La banca se queda sin excusas para no remunerar más los depósitos

Casi un año después del inicio de las subidas de tipos del BCE, el sector asume que la guerra por el ahorro llegará tras el verano

La vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, junto al presidente del BBVA, Carlos Torres, el pasado lunes en Santander.Pedro Puente Hoyos (EFE)

Hace casi un año, el 21 de julio de 2022, el Banco Central Europeo (BCE) dio un golpe de timón a su política monetaria. La inflación desbocada —el IPC de la zona euro cerró ese mes en el 8,9%— y los movimientos de la Reserva Federal de EE UU pusieron contra las cuerdas a Christine Lagarde, que respondió con una senda de subida de tipos fulgurante. Esto encarece las cuotas de las hipotecas variables, pero todavía casi no se ha trasladado a la remuneración del ahorro de las familias. Aunque la situación se va a revertir: el sector financiero se está quedando sin excusas para mantener esta retribución escasa y las entidades asumen que llegará la guerra por el pasivo tras el verano.

La banca se ha atascado con esta cuestión, en parte de forma deliberada (cuanto más se demore la retribución del ahorro, más margen recuperan) y porque no lo han necesitado con un mercado inundado de liquidez. Los datos no dejan lugar a dudas: los grupos españoles están a la zaga en la rentabilidad que ofrecen a particulares respecto a sus pares en el Viejo Continente. En abril (último dato disponible del BCE), en España se pagó de media un 1,33% a los hogares por los nuevos depósitos a plazo de hasta 12 meses, muy por debajo del 2,27% que se anotó en la zona euro. Y resultó menos de la mitad de lo ofrecido en Italia (3,11%) o Francia (3,03%).

“El sector bancario español tiene que empezar a transmitir la subida de tipos de interés al ahorro de los españoles”, recriminó el pasado lunes la vicepresidenta económica Nadia Calviño en Santander. Y adelantó que trasladaría su preocupación a las patronales en el encuentro que tendrán el próximo jueves. Una forma de decir que existe una especie de concertación, aunque el problema se parece más al de una competencia transparente (a las compañías les basta con mirar lo que hacen los demás y adaptarse sin necesidad de pactar precios de forma explícita), como ha explicado esta semana Cani Fernández, presidenta de la CNMC.

Antaño la situación no era así, y estos problemas efectivamente se podían solucionar en las famosas reuniones de banqueros. Ese escenario se mantuvo hasta finales de la década de los ochenta, con encuentros recurrentes entre los primeros espadas de las entidades. Pero Emilio Botín rompió la baraja coincidiendo con el lanzamiento de la Supercuenta. Aquellas reuniones, si se repitiesen en la actualidad, supondrían un escándalo mayúsculo. De ahí la respuesta de José Ignacio Goirigolzarri, presidente de CaixaBank, a la vicepresidenta: “Sería tremendo que se hablara de política de precios en las patronales, una mala práctica para la competencia”.

Frenos al pago

Existen múltiples factores que influyen en la demora de la guerra por el ahorro. Según el Banco de España, lo que más ha pesado es el exceso de liquidez que poseen. Aunque eso va a cambiar. Ya hubo cierto nerviosismo durante la crisis bancaria desatada en Estados Unidos y Suiza. Y ahora, a final de mes, llegará otro hito relevante: el 28 de junio, la gran banca española devolverá unos 50.000 millones de euros, cerca de dos tercios de lo que le resta de la financiación barata que lanzó el BCE en junio de 2020, en plena pandemia.

“La liquidez va a ganar valor en los próximos meses”, explica a este periódico Francisco Uría, socio responsable global de Banca de KPMG. A lo que añade: “De momento, la captación adicional de depósitos no es una necesidad urgente de los bancos, pero a medida en que sea necesario irán reaccionando”. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha abundado en esta idea: “Los que tienen más exceso de liquidez son los que menos han trasladado a los depósitos la subida de los tipos”. Es decir, si empeora su posición tendrán más apetito por captar fondos de los clientes.

Altos directivos de entidades cotizadas españolas inciden en esta línea y marcan el momento decisivo a la vuelta del verano. “En septiembre empezará el baile y todos nos miramos para ver quién es el primero”, explica una de estas fuentes. Una pista a la que nadie quiere salir primero para no mostrar debilidad: “Moverá ficha el que más necesite captar depósitos o ganar cuota”, añade otro directivo. Sea por el motivo que sea, el punto de inflexión se producirá cuando se lance uno de los grandes, apunta Uría.

Otra de las trabas que esgrime el sector financiero desde el año pasado para no lanzar ofertas por los depósitos es el decalaje que existe entre las subidas de tipos y la repreciación del activo. Esto es, el tiempo que necesitan las entidades para que su cartera hipotecaria (el 75% de los préstamos están a tipo variable y se actualizan habitualmente una vez al año) se revise y refleje el nuevo entorno de tipos de interés. Según estimaciones del supervisor, en enero el 60% de las hipotecas variables todavía tenía que experimentar una subida de al menos 1,5 puntos. Y de este grupo, algo más de la mitad, un alza superior a tres puntos.

De esta forma, según argumentan fuentes financieras, la rotación completa de la cartera hipotecaria necesita algo más de 12 meses. Así, será durante la temporada estival cuando se culmine este proceso. Es decir, sus ingresos habrán dado el salto y el sector ya no podrá justificar su estrategia parca en rentabilidad del ahorro por este motivo.

Presión por las elecciones

En esta coctelera compleja hay algunos ingredientes más. Por ejemplo, el calendario electoral y las críticas por la falta de competencia. La concentración facilita estrategias difíciles de comprender para algunos organismos. “Me cuesta mucho ver que los bancos no quieran ganar cuota de mercado”, afirmó la presidenta de Competencia. Fernández, además, reclamó más poderes legislativos para paliar estas deficiencias: “Tenemos un agujero en nuestras herramientas para controlar esta situación, que es una colusión tácita”, zanjó.

Todo ello influye asimismo en la reputación del sector. No está en los niveles de la Gran Recesión, cuando las prácticas abusivas, sus desmanes y los desahucios masivos pusieron a la banca en el ojo del huracán. La situación ahora es mejor, pero ya se vislumbra la preocupación entre las entidades. “Es cierto que hay diferencias entre la imagen del banco con el que trabajan los clientes que la del sector en su conjunto, que es algo peor”, reconoció hace unos días Alejandra Kindelán, presidenta de la Asociación Española de Banca.

Para evitar este deterioro, los grupos financieros han sido incisivos con otras alternativas de inversión que consideran más atractivas. “Están los fondos garantizados, depósitos estructurados, seguros de ahorro… Creemos que son mejores para los clientes y que son mejores para el banco”, enfatizó César González-Bueno, consejero delegado del Sabadell. Aunque uno de los más activos desde el inicio en estas formas de inversión ha sido CaixaBank. “Hay alternativas con mejor rentabilidad a medio y largo plazo. En el futuro no sé qué pasará, pero decidirá el cliente. Si no está conforme con un tipo de ofertas, elegirá otras”, zanjó Goirigolzarri.

El sector parece olvidar que se trata de productos más complejos, no aptos para todos los usuarios. Y que la banca se encuentra en una encrucijada por su postura siempre conservadora. Por un lado, la prudencia es necesaria para no embarcarse en actividades con riesgo excesivo que le generen un agujero insalvable. Pero también es contraproducente si provoca el retraso de ofertas acordes a la situación actual. El mercado de depósitos a plazo es el mejor ejemplo de ello, aunque ya se vislumbra el esperado final de esta retribución escasa.

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