crecimiento y del empleo. La demanda necesitaría el concurso de varios ajustes nada triviales para dar semejante resultado. Es como decir que Ptolomeo explica la derrota de planetas y estrellas con la tierra en el centro del Universo si introducimos n excepciones a la regla general. Difícil defender.

Quizás, es mejor hacer como Hipatia, pensar en reglas que expliquen lo que observamos de forma elegante y limpia, con reglas capaces de aunar todo lo visto. Es posible que la caída de precios energéticos se explique, no sé, porque los mercados en su infinita sabiduría entendieron que la capacidad de almacenaje de gas en Europa era suficiente, o porque Rusia sorteaba los bloqueos o China seguía a medio gas (nunca mejor traído). La subida de tipos aún explicaría poco. Esperen a los fuegos artificiales en pocos meses, que es cuando estos tendrán su momento de gloria, empezando por EE UU.

Otras variables reaccionaron conforme a lo previsto. Por ejemplo, la productividad, que cae cuando aumentan los precios energéticos, haciéndolo menos, justamente, en aquellos países que menos sufrieron por su subida, como España. El aumento de la productividad, junto con la moderación de la inflación, encaja mucho mejor con un choque de oferta que con uno de demanda.

Tenemos alguna pista más: los alimentos. Según los datos del índice de comercio minorista el consumo se aceleró conforme el primer trimestre avanzaba. Sorprende el dato del INE que se deja atrás esta información junto con la de ventas en grandes superficies o matriculación de vehículos. Pero ¿saben que rúbricas dentro del consumo sí cayeron? Exacto, aquellos cuyos precios siguieron creciendo por la tardía traslación de costes a precios: los alimentos. Extraña evidencia si fuera porque la demanda tira. Además, ¿tiene sentido que un agricultor pague más por los fertilizantes en febrero porque piense que vaya a cobrar más en diciembre? ¿O quizás tiene sentido pensar que venderán más caro porque compraron meses antes más caro?

Si el choque es de oferta, ¿podemos predecir qué pasará si se mantiene la bajada de costes en un futuro cercano? Difícil hacerlo con exactitud, pero una posibilidad es que, mientras dure, márgenes y salarios podrían mejorar en términos reales, dando réplica a la productividad e incluso superándola sin que dañen necesariamente a la competitividad y/o la viabilidad de empresas. Tampoco generarían inflación, o al menos no la acelerarían. Simplemente, se recuperaría un poco de poder adquisitivo perdido durante el choque negativo.

Entonces, ¿la demanda no ha jugado ningún papel en Europa y, particularmente, España? No. La coincidencia de estos choques junto con la salida definitiva de las restricciones sí ha tensionado algunos sectores a partir de esta. Es el caso de la hostelería y turismo, cuyos precios y actividad sí encajaría. El desembolso de ahorro se ha canalizado en buena parte hacia esos sectores. Pero son excepciones a una regla general.

Así pues, hay que tener muy claras las lecturas que hagamos de los datos macro si nos olvidamos de qué genera sus movimientos y en qué sentido lo hace. Ojo, hablamos, especialmente, de España y de 2021 a 2023. A veces, al mirar el cielo es mejor una explicación que haga encajar todo lo que vemos que otra que exija casi el concurso de los Dioses.

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