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Celsa empieza la búsqueda de un inversor español, con pocos candidatos sobre la mesa

La siderúrgica, que quiere dar entrada a un socio con un 20% del capital, asegura que ha arrancado este proceso para cumplir con un compromiso adquirido por sus fondos propietarios con el Gobierno

Celsa
Imagen del centro de producción de Celsa en Castellbisbal, cerca de Barcelona.ALBERT GEA ( Reuters / Contacto)
Josep Catà Figuls

La siderúrgica Celsa empieza a dar el siguiente paso para cumplir con los compromisos a los que llegó con el Gobierno cuando los nuevos propietarios —los fondos acreedores de la familia Rubiralta— se hicieron con la compañía hace más de un año a cambio de la deuda. Después de poner en marcha un plan de reorganización y de vender sus filiales en Reino Unido y Noruega para recortar el pasivo, Celsa ha puesto en marcha el proceso para dar entrada en su capital, con un 20%, a un inversor español con vocación industrial, ha informado este viernes el principal productor de acero europeo en un comunicado. La compañía da este paso seis meses después de lo previsto, porque antes tenía que reorganizarse. La decisión sobre quién será el nuevo socio dependerá de cómo se valore esta operación, en un contexto en el que la industria del acero no está pasando por su mejor momento. Así pues, hay pocos candidatos que, además, tienen otros problemas en los que preocuparse.

Por ello, la compañía ha contratado a Grant Thornton como asesor financiero para determinar el valor razonable de mercado de la operación, y a Citigroup como asesor de la colocación privada, según detalla el comunicado. Celsa explica que da este paso una vez iniciado el plan de eficiencia operativa diseñado con la consultora Bain y financiadas las inversiones necesarias para llevarlo a cabo mediante una ampliación de capital.

Según el compromiso adquirido con el Gobierno, el inversor que entre en Celsa tiene que ser español y tiene que tener una vocación industrial, es decir, en principio no puede ser un fondo de inversión. Esto deja los candidatos posibles principalmente en una terna de compañías españolas especializadas en el sector siderúrgico: Sidenor, Megasa y CL Grupo Industrial, a través de su siderúrgica Gallardo Balboa. Una alternativa a estas empresas sería ir a buscar una empresa multinacional con sede en otro país, pero que tenga una filial potente en España, como ArcelorMittal.

Sin embargo, todas estas compañías están inmersas en otros procesos. La vasca Sidenor ya era vista como la favorita el año pasado, cuando los Rubiralta perdieron la propiedad de Celsa en un proceso judicial en el que se aplicó la Ley Concursal. Sidenor, que se situaba como favorita por las presiones del PNV al Gobierno, está ahora concentrada en las negociaciones para comprar la participación de Trilantic en Talgo, compañía de la que se haría con el 29,9%.

En este contexto, las otras dos opciones —la gallega Megasa y la extremeña Gallardo Balboa, del grupo Cristian Lay (CL Grupo Industrial)— van tomando protagonismo. Pero la primera acaba de parar la producción de sus dos fábricas en Portugal a causa de los altos costes energéticos, y sus cuentas han sufrido el efecto de la evolución mundial del sector: el beneficio cayó el año pasado un 67%, y la facturación se redujo un 15%, a causa de la reducción de la demanda. Queda la extremeña Gallardo Balboa, que forma parte de CL Grupo Industrial desde que en 2020 entró en preconcurso de acreedores. En cuanto a las multinacionales con presencia fuerte en España, ArcelorMittal acaba de dejar en suspenso las inversiones previstas para producir acero verde en Asturias, porque no ve viable, en el contexto actual, invertir en instalaciones de reducción directa del mineral de hierro, que permitirían reducir las emisiones contaminantes.

Además del momento en el que están tanto el sector en general como los posibles candidatos para entrar en Celsa y hacerse cargo del 20% de la sociedad, existe otra cuestión espinosa: ¿Cuánto vale este 20%? La valoración de Celsa fue una de las principales discrepancias durante el juicio para dirimir la propiedad, y en última instancia fue lo que determinó que la compañía pasase a manos de los fondos acreedores, puesto que el juez consideró que la empresa valía menos que la deuda que atesoraban los fondos. En el juicio, estos se apoyaron en la valoración de la compañía que la firma de auditoría Grant Thornton situó por debajo del pasivo. Ahora, los propietarios han vuelto a contratar a esta firma con el objetivo de que determine el valor de la parte que se venderá a un socio industrial.

La entrada de un inversor es otro paso más en la estrategia que la compañía siderúrgica, que tiene a Rafael Villaseca como presidente y a Jordi Cazorla como consejero delegado, está siguiendo para reorganizarse. La semana pasada, Celsa vendió al grupo inversor checo, Seven Global Investments, el 100% de sus filiales en el Reino Unido, Finlandia, Noruega, Suecia y Dinamarca por 600 millones de euros para reducir su endeudamiento. Esta desinversión continúa con la implementación de su plan de reorganización, y se añade a la reciente ampliación del capital social y al lanzamiento de un plan de eficiencia. A finales de octubre, la junta general extraordinaria de accionistas de la siderúrgica española Celsa dio luz verde este lunes a una ampliación de capital social en metálico de 166 millones de euros para llevar a cabo mejoras operativas.

La compañía española ya subrayó que dedicaría íntegramente los fondos recibidos tras la desinversión a la reducción del endeudamiento, de acuerdo con los compromisos legalmente asumidos.

Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.
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