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Íñigo del Val (Allen Overy): Un vasco peleón en el círculo mágico de las grandes operaciones

En sus 15 años en el bufete inglés es un asesor predilecto de fondos y empresas

íñigo del Val, socio de Allen Overy
íñigo del Val, socio de Allen Overy
Álvaro Bayón

Era el año 2000. Un jovencísimo y nerviosísimo Íñigo del Val (Bilbao, 1975) se enfrentaba a la entrevista clave para fichar por KPMG. A su favor tenía haber sido uno de los primeros de su promoción en el máster del Instituto Empresa, pero sabía que no se podía confiar. El socio que le entrevistaba le hizo una pregunta clave: “Si te digo que para entrar en KPMG tienes que hacerte del Real Madrid, ¿qué harías?”. Él respondió: “Me puedo hacer del Madrid, pero siempre seré del Athletic de Bilbao”. Entonces no lo sabía, pero esa era la contestación correcta. El entrevistador era, por lo menos, tan vasco y tan hincha del Athletic como él.

No sorprende que Del Val tuviese los arrestos de dar esa respuesta. Muy a las hechuras del norte, transmite la imagen de un hombre directo y transparente. Él mismo, de alguna manera, lo reconoce: “No se me da mal discutir ni argumentar. Soy peleón”. Es de esa labia, tan cliché para los abogados, de donde nace su vocación. Pese a que no procede de una familia vinculada al derecho, recuerda que la vocación por las leyes le llegó de joven. Sí que quizá el hecho de que su padre fuese empresario intercedió para que se especializase en mercantil.

Este abogado –el número uno en fusiones y adquisiciones (M&A) en 2021 y 2022, según Mergemarket– comenzó sus estudios en su Bilbao natal, en la Universidad de Deusto. Su vida entonces era bien diferente a la de ahora. Él mismo admite que no fue “un gran estudiante” hasta tercero de carrera, cuando se decidió por hincar los codos. En este tiempo, rememora, estaba más centrado en practicar surf que en el Código Civil.

Todo cambió cuando hizo las maletas y se fue a Madrid. Se convirtió en un estudiante brillante. Finalmente, entró en KPMG, que describe como una “muy buena escuela” en la que estuvo cinco años. Y de ahí saltó, en 2005, a Allen & Overy, donde ha permanecido hasta hoy, excepto un breve periodo de tiempo en BBVA.

Cuando desembarcó en Allen & Overy los despachos internacionales estaban en pañales en España. Tenían las credenciales de formar parte del llamado magic circle (club formado por los cinco mayores despachos de abogados del mundo), pero también un largo camino por delante para competir de tú a tú con los históricos bufetes españoles. Eran, apenas, seis abogados en el departamento de mercantil, mientras que hoy lo integran unos 25. A los 40 años, Del Val llegó a ser socio. Dejó de cabalgar las olas del Cantábrico y ahora es un aficionado del tenis. Su libro favorito es, de hecho, Open, de Andrea Agassi.

No solo sus aficiones, también su trabajo ha cambiado en este tiempo. Se ha convertido en el abogado de cabecera de muchos private equities internacionales cuando hacen operaciones en España, un mundo del que aprendió todos los secretos en los seis meses que pasó en la oficina de Allen & Overy en Londres en 2006. Algunos de los fondos a los que ha asesorado son el sueco EQT –dueño de Idealista, Solarpack, Freepic o Parques Reunidos– o ICG (que tiene en su portfolio a la mayor alcoholera de España, Alvinesa, entre otras). También ha trabajado recientemente con las grandes compañías españolas. Ha aconsejado a Iberdrola en la venta de un 49% del parque eólico Vikinger por EIP y a Santander Consumer Finance en varias alianzas.

Del Val, no obstante, es reacio a destacar clientes u operaciones en su carrera. En su opinión, no hay cliente grande ni pequeño. “Tengo mucho que agradecer a mis clientes y ellos saben quiénes son”, afirma.

Este trato con los clientes, con las personas, es lo que más le gusta a Del Val de su profesión. La describe como intensa y rápida, en la que se precisa de tomar decisiones a gran velocidad para adaptarse a las necesidades de esos clientes. Una profesión para la que, sostiene, es necesario tener vocación. “No es un trabajo, es una profesión. Sin una vocación de servicio y si no te gusta mucho lo que haces, es difícil que seas feliz en un despacho grande”.

Pese a que hace gala de su gran vocación, Del Val ya mira más allá del mundo de las operaciones corporativas. Sueña con un futuro en su País Vasco natal el día en que deje el área de la abogacía. Ya planea montar el día de mañana un negocio de tenis en Bilbao. Y cambiar el palco del Bernabéu, donde reconoce que se cierran muchos deals, por las gradas de San Mamés. “Yo soy de grada, no de palco”, remacha.

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Sobre la firma

Álvaro Bayón
Redactor de la sección de empresas especializado en operaciones corporativas, banca de inversión y capital riesgo. Graduado en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Periodismo UAM-El País, ha desarrollado toda su carrera en Cinco Días, donde trabaja desde 2016.

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