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Las antiguas cajas refuerzan su papel industrial para comandar el rearme de la empresa española

El giro estratégico de Criteria el año pasado ha sido seguido por Unicaja o Kutxabank

Isidro Fainé, presidente de Criteria Caixa y la Fundación La Caixa.
Álvaro Bayón

Hubo una era en la que las cajas de ahorros reinaban en la economía española. Con los grandes bancos más preocupados en cimentar su expansión internacional, esta figura se dedicó a crecer en España, tanto en su negocio financiero como apostando por grandes empresas nacionales con la toma de participaciones en el capital. Fueron un actor clave para españolizar compañías clave en los procesos de privatización que lanzó el Estado, actuaron como tabla de salvación con rescates financieros a empresas relevantes y estuvieron siempre dispuestas a constituir núcleos de control para estabilizar otras firmas y respaldar a sus cúpulas.

Eran los años 90, en los que La Caixa, por ejemplo, estaba presente en Repsol, la por entonces Gas Natural Fenosa o Abertis. Caja Madrid hacía lo propio con Indra, Iberia, Sacyr o Cepsa. E inversores de este tipo también estuvieron en otras firmas de menor tamaño, como en Deoleo (el dueño de Carbonell), Duro Felguera, Tubacex o Abengoa. Más de dos décadas después, y una vez que el viejo modelo de cajas desapareció como consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria y la Gran Recesión de 2008, las fundaciones bancarias, reforzadas como gestoras de la obra social y accionistas principales de sus bancos de referencia, también se han convertido en punta de lanza de nuevos holdings industriales que, a menudo, en nada desmerecen aquel esfuerzo del siglo pasado.

La primera en mover ficha ha sido Criteria, el brazo financiero de la Fundación La Caixa. Su nuevo consejero delegado, Ángel Simón, puso negro sobre blanco el nuevo rumbo del holding hace en torno a un año, en la presentación de su nuevo plan estratégico. Esta hoja de ruta supone elevar el valor de sus activos un 48%, hasta los 40.000 millones de euros, invirtiendo 22.000 millones en las consideradas como participaciones estratégicas. Esta apuesta inversora ya se ha dejado sentir en el mercado. Bien es cierto que de los herederos de las antiguas cajas, el universo de La Caixa ha sido el que ha mantenido más peso industrial, con participaciones en Naturgy, Cellnex o Telefónica. En los últimos meses, el brazo inversor ha entrado en el capital de ACS, Puig o Inmobiliaria Colonial, así como se ha reforzado en Telefónica hasta alcanzar el 10%.

El tsunami realizado por los de Fainé ha tenido su correlato en algunos de sus homólogos. El último en apostar por esta estrategia ha sido Kutxabank, un banco nacido de la unión de las tres cajas vascas: BBK, Kutxa y Caja Vital. Hace escasas semanas anunció el lanzamiento de Indar, una sociedad dotada con 500 millones con la que pretende tomar participaciones en empresas, tanto en sociedades consideradas tractoras como para crear plataformas de inversión. Con la posibilidad de sacarla a cotizar en Bolsa en el futuro, la actividad de esta firma será independiente de la de las fundaciones que controlan el banco, si bien abre la puerta a entrar en coinversión en algunos casos concretos. Este movimiento entronca en el objetivo del banco de reforzar sus capacidades en la financiación a empresas.

Además, Kutxabank cuenta con una nutrida cartera de participaciones industriales, en la que se encuentran sus participaciones en Iberdrola (1,59%), Ingeteam (12,86%), CAF (10,23%) y Petronor (14,02%). Este mismo mes ha acordado el abono de un dividendo en especie por valor de 400 millones, a través del reparto de parte de sus títulos de Iberdrola, que pasarán a estar en manos de las tres fundaciones que componen su accionariado, y su participación quedará reducida al 1,15%. Al margen de todo esto queda la actividad de estas fundaciones. Un ejemplo es la posibilidad de que su primer accionista, BBK, participe junto a Sidenor en el consorcio para adquirir Talgo.

En esta línea, la Fundación Unicaja también acaba de dar un paso adelante en este ámbito. Ha adquirido el 35% de Alma Cruceros, una empresa malagueña especializada en el turismo de cruceros. En 2024 adquirió el 40% de la Universidad Tecnológica de Atlántico-Mediterráneo, la primera universidad privada online de Andalucía. Y en 2018 fundó la sociedad Fundalogy, para invertir en startups. Desde la entidad explican que siguen una estrategia de diversificación de su cartera, con el fin de aumentar la autonomía y sostenibilidad de la obra social.

Fuera de este movimiento se encuentra el ámbito aragonés. Ibercaja no cuenta con este tipo de planes para crecer en participaciones industriales. La fundación solo cuenta con apuestas en edificios y patrimonio artístico, mientras que el banco es también accionista de una sociedad con las cinco estaciones de esquí aragonesas y tiene una participación en el Grupo Henneo, editor del Heraldo de Aragón y 20 Minutos. No prevé muchos cambios de momento.

El anterior modelo saltó por los aires con la Crisis de 2008. Las antiguas cajas, aquejadas de una gestión excesivamente politizada, estuvieron en el centro del derrumbe bancario, que se saldó con el rescate de Bruselas al sector por hasta 100.000 millones. Las autoridades europeas forzaron a terminar con este entramado, a convertir el negocio puramente financiero en bancos, profesionalizando su gestión y dejando a las fundaciones bancarias como meros accionistas de sociedades habitualmente cotizadas en Bolsa. El poder industrial se diluyó por completo.

El movimiento tuvo consecuencias positivas, como incrementar la solvencia de estas entidades, pero también derivó en una ausencia de capital nacional e inversores españoles dispuestos a apuntalar proyectos industriales, algo que ha empezado a cambiar en los últimos meses. Las cajas han vuelto a ser apeladas en un momento de repliegue nacional y en el que dotar a España y a Europa de autonomía estratégica ha emergido como un objetivo clave de los Gobiernos. Además, los movimientos de Criteria también han demostrado ser muy rentables. La compañía cerró 2024 con un beneficio neto de 1.061 millones de euros, un 30% más que el año anterior, gracias a la gran cosecha de dividendos de las empresas participadas por Criteria (1.878 millones, un 69% más, con lo que se superan las previsiones).



Sobre la firma

Álvaro Bayón
Redactor de la sección de empresas especializado en operaciones corporativas, banca de inversión y capital riesgo. Graduado en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Periodismo UAM-El País, ha desarrollado toda su carrera en Cinco Días, donde trabaja desde 2016.
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