De EURC a Celo: la guerra comercial de Donald Trump impulsa la capitalización de las ‘stablecoins’ ligadas al euro
El valor de la moneda estable de Circle se duplica desde febrero ante la debilidad del dólar y la salida de los inversores de los activos de riesgo

La guerra arancelaria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, trajo un huracán en los mercados internacionales y los activos digitales tampoco fueron inmunes. Desde los primeros anuncios de los aranceles a principios de febrero, la capitalización de este mercado (excluidas las monedas estables) cayó más de un 15%. En cambio, en el mismo periodo el valor de las stablecoins creció un 4,7%, según datos de DefiLlama y CoinGecko. Las ligadas al euro son las que más se beneficiaron de la guerra arancelaria, ante el desplome del dólar, que ha caído un 9% en los últimos dos meses.
En un contexto de volatilidad, los inversores que buscan eliminar el riesgo en el corto plazo sin salirse del mercado cripto, se mueven hacia las monedas estables. “Son herramientas para refugiarse temporalmente de la volatilidad en momentos de incertidumbre sin salir del ecosistema de los criptoactivos”, explica Javier Pastor, director de Formación de Bit2Me. Las stablecoins denominadas en billetes verdes dominan el mercado cripto, con Tether pesando un 62%, con una capitalización de 144.000 millones de dólares, seguida por USDC de Circle, con un valor de mercado de 60.000 millones. En cambio, las referenciadas al euro tienen un peso marginal: la más importante, EURC, alcanza una capitalización de 222 millones. EURS, emitida por Stasis, vale unos 143 millones, mientras Celo o Eure (Monerium), se sitúan entre los 5 y los 25 millones. Pero la guerra arancelaria de Trump podría cambiar la suerte de estos activos.
Uno de los efectos de las tensiones comerciales ha sido la caída de la divisa estadounidense —ante las expectativas de recesión, posibles rebajas de tipos y las amenazas de Trump de despedir al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell—, que bajó más de un 8% contra el euro desde el 20 de enero, cuando tomó posesión Trump. Desde el 2 de abril, cae más de un 4%. Este lunes, ha marcado su nivel mínimo en tres años frente al euro, con un cambio de 1,15 dólares por cada euro. Las monedas estables ligadas al dólar, y generalmente respaldadas por efectivo y bonos del Tesoro, actuaron como refugio incluso cuando el valor de los bonos del Tesoro estadounidense —considerados los activos financieros más seguros— fluctuaba de forma extrema. Pero en este escenario adverso, las stablecoins ligadas al euro han ido ganando terreno. La capitalización de EURC ha avanzado un 105% desde los primeros anuncios sobre aranceles; EURS repunta un 7% y Celo avanza un 18%. “Es indicativo de una demanda creciente por parte de usuarios que operan en euros y buscan evitar la exposición cambiaria al dólar”, asegura Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano y del Centro de Estudios de Política Europea. Y pone otro ejemplo: el de GYEN, una moneda estable emitida por GMO Trust y vinculada al yen japonés. “Está ganando tracción en mercados asiáticos, en plataformas que buscan diversificar sus pares de negociación más allá del dólar”, afirma.
Javier Molina, analista de eToro, coincide con esta lectura: “Por primera vez hay señales claras de diversificación monetaria dentro del mercado de stablecoins y probablemente estamos viendo el principio de esa tendencia. En un entorno de fragmentación geoeconómica, la idea de usar únicamente dólares para operar en cripto pierde fuerza”, señala. A la caída del dólar y la búsqueda de un refugio se suman otras razones que explican el repunte de la capitalización de este mercado. En EE UU, la administración republicana ha mostrado su apoyo directo hacia estos activos y, en Europa, MiCA establece las reglas del juego claras para los emisores, aunque también impone límites sobre sus operaciones y reservas. Además ha obligado a las plataformas a deslistar ciertos activos ligados al dólar, como Tether, que no cumplían con la normativa. “Esto contribuye a dirigir la demanda hacia el único token compatible con el euro: EURC de Circle”, afirma Manuel Pinto, analista de mercados.
La demanda creciente en pagos internacionales y en países con inflación alta o escaso acceso a servicios bancarios, la integración institucional, con entidades financieras lanzando sus stablecoins, el atractivo de los intereses generados por sus reservas, que ofrecen márgenes superiores a los de muchas fintechs tradicionales también explican este crecimiento. No obstante, no son inmunes al riesgo de mercado. “Las caídas del dólar y el repunte de los rendimientos de los bonos reflejan la incertidumbre que generan determinadas políticas económicas. Por el momento no se ha observado un impacto directo relevante sobre las stablecoins más consolidadas. La paridad se ha mantenido y muchos usuarios siguen acudiendo a ellas como refugio frente a la volatilidad. Pero es un recordatorio de que incluso los modelos respaldados por activos seguros están expuestos a factores macroeconómicos y geopolíticos, y que su estabilidad depende de la confianza en esos activos subyacentes”, explica Arnal.
En este sentido, Pinto detalla que los fuertes movimientos en el mercado de la deuda se centraron principalmente en el extremo más largo de la curva. “Y las stablecoins tienden a depender de bonos a corto plazo como reservas para respaldar y su valor ofrece mayores garantías. La parte corta de la curva es más dependiente de las políticas monetarias mientras la parte larga de los datos económicos, la percepción del riesgo del mercado, o los déficit fiscales”, señala.
Por su parte, Molina incide en que su valor depende de la percepción de estabilidad del dólar y de la rentabilidad de los bonos. “Si el dólar se deprecia el poder adquisitivo de las stablecoins cae frente a otras divisas. Si suben los tipos o bajan los bonos, los emisores pueden tener que ajustar su gestión de liquidez o asumir pérdidas no realizadas. A corto plazo, no hay riesgo sistémico. Pero sí hay presión sobre el modelo económico de los emisores, que dependen del rendimiento de esas reservas para mantener márgenes y operaciones”, concluye.