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Cómo humanizar la inteligencia artificial

El legislador ya está manos a la obra, tanto en España como en la Unión Europea

Getty Images
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“Cualquiera querría ser considerado por quien sea su semejante”. (Reflexión humanista atribuida al robot HAL 9000 en la película 2001: Una odisea del espacio). Sirva esta referencia para comentar que, en el ámbito de las relaciones laborales, donde las valoraciones pueden oscilar entre lo objetivo y lo arbitrario, la toma de decisiones ha de estar siempre presidida por la Inteligencia Humana (IH), buscando ser justas y entendibles.

El legislador europeo siempre ha considerado el carácter tuitivo de la regulación social. Y también en el ámbito jurisdiccional. Por tanto, no cabe imaginar en nuestra sociedad occidental que las relaciones laborales estén regidas por un robot que adopte decisiones soberanas que afecten directamente a los trabajadores.

La Inteligencia Artificial (IA) ha de estar al servicio de la humanidad, como herramienta que facilite las tareas de los trabajadores y haga progresar a las empresas y a las organizaciones, sirviéndose del carácter predictivo o generativo que entraña. También sus propuestas.

Además, hay que considerar el sustrato de base para el desarrollo de esa IA, con datos legalmente obtenidos y fiables, junto con la formulación de algoritmos que tendrán incidencia en la información generada para la adopción de decisiones en las relaciones laborales, en las que esta nueva inteligencia aporte elementos positivos y no se acentúen los sesgos que acompañan al comportamiento humano.

Luchar contra la obscuridad en todos los aspectos que afectan a las relaciones laborales contribuye a una sociedad más justa. Es indudable que el desarrollo y avance de la IA en las relaciones laborales no solo incidirá en aspectos relacionados con la productividad, por la superación y eliminación de determinados trabajos rutinarios o repetitivos, con las consecuencias que ello puede tener para el empleo, o por la creación de nuevos puestos con mayor valor agregado, y las correspondientes medidas en políticas formativas, que posibiliten una transición no traumática en esta cuarta revolución que avanza en la precedente, la digitalización. Además, los algoritmos o sistemas de IA podrán tener relevancia tanto en el acceso al empleo, como en la pérdida de este.

Para ello, el legislador ya está manos a la obra. En España, la Ley 12/2021, de 28 de septiembre, modificó el artículo 64.4 del Estatuto de los Trabajadores, introduciendo una nueva letra d), con una redacción en la que se impone a la empresa la obligación de informar a los representantes de los trabajadores de las reglas e instrucciones en los que se basan los algoritmos o sistemas de inteligencia artificial que afectan a la toma de decisiones que pueden incidir en las condiciones de trabajo, el acceso y mantenimiento del empleo, incluida la elaboración de perfiles.

La Comisión Europea, por su parte, publicó en 2020 El Libro Blanco sobre la inteligencia artificial, como punto de partida en el enfoque europeo, orientado a la excelencia y la confianza, fijando como requisitos necesarios en el imparable avance de esta tecnología, que sea antropocéntrica, ética y sostenible. Ello dio lugar a la propuesta de ley de uso de la IA, de 21 de abril de 2021. Y se ha fijado una posición conjunta con el Parlamento, votada el pasado 14 de junio, fecha en que quedaron aprobadas medidas limitativas en la utilización de técnicas de identificación biométricas de carácter masivo, entre otras prohibiciones que garanticen el respeto a la salud, la intimidad y los derechos humanos.

El siguiente paso para la consecución del Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo para el establecimiento de normas armonizadas en materia de Inteligencia Artificial es el inicio por el Parlamento de los trílogos con el Consejo de la Unión Europea, que han dado comienzo en estos días, y cuyo grueso recaerá en el segundo semestre de este año, durante el mandato de España en la Presidencia del Consejo de la Unión Europea.

Simultáneamente, algunas empresas previsoras, cada vez más, trabajan en el establecimiento de herramientas de ayuda a la implantación de la IA y en la creación de políticas y códigos éticos tendentes a evitar los sesgos, en una suerte de medidas de autocontrol en esta nueva actividad. Esta será, en adelante, una tarea imprescindible y ya es aconsejable anticiparse en la elaboración de políticas de IA, para su implantación consensuada con los representantes de los trabajadores.

Es previsible que en un futuro cercano se establezcan códigos de gobierno elaborados por los empresarios y sindicatos. Tal vez el Consejo Económico y Social sea el escenario idóneo. Y es seguro que, en tales códigos de gobierno, seguirá rigiendo la inteligencia humana.

Rafael Muñoz de la Espada, of counsel del área Legal de BDO

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