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China frenará, no detendrá, el impulso solar occidental

Pekín, que domina al menos el 75% del suministro, quiere prohibir la exportación de tecnología de los paneles

A plant that produces solar panels for export, in Lianyungang (Jiangsu province, China).
A plant that produces solar panels for export, in Lianyungang (Jiangsu province, China).GETTY IMAGES

La guerra comercial mundial está dando un giro inesperado. Pekín podría prohibir la exportación de tecnología utilizada para fabricar paneles solares, una industria que China domina al controlar al menos el 75% de su cadena de suministro mundial. Ello repercutiría en el empeño de Occidente por crear su propia industria de energía verde.

La prohibición propuesta por Pekín se inspira en las tácticas de Occidente en la guerra de los chips. Estados Unidos intenta frenar el desarrollo tecnológico de la República Popular restringiendo la exportación de herramientas y programas informáticos utilizados para fabricar chips avanzados.

El Ministerio de Comercio chino, junto con otros departamentos, dijo en una nota el 30 de diciembre que solicitaba comentarios públicos a un catálogo revisado de tecnologías que no podrán exportarse desde China. Las restricciones a la exportación no se han detallado, pero abarcarían la tecnología y la maquinaria utilizadas para producir componentes de paneles solares, como obleas de gran tamaño, silicio negro y lingotes de silicio ultraeficientes, según los medios de comunicación chinos.

Sin embargo, la prohibición no se extendería a los propios paneles solares chinos, a fin de proteger un mercado de exportación valorado en 40.000 millones de dólares en los 10 primeros meses de 2022, según datos del sector.

Perder el acceso a la tecnología solar china, como los hornos para fundir silicio, no sería un problema insalvable para Occidente. Es cierto que la República Popular domina la mayor parte de la cadena de suministro del sector: fabrica el 79% del polisilicio de los paneles solares, el 97% de las obleas solares, el 85% de las células fotovoltaicas, y el 75% del proceso de fabricación para ensamblar células en módulos, según un informe de la Agencia Internacional de la Energía publicado en julio de 2022.

Sin embargo, varias empresas occidentales, como Applied Materials, Enel o la noruega NorSun, siguen teniendo la experiencia y la propiedad intelectual necesarias para la industria fotovoltaica, que se desarrolló en Estados Unidos y Europa antes de que China, con sus bajos costes, aumentara su producción y tomara el relevo.

Una prohibición, empero, perjudicaría a la iniciativa occidental de impulsar la fabricación nacional de paneles solares. Washington está concediendo créditos fiscales a las empresas dispuestas a producir paneles fotovoltaicos en su país. Y la Unión Europea podría flexibilizar sus normas sobre ayudas estatales para hacer lo mismo.

Pero desarrollar capacidad de fabricación sin maquinaria china exigiría unos costes iniciales aún mayores. Los expertos del sector afirman que Europa, que tiene menos de 10 gigavatios de capacidad industrial fotovoltaica frente a los cerca de 300 de China, y necesitaría gastar 1.000 millones de euros por cada gigavatio adicional de capacidad de fabricación de paneles solares.

Y tardaría más. Construir una nueva fábrica para producir, por ejemplo, polisilicio, llevaría un par de años, según los expertos, mientras que crear toda una cadena de suministro solar podría llevar cuatro veces más tiempo.

La prohibición de las exportaciones chinas no hará descarrilar el impulso de las energías limpias en Occidente, pero sin duda podría ralentizarlo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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