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Los grandes fondos congelan las inversiones en España tras el ataque arancelario de Trump

El bloqueo en los mercados de deuda y las caídas en Bolsa bloquean las operaciones corporativas en todo el mundo

Paneles del principal selectivo de la Bolsa española, el Ibex 35, este martes en la Bolsa de Madrid.
Álvaro Bayón

La guerra comercial desatada por el presidente de EE UU, Donald Trump, ha congelado la actividad de operaciones corporativas en España. Fuentes financieras indican que los potentes fondos de capital riesgo han paralizado su actividad en las últimas jornadas, desde que la semana pasada Trump anunciase aranceles generalizados de al menos el 10%. Una situación de parálisis que se extiende a los mercados corporativos en todo el mundo y que afecta ya la marcha de salidas a Bolsa como el estreno de Cirsa en el parqué, la capacidad de captar financiación para las operaciones de fusiones y adquisiciones o el frenazo en los procesos en fases más iniciales.

“Los fondos de capital riesgo están actualmente volcados en realizar planes de contingencia y estudiar los efectos sobre sus participadas de los distintos escenarios que se manejan”, asegura un banquero de inversión de una de las principales firmas que operan en España. La situación ha provocado un viraje completo sobre la sensibilidad de estos vehículos —muchos de ellos de origen precisamente estadounidense y dueños de una abultada lista de empresas españolas—, que han pasado de otear el mercado en busca de dónde invertir la abundante liquidez que ostentan, a adoptar una posición más defensiva.

El primer lugar donde se está mostrando esta situación es la Bolsa. El S&P 500 cede un 9% desde el jueves, mientras que el Ibex 35 pierde el 8,7%. Desde la banca de inversión apuntan a que los elevados niveles de volatilidad (con el índice VIX en el 40%) hacen imposible plantearse cualquier debut en el parqué en el corto plazo. La empresa española más afectada por esta situación es el grupo de juego Cirsa, que preparaba su estreno en Bolsa para que su actual dueño, el fondo estadounidense Blackstone, recuperase la inversión que realizó en 2018. Pensaban saltar al mercado antes de Semana Santa, pero ya antes de las abruptas caídas de los últimos días lo decidieron postergar para después de las vacaciones.

La compañía tiene de plazo para ello hasta el próximo 16 de mayo. En esa fecha expira el plazo máximo de 135 días desde que cerraron sus últimas cuentas anuales para que los fondos estadounidenses puedan invertir en una empresa que salte a Bolsa. Teniendo en cuenta que desde que una empresa comunica oficialmente su intención de empezar a cotizar tarda un mes reunirse con inversores y analistas, deberá tomar una decisión justo después de las vacaciones. Si bien la resolución de estas jornadas de tensión bursátil es una incógnita, parece complicado que los mercados estén en apenas 15 días en una situación óptima para que un debut tenga éxito. Máxime después de la evolución del último estreno, Hotelbeds, que cede cerca del 30%.

No solo la Bolsa está cerrada a cal y canto. También el mercado de deuda. Un banquero especialista en este tipo de transacciones explica que, en las últimas jornadas, los diferenciales del crédito se han ampliado en todos los sectores. “Los inversores cotizan el riesgo de estanflación, la combinación de inflación y recesión. En los primeros días cotizaban más un riesgo de recesión, pero el lunes hubo un cambio y los tipos subieron entre ocho y 10 puntos básicos” explica. Y describe la situación como un mercado cerrado, que debe adaptarse a una nueva normalidad, en la que las ventanas de oportunidad para las emisiones estarán más espaciadas en el tiempo. Esto no solo daña a la actividad en España, sino que es común en todo el mundo. El diario Financial Times calcula en 2 billones de dólares las transacciones atascadas.

Esta situación tiene una consecuencia doble. Para las grandes corporaciones, afecta a su capacidad de refinanciarse y previsiblemente cuando lo tengan que hacer será a precios más elevados. La buena noticia, apuntan desde uno de los bancos de cabecera del Ibex 35, es que las empresas ya han gestionado estas cuestiones con anticipación y cuentan, por lo general, con una abultada liquidez.

Más complicada es la situación para las empresas sin grado de inversión, para el mercado conocido en la jerga como leverage finance. Se trata de firmas con peor calidad crediticia, en sectores más cíclicos y más endeudadas. Es en este mercado donde los fondos acuden a financiar las grandes compras de empresas. Y si los mercados de financiación se paran, se para también su capacidad de comprar y vender empresas. La situación afectará en primer lugar a la venta de Urbaser, una de las mayores en el mercado español en los últimos años, donde una alianza entre los fondos Blackstone y EQT (sueco) deberán apelar a estos mercados para levantar unos 5.000 millones de euros. Previsiblemente, la resolución de esta transacción se ralentizará hasta que cuenten con más visibilidad sobre el mercado de deuda. Más fácil parece el panorama para transacciones en el sector energético (como las de Cubico o FRW, en ambos casos ya con ofertas vinculantes) y también está sobre la mesa la venta de una participación minoritaria en la red de fibra conjunta de MasOrange y Vodafone en España.

Una parálisis en la financiación vendrá a agravar el problema que lleva asolando el mercado de fusiones y adquisiciones (M&A, en la jerga) en los últimos meses. Este es que si bien las subastas para adquirir una empresa arrancan, luego su resolución se demora más de lo habitual. La razón está en el desacople de los precios que están dispuestos a pagar los compradores y los que esperan recibir los vendedores. Con nuevas alzas en la inflación y una eventual inflación en el horizonte, valorar una empresa se hace aún más complicado.

No obstante, varios banqueros y abogados consultados (los asesores habituales de los fondos en sus inversiones) ven más optimismo que en otras situaciones precedentes, como el cierre de los mercados durante la crisis del Covid-19. Apuntan al carácter imprevisible de esta andanada y que un giro de timón de Trump o un viraje de la situación puede provocar una súbita vuelta a la normalidad y la reanudación de operaciones en liza. “Durante el Covid-19 los mercados estuvieron cerrados durante más de tres semanas y los meses siguientes fueron muy buenos. Este mundo reacciona ahora muy rápido a todo pero también se ajusta muy rápido”, explican. Las previsiones pasan por que nada se moverá al menos hasta después de Semana Santa.

En medio de este maremágnum, el escenario ha cambiado por completo para algunas compañías. Un ejemplo es el de Codorníu, donde su dueño, el fondo estadounidense Carlyle, busca banco de inversión para lanzar su venta. Uno de los sectores más afectados ha sido el del vino y las bebidas alcohólicas, que exportan buena parte de su producción a EE UU. Una posible venta de Codorniu deberá tener en cuenta esta situación.





Sobre la firma

Álvaro Bayón
Redactor de la sección de empresas especializado en operaciones corporativas, banca de inversión y capital riesgo. Graduado en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Periodismo UAM-El País, ha desarrollado toda su carrera en Cinco Días, donde trabaja desde 2016.
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