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Una víctima de estafa bancaria: “Me han quitado dinero, tiempo y salud. El banco no ha salvaguardado mi dinero”

Los usuarios consiguen recuperar una parte de lo perdido y solo les queda la vía judicial para tratar de rescatar el resto

Carolina Vázquez, víctima de fraude bancario, posa en su vivienda en Madrid.
Carolina Vázquez, víctima de fraude bancario, posa en su vivienda en Madrid.Santi Burgos
Hugo Gutiérrez

El 22 de diciembre, a Carolina Vázquez le tocó la lotería. Pero no el Gordo de Navidad, sino la mala fortuna de ser víctima de una estafa bancaria. En total, se esfumaron 50.000 euros de su cuenta. De ese montante consiguió recuperar una buena parte, aunque todavía le resta un agujero de unos 13.000 euros. El engaño, como ocurre cada vez más, se fraguó mediante una llamada en la que los delincuentes se hicieron pasar por trabajadores del banco y lograron que hiciese diversas transferencias para poner a salvo su dinero. Para llevar a cabo el engaño, los cacos contaban con datos confidenciales del usuario e incluso llamaban desde el número de la sucursal de la entidad.

Esta operativa ha supuesto un grave problema para el sector financiero y sus clientes en los últimos meses. Todavía no han conseguido atajar la brecha y la solución de las entidades para minimizar estos robos por el momento pasa por advertir a los usuarios y trabajar con telecos y Gobierno para lanzar un nuevo protocolo de prevención. Mientras tanto, siguen apareciendo nuevos casos cada día en redes sociales. “Juegan con tu pánico y miedo a perder todo. En situaciones de tanto estrés, no actúas con normalidad”, explica Miguel Ángel Sánchez, otro afectado, en su caso solo dos días antes que Vázquez, ambos de Madrid y clientes de ING.

El modus operandi se repite casi calcado en la media docena de casos consultados por este diario, algunos con la condición de mantener el anonimato. “Se hacen pasar por agentes del banco y te dicen que está habiendo un hackeo en tus cuentas, que han entrado con tu usuario desde otro móvil, pero te aseguran que lo han conseguido parar. Entonces ponen a tu disposición una cuenta segura a la que realizar las transferencias, cuyo número te envían por SMS que aparece en el hilo de mensajes del propio banco”, recuerda la madrileña, con 41 años y dos hijos.

Sánchez relata que en su caso, para ganarse su confianza, incluso le ofrecieron tres opciones: colgar e ir a una oficina, colgar y llamar él mismo a atención al cliente o confirmar que el número del que llamaban era el de la sucursal, en su caso la de la calle de O’Donnell, en Madrid. Un momento de estrés que se repite una y otra vez que llevó a Vázquez al límite: “Este era mi ahorro, de la herencia de mis padres, para intentar comprar una vivienda. Me han quitado dinero, tiempo y salud. El banco no ha salvaguardado bien mi dinero”, critica.

Entre los afectados consultados, hay estafas de clientes de neobancos y entidades tradicionales. Todos están expuestos, aunque sí se detecta un patrón de más ataques en bancos con escasa red de oficinas. “Al no tener una sucursal cerca, el cliente está acostumbrado a hacer gestiones de forma digital o por teléfono. Además, creo que hay brechas de seguridad y filtración de datos que permiten a los delincuentes acceder a detalles de los usuarios”, sostiene otro de los estafados.

La avalancha de fraudes va en auge, como se constata con las reclamaciones recogidas por el Banco de España en los últimos años. En concreto, en el ejercicio 2022 se duplicaron respecto al año anterior, hasta las 10.361 operaciones presuntamente fraudulentas, y suponen casi un tercio del total, el asunto más reclamado por segundo año consecutivo. “Se trata de casos en los que los ciudadanos no reconocen haber dado su autorización a determinadas operaciones o afirman haberlas realizado siendo víctimas de engaño (fraude, estafa...)”, explicaba la memoria del supervisor.

