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OpenAI se sume en el caos: se abre la veda para robarle su talento y sus clientes

Casi la totalidad de sus 770 empleados amenazan con irse de la compañía si la junta no dimite y se restituye a su ex CEO, Sam Altman

Logo de ChatGPT en una pantalla de móvil.
Logo de ChatGPT en una pantalla de móvil.DADO RUVIC (REUTERS)

El cisma de OpenAI empieza a dar para una serie o película en cualquier plataforma de streaming. Tras un fin de semana caótico para una de las startups más conocidas del mundo, este lunes Microsoft anunció que ha fichado al hasta este viernes consejero delegado de OpenIA, Sam Altman, para liderar un equipo propio de desarrollo de inteligencia artificial. Altman es cofundador de la exitosa startup creadora de ChatGPT y la cara visible de esta emergente tecnología. Junto a él, Microsoft también incorporará al otro cofundador de OpenIA, Greg Brockman, quien también dimitió de su cargo tras ser cesado como presidente de la junta.

El fichaje es uno de los últimos giros de guión después de que el consejo de administración de OpenAI anunciara el viernes a última hora que destituía a Altman y lo reemplazaba de forma interina por la jefa de tecnología Mira Murati al no haber sido “consistentemente sincero en sus comunicaciones con la junta”. Ayer también se conoció que OpenAI incorporará al ex CEO de Twitch, Emmett Shear, para dirigir la empresa de IA.

La trama se complicó aún más. Este lunes, la mayoría de empleados de OpenAI (casi 750 de un total de 770) amenazó con irse de su compañía si la junta directiva no presenta su dimisión y se restituye a Altman en su puesto. En una carta abierta, los trabajadores advirtieron: “No podemos trabajar para o con personas que carecen de competencia, juicio y cuidado por nuestra misión y nuestros empleados (...) Sus acciones han hecho obvio que ustedes son incapaces de supervisar OpenAI”. Los firmantes fueron directos. Según dijeron, Microsoft les ha asegurado “que hay puestos para todos los empleados de OpenAI en la nueva división en caso de que decidamos irnos”.

De hecho, Microsoft, con el fichaje relámpago de Altman y Brockman logra un doble objetivo: evitar que ambos directivos pusieran en marcha una empresa de IA que escapara a su control –algo que podía ocurrir en vista de los fuertes apoyos que recibieron de ejecutivos de la industria y las finanzas tras su salida de la startup–y que el talento de OpenAI cayera en manos de sus rivales. Muchos con bolsillos muy llenos como Google, Amazon, Meta o Elon Musk (que recientemente lanzó su empresa xAI).

El lanzamiento hace un año de ChatGPT y la capacidad de esta herramienta para entender preguntas de los usuarios, buscar y presentar información con un lenguaje similar al humano, ha revolucionado el mundo tecnológico y provocado una frenética carrera entre las grandes del sector para liderar esta tecnología. Este boom en torno a la IA ha provocado una falta de talento especializado en la materia.

“El aumento de la contratación para puestos de IA e ingeniería en todo el mundo ha crecido un 60% en el último año”, según un informe reciente sobre contratación de perfiles de IA de Deel, una plataforma de gestión de recursos humanos. Así las cosas, no resultaría extraño que los aproximadamente 700 empleados de OpenAI que ahora amenazan con dejar la compañía tengan ya  suculentas ofertas sobre su mesa. Que se sepa, Microsoft ha sido la primera en echarles la caña. Pero no ha sido la última.

En una publicación en redes sociales este lunes, Marc Benioff, director ejecutivo de Salesforce, pidió a los investigadores de OpenAI que le enviaran sus curriculums y se ofreció a igualar sus salarios, según informa el FT. También el fundador de la startups de IA Inflection, Mustafa Suleyman, publicó que lo que estaba ocurriendo en OpenAI era muy triste, pero que su empresa estaba creciendo y animaba a sus empleados: “Corre con nosotros”.

