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Grifols: “Quizás se podría haber sido más claro”

Nacho Abia, el nuevo consejero delegado del fabricante de hemoderivados, admite algunos errores en la gestión de Gotham y apunta a una política comunicativa más diáfana

Dani Cordero
El consejero delegado de Grifols, Nacho Abia, este jueves.
Grifols

Nacho Abia se estrenó hace apenas dos semanas como nuevo consejero delegado de Grifols, con los efectos todavía presentes de los ataques de los informes de Gotham City Research. Este miércoles se ha presentado en sociedad en Clayton (Estados Unidos), donde la multinacional catalana de los hemoderivados tiene su principal fábrica de plasma. Y allí, ante un grupo de periodistas, ha lanzado una frase que ha sonado a enmienda sobre los últimos cuatro meses. “Quizás se podría haber sido más claros”, ha dicho sobre las explicaciones ofrecidas para rebatir las acusaciones del fondo bajista que ha hundido un 40% las acciones de la compañía.

“La transparencia ha estado”, ha dicho respecto a la existencia de la documentación, “pero la claridad quizás podría ser mejor”, defendiendo que todas las transacciones que utilizó Gotham para hundir el valor de la compañía se hicieron “con las mejores intenciones para ayudar a la empresa”. En su primera intervención pública, Abia ha defendido una nueva forma de aproximarse a la sociedad: “La gente nos tiene que conocer más y tenemos que ser diáfanos en nuestros planes”.

Como ya ha señalado ante los analistas, la compañía tiene un objetivo para los próximos meses: refinanciar la deuda no garantizada e impulsar los flujos de caja para ayudar a enjugar préstamos e impulsar las inversiones. Sobre la recuperación del precio de la acción, Grifols es incapaz de ponerse objetivos, han señalado tanto el nuevo consejero delegado como el presidente de la compañía, Thomas Glanzmann. De hecho, este último ha defendido que probablemente ambos problemas son indiferibles, no habrá uno sin el otro. “Si recuperamos la reputación podremos explicar mejor a los inversores, porque es mucho de credibilidad”, ha afirmado Abia.

Tanto Abia como Glanzmann han sido hoy los protagonistas en Clayton, su mayor planta de producción de medicamentos plasmáticos, ubicada en la población estadounidense de Clayton (Carolina del Norte) y adquirida en 2011 cuando compró Talecris Biotherapeutics. Esas inmensas instalaciones, a las que este diario ha acudido invitado por la compañía, se han convertido en la fuente del 42% de su producción después de haber invertido en diferentes ampliaciones 1.000 millones de dólares (942 millones de dólares) para cuadriplicar su capacidad de producción. Y es donde el grupo catalán visualiza su mayor crecimiento en el futuro, dado que apenas ocupa un tercio de la superficie con las que cuenta.

“Es la joya de la corona de la compañía”, la ha definido Thomas Glanzmann, presidente ejecutivo del grupo catalán, en el primer acto público de la empresa tras el ataque de Gotham, en el que ha querido hacer una demostración de fuerza de la capacidad productiva del grupo. Parte del futuro de la compañía pasa por las instalaciones de Clayton, donde la empresa cuenta con ampliaciones para poder producir las próximas proteínas que desarrollen, entre ellas las que tendrán que ver la luz a partir de 2026 de la mano de Biotest, su última gran adquisición y que está llamada a acelerar el crecimiento de los beneficios del grupo. “Es nuestro vector de crecimiento”, ha asegurado el director de operaciones, Daniel Fleta.

El vicepresidente de la compañía, Raimon Grifols, ha aprovechado el acto en Estados Unidos para reivindicar el trabajo de su familia. “Hemos visto como nuestros competidores se han comprado, se han fusionado y han cambiado de nombre. Grifols continúa aquí y estamos muy orgullosos de nuestro nombre”, ha señalado en un momento en el que la familia está saliendo del núcleo de decisión de la compañía. Posteriormente, preguntado por periodistas, ha reconocido que la compañía ha pasado momentos difíciles, pero que instalaciones como las de Clayton permiten a la familia estar tranquila.

Una vez cerrados los cambios en la dirección con el estreno de Nacho Abia como consejero delegado y finiquitada la carpeta de la CNMV —que apreció “deficiencias relevantes” en su forma de calcular el ebitda y el endeudamiento—, Grifols tiene por delante otras operaciones en curso. La primera es vender el 20% de su participación en Shanghai RAAS al grupo chino Haier, una inyección de 1.600 millones que le servirá para reducir los 9.416 millones que acumula en deuda neta (sin tener en cuenta otro apalancamiento no financiero), tal y como esperan los analistas. La otra es conseguir más recursos de caja a través de los dos nuevos productos que espera lograr de la compra de Biotest en 2021, su última gran adquisición.

El fabricante español de hemoderivados considera que esas instalaciones estadounidenses explican bien el crecimiento registrado por la compañía en los últimos 15 años. Justo antes de adquirirla facturaba 1.800 millones de euros y gracias a ella se subió al podio de los fabricantes de hemoderivados, con una facturación que alcanza hoy los 6.600 millones. Su adquisición también contiene otros elementos que explican la Grifols de hoy. La compra de Talecris fue una de las operaciones con las que la compañía dejó claro que se apalancaría si era necesario para crecer (costó 2.800 millones de euros) y es una en las que tuvo una relevante participación Scranton, la sociedad holandesa participada por la familia Grifols que controla en torno a un 7% de las acciones del grupo de hemoderivados: se quedó las instalaciones y se las alquiló a Grifols, que tenía la posibilidad de recomprarlas.

Hoy de esas instalaciones de 283 hectáreas donde trabajan 1.600 personas salen 14 millones de viales de medicamentos procedentes del plasma. Trabaja a máxima capacidad, las 24 horas de todos los días del año, y su tecnología es el ejemplo que Grifols intenta llevar a otras plantas que tiene por el mundo, como la canadiense de Montreal o la egipcia de El Cairo. Durante la crisis sanitaria de la covid, fue de Clayton que salió la globulina hiperinmune antiSARS-CoV-2, conseguida a través del plasma que había superado el coronavirus. Pero además de otros derivados plasmático para el tratamiento de enfermedades infecciosas, también se producen en el centro otras inmunoglobalinas (para pacientes con inmunodeficiencias y trastornos neurológicos) y albúminas (utilizadas en unidades de cuidados intensivos), entre otros productos.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Dani Cordero es redactor de economía en EL PAÍS, responsable del área de industria y automoción. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, ha trabajado para distintos medios de comunicación como Expansión, El Mundo y Ara, entre otros, siempre desde Barcelona.
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