Ghosn justifica su denuncia de 1.000 millones a Nissan: “Que no duerman tranquilos en sus camas”
El expresidente de Nissan Motor dice no buscar venganza, pero eleva sus críticas y reproches a la empresa japonesa
Carlos Ghosn, ex presidente de Nissan Motor, no ha demandado a su antigua empresa por 1.000 millones de dólares por una cuestión de venganza ni por represalias tras su despido, sino como un intento para responsabilizar a los que conspiraron contra él “para que no duerman tranquilos”.
“Lo que busco no es venganza”, ha explicado Ghosn el martes en un acto organizado por el Club de Corresponsales Extranjeros de Japón. “Sólo quiero asegurarme de que todos los criminales y los conspiradores no puedan dormir tranquilos en sus camas después de lo que han cometido”, ha subrayado un directivo que fue elevado a los altares en Japón cuando en el año 2000 logró rescatar a Nissan de la quiebra.
Ghosn fue detenido en 2018 por presunta mala conducta financiera, y se enfrentó a un juicio en Japón hasta que protagonizó una llamativa fuga al Líbano a finales de 2019. Nissan y los fiscales japoneses afirman que el exdirectivo utilizó dinero de la empresa en beneficio propio y no declaró todos sus ingresos. Él niega los cargos.
Hace menos de un mes, Ghosn demandó a Nissan y a personas vinculadas a ella por “profundos daños” a sus finanzas y reputación y señaló este martes que esperaba que esta respuesta judicial ayudara a restaurar algunos de sus derechos.
“Nissan me ha ocasionado un gran daño, un daño que no puede repararse”, dijo el que fuera uno de los grandes directivos internacionales hasta su caída en desgracia.”Lo único que puedo obtener es una pequeña indemnización”, se defiende ahora.
Nissan declinó hacer comentarios, como hace con todos los procedimientos judiciales en curso, salvo para matizar que defenderá cualquier demanda contra la empresa y sus empleados.
En cuanto a los esfuerzos por reequilibrar la problemática alianza entre Nissan y Renault SA, Ghosn también tuvo palabras y advirtió de que “sigue habiendo mucha desconfianza”.
El arresto de Ghosn, de 69 años, conmocionó a la industria del automóvil mundial y desató una gran agitación dentro de Nissan, que continúa hasta el día de hoy. Ghosn no deja de criticar a Nissan y a las autoridades legales de Japón por sacarlo de una de las alianzas de fabricación de automóviles más grande del mundo.
Todavía enfrenta cargos criminales en Japón por lo que los fiscales describen como un complot para no reportar su compensación, así como una demanda civil presentada por Nissan en un tribunal de Yokohama en busca de daños monetarios.
El fiscal del Líbano, país donde reside ahora Ghosn, ha fijado una audiencia para septiembre. Las autoridades de ese país pueden solicitar la cooperación de sus homólogos japoneses para investigar las afirmaciones del exdirectivo.
No está claro si el sistema judicial de Japón, que según Ghosn está “amañado” y “viola los principios más básicos de la humanidad”, estaría dispuesto a cooperar con las autoridades del Líbano, que no extradita a sus ciudadanos. En 2020, un panel de la ONU concluyó que la detención de Ghosn en una cárcel japonesa durante más de 100 días no era necesaria ni razonable y violaba sus derechos.
La decisión de arrestar a Ghosn cuatro veces seguidas para extender su detención fue “fundamentalmente injusta”, según el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La reclamación incluye el plan de Ghosn para unir a Nissan, Renault y Mitsubishi Motors en una gran alianza con Fiat Chrysler, lo que, según él, alimentó las preocupaciones dentro de Nissan a principios de 2018 de que buscaba hacer que la asociación fuera irreversible.
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