En la batalla por los investigadores de la joven startup no han faltado también los políticos. Este fin de semana el ministro de Transición Digital y Telecomunicaciones de Francia dijo en X: “Sam Altman, su equipo y sus talentos son bienvenidos, si lo desean, en Francia, donde estamos acelerando para poner la inteligencia al servicio del bien común”. Pero los empleados no es lo único que OpenAI corre el riesgo de perder. En las últimas horas, empresas rivales como Anthopic, en la que han invertido fuertes sumas de dinero Google, Amazon o SAP, y Cohere estaban buscando captar el interés de sus clientes. Es evidente que el despido de Altman ha sumido a la startup más famosa de Silicon Valley en una profunda crisis que no tiene una solución fácil.

Estos movimientos se han producido de forma paralela a la guerra interna en OpenAI. Uno de los firmantes de la carta es Ilya Sutskever, científico jefe de OpenAI y único accionista de la compañía que queda en el consejo. El y Adam D’Angelo, fundador de Quora y también miembro de la junta, habían sido señalados durante el fin de semana como los culpables de la salida de Altman y Brockman. Sutskever en una publicación en X (antes Twitter), indicó ayer que lamenta profundamente su participación en las acciones de la junta. “Me encanta todo lo que hemos construido juntos y haré todo lo posible para reunir a la compañía”, añadió. Entre los firmantes también están Mira Murati; Brad Lightcap, director de Operaciones, y Jason Kwon, director de Estrategia.

La actual junta directiva está formada por Sutskever; D’Angelo; Tasha McCauley, emprendedora tecnológica, y Helen Toner, directora del Centro de Seguridad y Tecnología Emergente de la Universidad de Georgetown. Pese a la presión, la junta se mantiene firme. Al menos por ahora. Pues, los fondos de capital riesgo que apoyan a OpenAI están explorando medidas legales para obligarla a invertir el rumbo, según explican al FT varias personas con conocimiento sobre el asunto.

El movimiento de Microsoft de fichar a los dos ex fundadores de OpenAI llega después de que el gigante de Redmond liderara en los últimos dos días a un bloque de accionistas (entre los que estaban los fondos de venture capital Tiger Global, Thrive Capital y Sequoia) que aspiraba a dar un golpe de mano en OpenAI para restituir a Altman como CEO. Ninguna de estas empresas tiene un puesto en el consejo de administración, de la startup y la decisión de despedir a Altman les pilló desprevenidas.

Nadella, consejero delegado de Microsoft, aseguró en X que actuarán “rápidamente para proporcionarles [a Altman y Brockman] los recursos necesarios para su éxito”. Igualmente, añadió: “Seguimos comprometidos con nuestra asociación con OpenAI y confiamos en nuestra hoja de ruta de productos, nuestra capacidad para seguir innovar con todo lo que anunciamos en Microsoft Ignite, y en seguir apoyando a nuestros clientes y socios”. Altman compartió el mensaje de Nadella y agregó un comentario propio: “La misión continúa”.

Actuar con rapidez era clave para Microsoft. La compañía no ha desvelado su inversión total en OpenIA, pero el mercado baraja cifras del orden de los 13.000 millones de dólares. El gigante del software tiene una estrecha asociación tecnológica con la compañía; ha integrado su tecnología de IA en sus propios productos, como el motor de búsqueda de Bing o su software de productividad con su nuevo producto Microsoft 365 Copilot.

Con el fichaje de Altman y Brockman, el creador de Windows, que subía ayer un 1,9% en Bolsa al cierre de esta edición, puede querer responder a una advertencia que le habían lanzado ya desde el mercado algunos analistas como Matt McIlwain, socio de la firma de capital riesgo Madrona: su gran dependencia en IA de OpenAI frente a otros rivales como Amazon Web Services, que ha repartido sus apuestas entre varias empresas de inteligencia artificial.