Miguel Ángel Sánchez, cliente de ING, sufrió una estafa telefónica.
Miguel Ángel Sánchez, cliente de ING, sufrió una estafa telefónica. JUAN BARBOSA

Responsabilidad y vía judicial

Tras batallar con la entidad, denunciarlo ante la Policía y reclamar al Banco de España, Vázquez ha conseguido recuperar una parte. Pero sigue con 13.000 euros en el limbo y el banco le dice que su incidencia se ha cerrado. “Solo me queda la vía judicial, pero eso supone más dinero y ganas, que no me quedan muchas. Es todo muy difícil”, reconoce con cierta resignación.

Sánchez también hizo transferencias a otras cuentas para proteger su dinero por algo más de 11.000 euros, de los que todavía le falta por recuperar unos 10.000. “Esto nos ha hipotecado para los próximos años. El banco me dice que es algo aislado, pero no es así. No paro de conocer a gente que le ha ocurrido lo mismo”. Él ya ha recurrido a los tribunales, gracias a la ayuda de una familia de abogados de Barcelona, aunque tiene pocas esperanzas de sacar la demanda adelante. “Era nuestro ahorro familiar. Se juntó con parte de mi baja de paternidad y he estado muy jorobado. La culpabilidad te come por dentro y no paras de darle vueltas”, zanja.

En la justicia, una de las claves girará en torno a la responsabilidad que tiene el banco de salvaguardar los datos personales y las cuentas de los usuarios. Sin embargo, es una tarea difícil de demostrar. Como señalan fuentes financieras, el problema para los clientes es que han sido ellos mismos los que han realizado las transferencias, después de un engaño. Es decir, no ha habido tampoco un acceso fraudulento a su cuenta.

Fuentes de ING, banco con el que trabajaban tanto Vázquez como Sánchez, aseguran que da prioridad absoluta a la prevención, detección y respuesta ante ciberamenazas y fraudes digitales. “Trabajamos día a día para concienciar a nuestros clientes y proteger la identidad operativa de cada uno de ellos. En ningún caso solicitamos datos sensibles, como el DNI o las claves bancarias, por WhatsApp o por teléfono. Y es importante concienciarse de que no hay que dar ningún tipo de información personal o financiera fuera de los cauces habituales”, inciden portavoces de la entidad.

Otro tipo de ataques

Este no es el único tipo de estafa, aunque sí una de las que está teniendo más éxito. También hay usuarios que caen en el fraude a través de SMS, por ejemplo con una entrega de Correos, de alguna empresa de reparto o de plataformas como Amazon. Eso le ocurrió a otra de las víctimas contactadas por este diario, L. H., usuario de Revolut, que perdió 7.000 euros mediante más de una decena de transferencias a una empresa radicada en el extranjero. El sistema de prevención del banco consiguió parar las últimas transacciones, pero el agujero inicial no lo pudo recuperar. “Mi mujer sufrió varios ataques de pánico por esta situación”, relata.

Revolut, por su parte, explica que tiene diversos protocolos para identificar actividades ilícitas y prevenir el fraude. “Utilizamos sofisticados modelos de fraude tanto para transacciones entrantes como salientes, con el objetivo de proteger a nuestros clientes de ser víctimas, incluyendo advertencias claras y directas al cliente ante transacciones o movimientos potencialmente sospechosos”, dicen fuentes de la entidad.

Acuerdo banca-telecos

Para evitarlo, las patronales bancarias han ampliado la formación que ofrecen con un espacio de ciberseguridad. La intención es reforzar las capacidades digitales de la población para que sepan defenderse mejor ante estos ataques. Y las propias entidades lanzan continuamente avisos a sus usuarios advirtiendo del peligro.

Pese a ello, estas situaciones siguen sucediendo. Uno de los últimos casos consultados por este diario, de otra madrileña de 58 años, se produjo el martes. Perdió casi 12.000 euros, aunque finalmente pudo alertar a tiempo al banco y a la policía y ha podido recuperar el dinero.

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Sobre la firma

Hugo Gutiérrez
Es periodista de la sección de Economía, especializado en banca. Antes escribió sobre turismo, distribución y gran consumo. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS tras pasar por el diario gaditano Europa Sur. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, Máster de periodismo de EL PAÍS y Especialista en información económica de la UIMP.
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