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Magyar Vagon prepara una opa por Talgo, pero la condiciona a que los bancos no ejecuten la deuda

La CNMV rechaza la petición de la húngara de condicionar su oferta, a 5 euros por título, a que los acreedores del fabricante no activen la cláusula por cambio de control

Javier Fernández Magariño
Logotipo de Talgo ante el Palacio de la Bolsa en Madrid.
Logotipo de Talgo ante el Palacio de la Bolsa en Madrid.Pablo Monge

La operación de compra de Talgo por parte de un consorcio liderado por el grupo húngaro Magyar Vagon tiene riesgo aún de encallar. La autora de la esperada oferta pública de adquisición (opa) se ha topado con un problema relacionado con la deuda del fabricante español. Los bancos cuentan con la garantía de una cláusula de ejecución en caso de cambio de control, y Magyar Vagon y sus socios han pedido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), sin éxito alguno, poder condicionar su oferta, de cinco euros por título, a la “obtención del consentimiento de las entidades financiadoras por el cambio de control”. Así se ha explicado esta tarde desde Budapest en una nota remitida al regulador bursátil español. En ella se reconoce el interés por Talgo, pero también el giro de guion.

El regulador bursátil ya ha trasladado al grupo de András Tombor que la normativa impide activar este tipo de condiciones, ante lo que Magyar se carga de cautela y expone que “no existe certeza de que se vaya a formular una oferta pública de adquisición de acciones de Talgo”. El papel de la compañía que preside Carlos de Palacio volverá a negociarse el lunes, tras ser suspendida la cotización el jueves a las 16:04 horas, cuando ganaba un 9,4% al calor de una opa que parecía inminente.

La ofensiva de la matriz del fabricante húngaro de trenes DJJ (Dunakeszi Jarmüjavító) se está articulando a través del consorcio Ganz-MaVag Europe Zrt, en el que un fondo soberano húngaro, según fuentes financieras, tiene el 45% del capital. Tombor ha confirmado en el comunicado que ha hecho público la CNMV que “está manteniendo conversaciones y negociaciones en relación con la posible formulación de una oferta pública de adquisición sobre la totalidad de las acciones de Talgo, S.A. a un precio de 5 euros por acción”. Pero añade que hasta la fecha no se ha alcanzado un acuerdo “ni se ha tomado una decisión definitiva al respecto”.

Este reconocimiento es un jarro de agua fría sobre un movimiento corporativo que se daba ya por descontado. “Dichas conversaciones se están entablando en relación con las financiaciones de la compañía sujetas a cambio de control de cara a la obtención de los correspondientes consentimientos”, se apunta en alusión a negociaciones con la banca.

Fuentes cercanas a los contactos explican que la mayor parte del endeudamiento de Talgo depende de un grupo de una veintena de bancos, con Santander entre los más importantes. Magyar, que entró en contacto con el consejo de Talgo entre octubre y noviembre del año pasado, ha estado las últimas semanas estudiando los activos y cuentas del fabricante, momento en el que dio con las garantías en manos de los acreedores. De no estar de acuerdo con el cambio de control, las entidades financieras podrían exigir la ejecución de créditos y encarecer notablemente la operación, de ahí la preocupación de los compradores.

La suspensión de la cotización de Talgo, el jueves, cogió a Magyar con el paso cambiado y con su plan aún en fase de construcción. Las fuentes consultadas dan muchas posibilidades a que el consorcio interesado por Talgo pueda alcanzar acuerdos con los financiadores y seguir adelante con su proyecto en España, donde busca capacidad de producción y cartera en el segmento de la alta velocidad.

La deuda bruta de Talgo ronda los 320 millones, cifra que cae hasta los 97 millones en el caso del endeudamiento neto. El 64% de la financiación está firmado a tipo fijo con un coste que está en el entorno del 1,7% y con un vencimiento a 2,5 años. Talgo ha realizado recientes operaciones para alargar los plazos de amortización.

El primer partícipe de la firma industrial es el fondo de capital riesgo Trilantic, que entró en 2006. Esta entidad controla el 63% de la instrumental Pegaso Transportation International, que a su vez es titular de un 40% de de Talgo. Otro 20% de Pegaso pertenece a la familia fundadora Oriol. Y el resto es del vehículo Torreal, del inversor Juan Abelló. Los socios de Pegaso tienen firmado una cláusula de arrastre por la que la salida de Trilantic llevaría a vender a los otros dos inversores.

Al margen de Pegaso, la familia Torrente Blasco es dueña del 5,03% de Talgo a través de la instrumental Torreblas, y la aseguradora Santa Lucía bajó su paquete el pasado mes de febrero a un 2,86%. Entre los miembros del consejo se reparte otro 3,5% de la empresa.

La compradora DJJ fue absorbida en 2020 en Magyar Vagon. Detrás está el empresario húngaro asentado en Reino Unido András Tombor (52 años), quien habría participado directamente en las conversaciones con la española en noviembre. Tombor es dueño de la firma aeronáutica checa Aero Vodochody y actuó, entre 1998 y 2002, como consejero en asuntos de seguridad nacional durante el primer mandato del actual primer ministro Viktor Orbán.

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Sobre la firma

Javier Fernández Magariño
Es redactor de infraestructuras, construcción y transportes en Cinco Días, donde escribe desde junio de 2000. Ha pasado por las secciones de Especiales, Cinco Sentidos, 5D y Compañías siguiendo la información de diversos sectores empresariales. Antes fue locutor de informativos en la Cadena Cope, además de colaborar en distintos medios de Madrid.
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