En lo que hay consenso es en que la guerra que se vive en OpenAI pone en riesgo el potencial comercial de la compañía, que ha alcanzado los 100 millones de usuarios semanales. Además de poner en peligro la colocación de acciones de los empleados que les daría una valoración de 86.000 millones de dólares, el momento resulta trascendente, pues es ahora cuando la startup está intentando persuadir a los clientes de que comiencen a pagar por herramientas impulsadas por IA.

Según el Financial Times, la junta de OpenAI carece de una gran experiencia corporativa, controla a la matriz sin ánimo de lucro y se encarga de salvaguardar la creación de la IA. Pero los inversores están preocupados por la monetización, y los costes de la compañía, hambrienta de capital a medida que suben sus gastos de funcionamiento y entrenamiento de sus sistemas de IA, superan hoy los ingresos.

Aunque siguen las dudas sobre la razón del despido de Altman, que ha sumido a la empresa en el caso, el argumento más ampliamente aceptado es que existía una brecha entre quienes como el ex CEO de OpenAI eran partidarios de un rápido desarrollo y despliegue de la IA para poner a prueba y perfeccionar la tecnología, y los que creían en el consejo de administración que el camino más seguro es desarrollar y probar primero la IA en un laboratorio para garantizar que es beneficiosa y segura.

Guerra a la vista por el talento de la startup

El fichaje relámpago de Altman y Brockman por Microsoft, que controla el 49% de OpenAI, no ha sido casual. Con esa acción, el gigante tecnológico lograba un doble objetivo: evitar que ambos directivos pusieran en marcha una empresa de IA que escapara a su control –algo que podía ocurrir en vista de los fuertes apoyos que recibieron de ejecutivos de la industria y las finanzas tras su salida de la startup–y que el talento de OpenAI cayera en manos de sus rivales. Muchos con bolsillos muy llenos como Google, Amazon, Meta o Elon Musk (que recientemente lanzó su empresa xAI).

El lanzamiento hace un año de ChatGPT y la capacidad de esta herramienta para entender preguntas de los usuarios, buscar y presentar información con un lenguaje similar al humano, ha revolucionado el mundo tecnológico y provocado una frenética carrera entre las grandes del sector para liderar esta tecnología. Este boom en torno a la IA ha provocado una falta de talento especializado en la materia.

“El aumento de la contratación para puestos de IA e ingeniería en todo el mundo ha crecido un 60% en el último año”, según un informe reciente sobre contratación de perfiles de IA de Deel, una plataforma de gestión de recursos humanos. Así las cosas, no resultaría extraño que los aproximadamente 700 empleados de OpenAI que ahora amenazan con dejar la compañía tengan ya  suculentas ofertas sobre su mesa. Que se sepa, Microsoft ha sido la primera en echarles la caña. Pero no ha sido la última.

En una publicación en redes sociales este lunes, Marc Benioff, director ejecutivo de Salesforce, pidió a los investigadores de OpenAI que le enviaran sus curriculums y se ofreció a igualar sus salarios, según informa el FT. También el fundador de la startups de IA Inflection, Mustafa Suleyman, publicó que lo que estaba ocurriendo en OpenAI era muy triste, pero que su empresa estaba creciendo y animaba a sus empleados: "Corre con nosotros".

En la batalla por los investigadores de la joven startup no han faltado también los políticos. Este fin de semana el ministro de Transición Digital y Telecomunicaciones de Francia dijo en X: "Sam Altman, su equipo y sus talentos son bienvenidos, si lo desean, en Francia, donde estamos acelerando para poner la inteligencia al servicio del bien común".

Pero los empleados no es lo único que OpenAI corre el riesgo de perder. En las últimas horas, empresas rivales como Anthopic, en la que han invertido fuertes sumas de dinero Google, Amazon o SAP, y Cohere estaban buscando captar el interés de sus clientes. Es evidente que el despido de Altman ha sumido a la startup más famosa de Silicon Valley en una profunda crisis que no tiene una solución fácil.

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